¿Por qué?

Opinión | abril 11, 2023 | 6:32 am.

El ambiente de la Semana Santa, propicio para la oración y para la meditación, me animó a escribir estas líneas para contestar a la pregunta ¿Por qué soy cristiano?

Soy cristiano, y me siento muy feliz de serlo, en primer lugar porque creo en Dios. Y creo que Dios es Amor. Pienso que un mundo sin Dios, es un mundo sórdido, egoísta, desalmado y triste. Prefiero un mundo con Dios. Un Dios que invita al Amor, a la Fraternidad, a la Solidaridad, a la Justicia, a la Paz y que nos coloca límites morales para nuestra conducta humana.

Soy cristiano porque creo en Jesucristo, el maestro, el Mesías, el hijo de Dios, el redentor, el portador de un mensaje insuperable. El cristianismo nos invita al amor y al perdón. Prefiero el amor al odio. Prefiero el perdón a la venganza. Creo que se vive mucho más feliz cultivando el amor y el perdón y desechando el odio y la venganza. Por eso soy cristiano.

Soy cristiano además, porque el cristianismo exalta la dignidad de la persona. De todos los hombres y mujeres. De cada una de las personas y del conjunto de ellas. Dignidad que se fundamenta en nuestra condición de hijos de Dios. Y como somos hijos de Dios somos hermanos. Todos venimos de Dios y estamos llamados a regresar a Dios.

Creo que no puede haber una doctrina más hermosa para fundamentar el concepto de la fraternidad, de la solidaridad y del amor al prójimo. Por eso, me siento feliz de ser cristiano y de procurar serlo todos los días con mayor fidelidad y con mayor autenticidad.

La felicidad del cristianismo no está reservada para “la otra vida”. El cristianismo nos invita a ser felices aquí y ahora. Alguna vez tuve el privilegio de ver a la Madre Teresa de Calcuta muy de cerca. Lo que más me impresiono de aquella mujer es que irradiaba felicidad. Vivía en la pobreza y consagrada al servicio de los más pobres. Era feliz, irradiaba felicidad y la contagiaba a su paso. Estoy seguro de que murió feliz.

Es la clase de felicidad que promueve el cristianismo y que no se compra con dinero ni con poder político ni con glorias mundanas.

Soy cristiano por amor a la justicia. El mensaje evangélico nos enseña a practicar la justicia junto con el amor y el perdón, junto con la solidaridad y la fraternidad, junto con la alegría de vivir al servicio de un ideal muy grande y muy noble. Por eso, soy cristiano.