La variante electorera

Opinión | julio 9, 2021 | 6:26 am.

Quien les escribe es demócrata hasta los tuétanos. Nada nos gustaría más que el sufragio hubiese sido la herramienta para la solución de una ya longeva crisis en Venezuela que comenzó, justamente, por evadir el voto. La negación de Chávez de medirse en un referéndum consultivo en 2001, que no era vinculante y le hubiese permitido corregir rumbo, ocasionó una crisis que continúa más de 20 años después.

De este modo, lo electoral es un comodín para el chavismo. Hasta el 2006, la penúltima elección presidencial de Chávez, a pesar que utilizó recursos e instituciones de la nación en un gran ventajismo, contaba con los votos suficientes para ganar, hasta que un día después de las presidenciales, el 4 de diciembre de ese año, cambió súbitamente el color de su camisa a un rojo permanente, se declaró socialista, momento en el cual comenzó su enemistad con el voto.

Todos conocemos las derrotas que tuvo, las que lo obligaron edificar el Estado Comunal a imagen y semejanza de Cuba, donde el partido de gobierno imprime su hegemonía, por encima de las instituciones del Estado, desde comunidades asediadas, vigiladas, con una directiva partidista nacional hiper todo poderosa.

2017 fue una fecha clave para el chavismo. En un acto de torpeza, guiado por un enceguecedor desespero ante un desbordado rechazo popular (que hoy ha empeorado), el régimen intentó manufacturar una tétrica “constituyente” que no solo era contraria a la Constitución, a todo valor democrático, sino que fue impuesta con sangre. Fue inútil, no agregó nada distinto al poder absolutista que desde 1999 ejercer el chavismo en la nación, solo logró que el régimen perdiera todo vestigio de legalidad y legitimidad ante el mundo democrático, además, le originó sanciones y otras acciones punitivas internacionales… todo por burlar al voto.

Ese mismo año, la compañía madre de la automatización de los procesos electorales, Smartmatic, declaró el máximo órgano electoral, el CNE, divulgó resultados electorales falsos. Desde entonces, toda elección en Venezuela fue milimétricamente prefabricada en el país, el chavismo se pertrechó contra otra debacle electoral como las parlamentarias 2015. Por eso, desde el intento “constituyente” impone elecciones, partidos, candidatos y (según Smartmatic) resultados… el voto oficialmente dejó de existir.

Ningún proceso electoral en Venezuela, desde las parlamentarias 2015, cuenta con la aprobación de la inmensa mayoría de venezolanos ni de la comunidad internacional occidental (democrática). Tan es así, el chavismo también tuvo que fabricarse una oposición paralela (al estilo protectores), al margen de la que el mundo reconoce. De la mano de esta, ha perpetrado procesos electorales estériles, que solo ocasionan bravías abstenciones espontáneas, instituciones no reconocidas y sanciones, un ciclo que en cada vuelta empeora la ya muy delicada situación económica y social.

Estamos a la puerta de un “Acuerdo de Salvación Nacional” en la que apresuradamente sus arquitectos piden apoyemos sin saber finalmente qué arrojará. Al respecto, somos enfáticos en esto, señalamos la abstención es espontánea, el sentimiento nacional más arraigado y legítimo en Venezuela, principalmente, contra instituciones psuvizadas que asesinaron el poder del voto y, en gran parte, contra una oposición errática, con vestigios de complicidad. Sí ese “acuerdo” deriva en un proceso electoral con la desinstitucionalidad vigente, lamentablemente el resultado será otra abstención histórica, porque los venezolanos saben que así el voto no vale nada.

@leandrotango