¿Hay voluntad política del régimen y oposición?
Lo único que devuelve la paz y la prosperidad a Venezuela es el retorno de la constitucionalidad y la democracia, pero el camino que continúan transitando régimen y oposición es cada vez es más distante de esos dos objetivos. Es decir, el país profundiza el mismo rumbo al que fue obligado hace 23 años, ahonda en su oscurantismo, la única diferencia de hoy es que la oposición ha tirado la toalla descaradamente.
En los pretendidos diálogos anteriores se vislumbraban exigencias mínimas, lo que permitía saborizar vestigios opositores. En 2022 el amaestramiento es total, la capitulación es de película, quienes supuestamente se deben oponer al régimen han aceptado medirse en unas presidenciales tanto o más absurdas que los procesos electorales que han anegado nuestra historia política desde 2017.
¿Qué justificación tiene garantizar participar en unas presidenciales sin antes hacerse de condiciones que permitan una competición justa y que asegure los resultados? Porque lo peor de todo es que el absoluto rechazo del que es merecedor el chavismo lo hace perdedor en cualquier elección, ese no es el punto, el asunto es que se quede con la derrota y no retenga, como lo ha hecho, las facultades, competencias y recursos de lo que pierde a través de paralelismos creados inconstitucionalmente.
Primero el Covid, del que trató aferrarse Pedro Castillo cuando se sabía perdido en Perú, luego la invasión rusa a Ucrania, la reconquista de espacios de la izquierda latinoamericana, son los factores que han dañado la nación, permitiendo al castrismo venezolano reforzar controles sociales, estrechar alianzas y doblegar a occidente, extorsionándolos con petróleo. Esas son unas de las razones del porqué la pretendida oposición venezolana hoy vale cero y solo busca obtener ganancias en un escenario político criollo dónde no tiene nada qué ofrecer por sí sola.
¿Hay voluntad política para mejorar al país por parte del chavismo y por parte de quienes dicen ser opositores? ¡No hay! El acercamiento en México solo ha traído beneficios al régimen, liberando a los sobrinos de la “primera combatiente”, aligerando sanciones internacionales, comprometiendo a la oposición a un proceso electoral suicida, entre otros resultados en el que veremos, no lo duden, libre a Alex Saab.
El golpe de Estado que intentó perpetrar Pedro Castillo en Perú y la insistencia de reformar la Constitución de Boric en Chile, son los mejores ejemplos de lo que hemos advertido; la neoizquierda latinoamericana que ha reconquistado el poder no tiene intención de abandonarlo, es allí donde la institucionalidad de cada nación y el aferro a la democracia de sus ciudadanos tienen el protagonismo. En Chile ganó la nación chilena negando una nueva Constitución opaca, en Perú la Fuerza Armada fue fiel a la carta magna, a la democracia.
En Venezuela, observamos como las instituciones del Estado han sido asaltadas por el Partido Socialista Unido de Venezuela, donde no solo se le rinde culto a su principal figura partidista (según nuestra ley es lo único que es) Hugo Chávez, sino a figuras que han ensombrecido sus naciones con muerte, pobreza y atraso, como el caso de Fidel Castro, Mao, el Ché Guevara, etc.
Es por ello que lo primero que hacen los tiranos del Siglo XXI es aniquilar la institucionalidad, al llegar al poder, aprovechando sus recientes niveles de popularidad, se inventan una Constituyente para posteriormente adueñarse de las instituciones del Estado y crear los cimientos de una fatídica perpetuación. Chile y Perú han resistido, ojalá el resto de Latinoamérica no ceda como Nicaragua y Venezuela.
@leandrotango