TICs & Derechos Humanos
El reciente pronunciamiento de la Alianza Nacional Constituyente Originaria, ANCO, informándole a los venezolanos su transformación en un movimiento político, con todo lo que ello implica, es de una profunda significación para todos aquellos quienes hemos formado parte de este movimiento desde su fundación desde el seno de la sociedad civil (ver Comunicado ANCO, Sin renovación institucional integral, Venezuela permanecerá en ruinas, en https://ancoficial.blogspot.
Siempre impulsamos la lucha de la sociedad civil con la idea rectora de ser contralores civiles de primera fila de las actuaciones de aquellos que se dicen nuestros representantes políticos y participar en la vida política del país, presentando propuestas concretas para que estas sean tomadas en cuenta por aquellos a los que les hemos dado el poder de nuestra representación política, ejercidos desde los poderes públicos.
Muchas veces he señalado desde esta tribuna, que desde la aprobación popular de la Constitución de 1999, el Artículo 5 Constitucional nos dio a los venezolanos el derecho de ejercer de manera directa nuestra soberanía a través de los mecanismos previstos en la Constitución y en las leyes, en especial el Artículo 70, a través del cual la sociedad civil organizada puede convocarse y participar directamente en “…la elección de cargos públicos, el referendo, la consulta popular, la revocación del mandato, las iniciativas legislativa, constitucional y constituyente, el cabildo abierto y la asamblea de ciudadanos y ciudadanas cuyas decisiones serán de carácter vinculante…” (Art. 70, CRBV 1999).
Directamente significa SIN LA INTERVENCIÓN DE LOS PODERES PÚBLICOS: “La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público…” (Art. 5, CRBV 1999). Sin embargo, este derecho único y constitucional ha sido constantemente mediatizado y conculcado en estos 23 años por el régimen, a pesar de las múltiples actuaciones que ha tenido la sociedad civil, impidiendo entre otras cosas que el pueblo expresara democráticamente y de manera directa su rechazo a esta forma de gobierno y sus ejecutores.
ANCO se sustentó en ese derecho definido en la Constitución vigente, como sociedad civil, al punto de ser participante protagónico de dos consultas populares cuyos mandatos siguen pendientes de ejecución, y ha sido principal impulsadora de la iniciativa constituyente, que a nuestro juicio sería la manera ideal de resolver pacifica, equitativa y constitucionalmente la crisis política que atraviesa el país.
Lamentablemente, esta solución ha sido desechada de manera pertinaz por los actores políticos que en mala hora detentan la representación opositora del país, porque atenta contra los intereses de más de 60 años de una clase política que se niega a cambiar, a pesar de la destrucción de la que ha sido objeto el país a manos de unos criminales.
Aun teniendo el derecho como sociedad civil de participar en la vida política del país porque así nos lo garantiza la Constitución, ANCO ha decidido seguir intentando cristalizar su proyecto de cambio estructural en las relaciones de poder del país, que le entregue al ciudadano común el poder de manejar su calidad de vida, incursionando ahora en el terreno de la representación política y el ejercicio del poder, única vía que entienden quienes nos han negado como simples ciudadanos el derecho a la participación política, y buscar en su momento el voto de los venezolanos para hacerlo realidad.
Al organizarnos como movimiento político y presentar nuestro proyecto El Gran Cambio, Una propuesta para la Refundación de Venezuela (ver texto completo en https://ancoficial.blogspot.
Tal vez el significado de estas palabras pueda cobrar mayor sentido al escuchar la disertación de la Dra. Adela Cortina, creadora del término “aporofobia” (fobia a los pobres) y catedrática de Ética Política de la Universidad de Valencia, España, el 15 de enero de 2020, en una conferencia titulada “Construir una Democracia auténtica” para el alumnado de La Nau Gran de la Universidad de Valencia, que recomiendo que vean completa (ver Adela Cortina, Construir una democracia auténtica y política, en https://youtu.be/45E_r3IdSco), y de la cual extraigo lo siguiente de su extraordinaria exposición:
“Es una verdadera confusión ideológica la de tratar de decir que el individualismo es la base de la vida social. NO ES VERDAD. Somos personas en relación, somos personas en vínculo relacionadas unos con otros, y nos reconocimos como personas porque otros nos reconocen como personas.
Por lo tanto el pueblo tendría que ser un conjunto de personas que se saben en relación, que se saben en vínculo, y que saben que tienen que tener por lo menos unos cuantos proyectos comunes, lo que yo llamaría unos mínimos de justicia que tenemos que tratar de conseguir en conjunto. Porque si esos mínimos de justicia no existen, entonces no hay proyecto común, y entonces no hay pueblo, sino masa de individuos que pueden funcionar más o menos emotivamente o agregativamente, pero que no tienen ningún tipo de proyecto común.
¿Y cuál sería el proyecto común? Pues yo creo que muy claro en una sociedad democrática. ¿Cuál tendría que ser el proyecto común? Recuerdo que tiene que ser un proyecto de justicia y no de felicidad, la felicidad es personal. La vida buena es un proyecto personal. Uno tiene que decidir qué proyecto de vida buena quiere, y comentarlo con sus personas queridas y con sus otros significativos para que le aconsejen y se aconsejen porque la vida la hacemos inter-subjetivamente pero cada uno tiene que tener su proyecto de vida personal.
Sin embargo hay una dimensión, que es la dimensión de justicia, que es la dimensión de la política y la dimensión de la ciudad, y en ese sentido si tenemos que encontrar en cada uno de los países un mínimo de justicia en los que tenemos que estar de acuerdo porque si no, no tenemos ningún proyecto común. ¿Y cuáles son esos mínimos de justicia? Pues podemos hablarlos, pero creo que de entrada es elemental que son los Derechos Civiles y Políticos, los Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Eso como mínimo….
…Yo hablé en un libro que se titulaba “Ética mínima”, lo digo siempre, en el año 86, había gente que decía, claro dice que es una ética mínima porque como estamos tan mal pues por lo menos unos mínimos. No, no. Ética mínima quiere decir, que no se puede caer por debajo de esos derechos sin caer en INHUMANIDAD, porque son mínimos de justicia. ¡Esa es tarea de la política! De la política nacional y de la política internacional. Y esa es la manera, construyendo una sociedad en paz, porque la paz se construye desde la justicia. No se puede hablar de una sociedad en paz si no hay una justicia básica” (resaltado nuestro).
Pues bien, proponemos al pueblo venezolano un proyecto común, El Gran Cambio, con un mínimo de justicia, establecido en los Derechos Civiles y Políticos, y Derechos Económicos, Sociales y Culturales de los venezolanos, y que hay que garantizar, porque esa es en realidad la tarea que debe tener LA POLÍTICA en cualquier país. En Venezuela se perdió en todos los partidos la noción del ejercicio de la política y la esencia del para qué es, más allá de promover candidatos a todos los niveles, distorsionándose tanto su actuación, al punto de convertirse en un tradicional “quítate tú para ponerme yo” hueco, de ejercer el poder para provecho personal, sin ninguna propuesta más allá de la cara de sus candidatos.
Este proyecto común debe ser entendido, desarrollado e implementado en cada Estado de Venezuela, de acuerdo con su idiosincrasia y potencialidad regional, por los ciudadanos, en pleno ejercicio de su Soberanía. Y en este sentido, el movimiento político que inicia ANCO funcionará como moderador y catalizador de ese cambio, que discurrirá en la medida que los ciudadanos nos den el poder político para realizarlo.
Esa es la diferencia entre un grupo de la sociedad civil organizada que propone un proyecto sin la certeza de su realización porque no está allí para el ejercicio del poder, y un movimiento político con representación concreta dispuesto a llevarlo a cabo con el respaldo de los ciudadanos, entendiendo el ejercicio de la política como el instrumento mediante el cual se administra el poder como servicio al ciudadano y no para ser servido. A eso debemos llegar, y es el siguiente nivel que la sociedad civil como un todo deberá escalar para el adecentamiento del ejercicio de la política en Venezuela.