Un mundo de amigos
Artículo escrito por Danny Montoro, hijo de Eugenio Montoro, en modo suplencia mientras su padre se recupera de una situación de salud
Continúo la suplencia, sustitución temporal, interinato, o como queramos llamarlo, mientras mi padre recupera su salud, sobre todo porque hubo gente que cometió el error de felicitarme por el articulo pasado y los errores tienen sus consecuencias.
Esta semana salimos de la unidad de cuidados intensivos, lo cual no es una cosa menor, y escribo “salimos” porque sin duda éramos muchos los que estábamos dentro de esa UCI. Aprovecho para agradecer los aportes que han hecho a la recaudación de fondos que se ha organizado para cubrir los gastos médicos. El poder reconocer en las listas de donadores a tantos nombres que han formado parte de la vida de papá y la familia nos hacen sentir que no estamos solos en esta situación.
La diversidad de países desde donde proceden las donaciones indica también lo repartidos que estamos por el mundo. La situación de vida en Venezuela se hizo tan insostenible que obligo a salir de su hogar a mucha gente, separó muchas familias y amigos. Quienes se debían encargar de gobernar para el bien de todos se encargaron de exprimirla para el beneficio propio, la golpearon tanto que pedazos del país salieron volando por todos lados, pero estos pedazos lejos de perderse y diluirse siguen ahí mirando al país, esperando que mejore e influyendo a su vez en la cultura mundial, quien podía imaginar que los tequeños tendrían tanto éxito internacional.
Más de 7 millones de venezolanos no viven ya en Venezuela. Me gusta pensar que la mayoría está dispuesta a ayudar de alguna manera a acabar con la dictadura, me pregunto si algún movimiento político podría lograr aglutinar a los migrantes y dirigirlos hacia un mismo objetivo. Los migrantes generalmente viven en un régimen de libertades y cuentan con una capacidad económica que no tiene quien sigue en el país, recuerdo que cuando se tomó la decisión de nombrar el gobierno interino se buscó apoyo en gobiernos del mundo y las visitas del presidente interino generalmente iban acompañadas con una concentración de venezolanos en ese país quienes se manifestaban masivamente.
Antes de empezar el gobierno interino, el sentimiento nacional era muy pesimista, la grave situación económica adornada con la sensación que una asamblea nacional donde la oposición contaba con más de dos tercios de los diputados y que en una democracia tendría un poder enorme, había sido totalmente anulada con el desacato a la constitución por parte de “autoridades” civiles y militares acostumbradas a manejar el poder como si les perteneciera, justificándose con marramucias judiciales carentes de sentido. El nombramiento de un presidente interino subió la moral nacional de manera inmediata porque fue visto como un paso real hacia la reconstrucción democrática, fue ponerle ya de forma oficial el título de dictador a quien llevaba años siéndolo y por primera vez la comunidad internacional veía a ese dictador con el asco que merece.
El objetivo principal se marcó en terminar con la dictadura y convocar a elecciones lo más pronto posible, se dieron pasos para proteger los activos internacionales de Venezuela y algunas alianzas para que los migrantes tuvieran cierta deferencia en el país que los acogía, pero con el tiempo el objetivo principal fue perdiendo nitidez, y aquel inicialmente desafiante presidente interino comenzó a hacer tours en los que arrodillado en una tarima pedía perdón y tiempo a una sociedad que exigía fuertes acciones. Algunos de los activos que se debían proteger comenzaron a ser objetos de peleas de cuotas políticas y así gente capacitada se sustituyó por el usual amiguismo partidista, embarrándolo todo con hechos de corrupción.
Con la disolución de la presidencia interina nos queda la pregunta de qué hubiese pasado si se hubiesen atrevido a actuar como si la dictadura no tuviera poder, convocar las elecciones que debieron ser, buscar que los activos del exterior fuesen útiles dentro de Venezuela, darle a los ciudadanos la oportunidad de no depender del gobierno dictatorial, tal vez le tuvieron miedo al que se formaran “dos países” con dos gobiernos y dos fuerzas armadas, tal vez querían pero no se pudo hacer, o tal vez es era una mala idea, pero puedo asegurar que ciertamente hay un sentimiento de indignación al pagar una cara operación porque el sistema de salud es inexistente, usando otra moneda porque el Bolívar fue pulverizado y que los responsables directos de la destrucción y usurpadores del poder se embolsillen además un “impuesto a grandes transacciones financieras”, es la misma indignación que un venezolano en el extranjero siente cuando tiene que pagar 300$ a la dictadura para tener su pasaporte (si tiene la suerte de tener un consulado cerca), rogar que el pago no se pierda “misteriosamente” y además esperar un año para que se lo den.
Sobre si es inteligente o no eliminar la presidencia interina la verdad no lo sé, seguramente la respuesta real es que no importa, ciertamente me alegra un poco que por lo menos no tengamos un presidente interino eterno que con los años se había convertido en una especie de parodia de sí mismo, recalcando por las redes sociales su lucha sin descanso dentro del estadio al que fue a ver un partido de béisbol.
Espero que la asamblea sepa que el objetivo es recuperar la democracia, que recuerden que elegir y revocar a los diputados también son derechos y que los activos del estado en el exterior son insignificantes si lo comparamos con lo que Venezuela es capaz de producir en un régimen de libertades.
Que pronto también se acabe mi interinato.