Democracia sin pobreza
“A un pueblo que tiene hambre no se le puede pedir que se inmole en la defensa de la democracia”. Rafael Caldera. Febrero de 1992.
“Si nos ponen a escoger entre la libertad y la justicia, escogemos la libertad para seguir luchando por la justicia”. Eduardo Frei Montalva. Congreso Pro Democracia y Libertad. Caracas 1960.
“Democracia sin Pobreza” es el título de una magnífica ponencia presentada por Rafael Simón Jiménez para atender una solicitud del Centro Internacional de Formación y Políticas Públicas Arístides Calvani IFEDEC y del Movimiento Social e Independiente “Unión para el Progreso”.
La pobreza en Venezuela es un escándalo. Hemos tenido inmensos recursos que bien administrados habrían bastado para erradicar la pobreza de nuestro suelo. Los seguimos teniendo. Y los seguimos despilfarrando.
Superar la pobreza es perfectamente posible. Dos conceptos claves para eso: desarrollo económico y educación.
No se puede distribuir una riqueza que no se produce. Tenemos que reactivar la economía venezolana por muchas razones. Una de las cuales es para generar empleos. Empleos modernos, productivos, bien remunerados, estables, con un sistema moderno y eficiente de seguridad social.
Más importante todavía que “distribuir” riqueza es asegurar oportunidades para que no haya nadie sin empleo digno y bien remunerado.
Igualdad de oportunidades es todavía más importante que “distribuir” riquezas.
“Queremos salarios dignos y no bonos humillantes”. Fue una de las consignas de los maestros venezolanos en las recientes manifestaciones.
Para que haya igualdad de oportunidades es indispensable que exista educación de calidad para todos, especialmente para los hijos de las familias más vulnerables.
El socialismo del siglo XXI acabó con la educación en Venezuela. La tarea prioritaria de un próximo gobierno en Venezuela es garantizar educación de calidad para todos los niveles, desde el preescolar hasta la educación superior.
Superar la pobreza es una obligación ética, pero también es una exigencia de la racionalidad económica. Al salir de la pobreza los ciudadanos se convierten en consumidores y ampliar el mercado consumidor es una exigencia de la racionalidad económica.
Salir de la pobreza es también una exigencia de la racionalidad política democrática. Necesitamos ciudadanos capaces de discernir. Con hambre es muy difícil discernir.
Seguiremos conversando