La carta de Manuel Rosales
Lo sucedido con Manuel Rosales y el cálculo que tenía el gobierno con su candidatura; que, como se lo dijo Andrés Velásquez, incitaba a la abstención, es decir, habría de ser el candidato cómodo, con quien esperaba Nicolás Maduro medirse, y así ganar las elecciones del próximo 28 de julio; lo sucedido, repito, demuestra que la política no se maneja sobre la base de carambolas; la circunstancia es que ya estaba cantada esa candidatura. De hecho, el gobierno se lo había traído de Perú, donde gozaba de vida de rey, según el testimonio de personas, que llevaron trato con él en dicho país, entre ellos, Carlos Ortega, y para el caso véase algunas ediciones de La Razón en la columna de Luis Felipe Colina; donde el dirigente sindical lo denunciaba, a ese respecto, y lo acusaba de traidor.
El propio columnista recordó en la edición de La Razón del pasado domingo, que a raíz del triunfo de Rosales de la gobernación y de todas las alcaldías de los municipios del Zulia, se presumió que en su persona estaba en potencia la candidatura presidencial opositora, a la chita callando. De modo que había motivos bien fundados, para pensar que el régimen lo había traído con ese fin de allí de la tierra de los Incas; un hombre enfermo, por lo demás, según la ONG de los venezolanos, exiliados en los EEUU, conocida como “Abajo Cadenas”, que lo denunció una vez que apareció como candidato presidencial; entonces se supo que seguía un tratamiento en una de las clínicas de allá del Norte, que lo hacía viajar cada cierto tiempo; lo que quiere decir, que si estamos ante un hombre enfermo, se trata entonces de un sujeto que no viene dispuesto a ganar una elección presidencial; puesto que es una responsabilidad, que no va a terminar si no a acelerar su muerte; viene de la mano de alguien, que lo ha arrastrado a este torbellino, junto a otros diez candidatos, de los que han quedado, luego de alianzas de unos con otros, a partir de los doce, que se inscribieron de parte de la llamada oposición “Alacrana”, y que a última hora se están cuadrando entre ellos, para ser licuados por un Maduro dueño de la tecnología electoral; además del señor Edmundo González Urrutia; que apareció por obra y gracia del Espíritu Santo, como diría un cristiano; puesto que su nombramiento fue obra del azar. Yo diría que el sistema del CNE, absolutamente, abyecto del régimen, lo admite en la plantilla de los postulados, después de haberse introducido el nombre de toda la dirigencia política del país, y de haber sido rechazada; porque se trata de un dirigente político de muy bajo perfil.
Si de verdad nos atenemos a la versión, de que Rosales venía compuesto, para ser el candidato opositor que iba a enfrentar a Maduro, quizás, le hubiera resultado mejor la carambola, inscribirse en las primarias y, al final, admitir los resultados, que dieron ganadora a la señora Machado. He allí lo que justificaría el hecho de lo que hizo: inscribirse a la hora del cierre de las postulaciones, y aparecer como candidato de UNT, bajo el alegato que, en ese sentido, lo que quería era salvar la tarjeta de su partido, y la que se había salido ilesa de esos arrebatos, que lleva a cabo el CNE, con respecto a las tarjetas de los distintos partidos, siendo el caso más patético el de José Brito, a quien el CNE le adjudicó por la vía judicial la de Primero Justicia, así como la presidencia de la organización. Pero calculó mal el gobernador zuliano, y así se vio desenmascarado por una opinión pública; que lo obligó a cumplir con su palabra; habiendo puesto su tarjeta a la orden a posteriori, y a quedar frente al gobierno enfotado, como les decíamos a los trompos, cuando éramos muchachos, que en lugar de punta cuando uno los lanzaba, caían de barriga; aparte de la presión internacional, entre ellos, la presencia de Karim Khan, fiscal de la CPI, en Venezuela.
Lo otro es que al boca floja de Diosdado Cabello se le iba cada tanto en su programa de televisión de los miércoles: “La Sayona (María Corina Machado) no va –sentenciaba-, sino Manuel Rosales”, y luego de venir el gobernador zuliano con su jugada de inscribirse a última hora, que entra dentro del género de nuestra picaresca, entonces asumió su defensa: “Mira Manuel –le decía Cabello-, entonces no te perdonan, que te hayas lanzado como candidato”. Momentos en los que aquél no le respondía nada, pero parecía sugerirle: “No me defienda, compadre”. Resulta que se pusieron a ver, y el tercio tenía más de 80% de rechazo en las encuestas; aparte de que en los EEUU, según la edición de la Razón citada, le amenazaron con expropiarle unas propiedades, que tiene en dicho país, así como suspenderle la nacionalidad estadounidense a sus hijos. ¿Mala óptica la del gobierno? Todo cuanto intenta impedir, se le sale por una rendija: no pudo frenar las primarias; no pudo frenar esa insurrección cívica y pacífica, que ha significado el fenómeno político de María Corina Machado; cuya onda expansiva trató el gobierno de neutralizarla, convocando a un referéndum aprobatorio, sobre el tema del Esequibo; donde el mismito se mató, como dice la canción y lo peor fue que se comprobó que ya el pueblo no los quiere; lo que acaba de suceder con la convocatoria a una consulta sobre los problemas de las comunidades, que hizo el gobierno este domingo, y donde brilló por su ausencia hasta el fantasma del “ánima sola”.
¿A defecto de Rosales, ahora va a intentar dividir a la oposición con la candidatura de Luis Eduardo Martínez? Ninguna de esas diez candidaturas “alacrananas” pasa de tres o cuatro por ciento. Que fue la otra gran piratería de Rosales, repito, traído de la mano, quién sabe si bajo amenaza, del Perú: un sujeto que al momento de inscribirse como candidato no ostentaba sino un cuatro por ciento. Entre tanto, González Urrutia sin haber estado en contacto con el país, ya ostenta niveles de más de 40%. ¿Y Maduro? Maduro no llega al 20%, pero hasta entonces contaba con la abstención, que se la garantizaba Rosales, y quien terminó más bien salvando su honor. Ahora, quién sabe qué factura le van a pasar.