Venezuela, el país de soluciones únicas

Opinión | noviembre 21, 2022 | 6:20 am.

Tal vez la única oportunidad donde los venezolanos estuvimos todos de acuerdo en algo fue el 11 de abril de 2002, cuando 1a consigna “Chávez vete ya” unificó a todo el mundo en una sola idea fuerza.

Y lo hizo con tal potencia que logró echar a las calles de Caracas a más de un millón de personas para exigir que se fuera, al punto que aunque solo fue por unas horas, desalojó al tirano del poder.

Y todos sus acólitos y secuaces mostraron al mundo su verdadera cara. Ese día mataron personas y al verse desalojados del poder se escondieron cobardemente cual criminales perseguidos. Y cuando su jefe regresó a reinstalarlos en el poder, desde ese momento Venezuela ha sido víctima de su venganza criminal.

Esa fue la primera vez que se nos ocurrió una solución única para el problema que significaba el régimen. Esto es, salir a las calles hasta que se fueran. En vano, Venezuela derramó la sangre de cientos de jóvenes -y otros no tan jóvenes- en las calles, bajo la misma consigna que indicaba que si no salíamos todos como lo hicimos el 11 de abril de 2002, nunca lo sacaríamos del poder. Los repetidos intentos de hacer eso mismo derramaron aún más sangre.

Chávez, a su regreso, se dio cuenta de que había que destruir a las Fuerzas Armadas que todos conocíamos para evitar que otro 11-A se repitiese, profundizando su desmantelamiento en milicias politizadas bajo el control de sus principales socios extranjeros, y el resto es historia. Cualquier intento de utilizar esa misma solución –gente en la calle- terminaría en un baño de sangre, como ya ha ocurrido. Un régimen cuya única consigna es eternizarse en el poder, no se para en lo más mínimo en la vida de quienes se le oponen.

Ante ese callejón sin salida aparente, la oposición decidió entregarse y jugar el papel de segundón en este teatro del absurdo, siguiendo el juego electoral del régimen, a sabiendas de que nunca tendría chance de acceder al poder. Se les daría dinero y pequeñas posiciones en algunas alcaldías y gobernaciones, en elecciones controladas por quienes cuentan los votos, puestos por la tiranía, para dar una percepción democrática equivocada frente a la Comunidad Internacional. Y de allí surgió la siguiente solución única: elecciones con el régimen.

Es imperante indicar que esa última “solución” de la oposición entregada, no es ninguna solución. Es una manera de tolerar lo que es intolerable para quienes aún sostenemos algún valor moral, ético y democrático. Sin embargo, esa solución les parece digerible a quienes hoy conducen la mal llamada oposición democrática, y convencen de su viabilidad a quienes en la Comunidad Internacional ven horrorizados lo que ocurre en Venezuela, y que, contra todo pronóstico, han aceptado que esa solución termina siendo la menos mala de las soluciones para nuestra tragedia, cuando resulta ser todo lo contrario para quienes vivimos aquí.

La habilidad, la experiencia, los recursos, los medios, la estrategia comunicacional, y todo con lo que cuentan los partidos de la oposición oficial, han sido invertidos para convencer al venezolano común de esta solución, que llevará finalmente al Psuv y al oficialismo a eternizarse en el poder, pero esta vez de manera legítima.

Y el país, por el cansancio y la obstinación, hará cualquier cosa que le vendan con tal de que la pesadilla acabe o disminuya, aunque sea mentira. Queremos creer las mentiras opositoras porque no vemos otra solución única en el camino, más allá de lo que nos presentan estos traidores. Y con eso cuentan los partidos que llaman a “buscar” un candidato único que se “enfrente” con el candidato del régimen, con la lejana esperanza de que esa solución electoral funcione. El venezolano común quiere desesperadamente creer en eso. Pero la realidad es terca y no será así.

Pareciera que estuviéramos condenados a que si no se aplica una única solución, no hay manera de salir de los criminales que usurpan el poder. Incluso nosotros mismos en ANCO pudiéramos haber caído en el síndrome de la solución única. Muchos todavía tienen la percepción equivocada que una Constituyente es otra solución única, con la que se puede estar o no estar de acuerdo. Y no lo es. La convocatoria a un proceso Constituyente no es más que el comienzo de una solución, No es la solución. Es colocar el tren que descarrilaron deliberadamente en el riel de nuevo. Ponerlo a rodar ya es tarea de todos.

Convocar a los venezolanos a un encuentro de todas las corrientes, y que se elija –no un Presidente que salga de un partido, sino a los representantes de ese pueblo, víctima de todas las atrocidades cometidas, de todos los rincones del país, para que deliberen qué hacer con lo que unos delincuentes han destruido, no es más que el comienzo de la titánica tarea de volver a empezar de una manera unificada y reconciliada. La Iglesia lo ha llamado Refundación y nosotros hemos acompañado ese concepto. Si alguien está de acuerdo con esa idea que presente su manera materializarla. ANCO lo ha hecho y lo ha expuesto al país.

Entonces la solución no sería una Constituyente, sino la manera de llegar a concretarla. En esa Constituyente ANCO plantearía un proyecto para refundar Venezuela sobre unas bases diferentes, así como suponemos que también otros lo harán, y que entre esa verdadera representación del pueblo se decida qué hacer. ¡Esa es precisamente la idea! Que se reúnan los legítimos representantes del pueblo y deliberen lo que hay que hacer y decidan. ¡Que el pueblo decida! Eso es muy diferente a que venga cualquiera a decidir por nosotros,  producto de una elección con el régimen, y pasando por encima de la representación política que el mismo pueblo decida.

De más está decir que hemos planteado a Venezuela y a la Comunidad Internacional que esa elección constituyente sea arbitrada por los países amigos de Venezuela interesados en una salida pacífica, electoral y constitucional. ¡Y eso precisamente es una Constituyente! Pero ese volver al riel por parte del dueño de la soberanía, no ha sido ni es de la conveniencia de quienes promueven elecciones, ya que su deseo no es nuestro bienestar sino el suyo.

Sin embargo, al parecer que las cartas están echadas. Venezuela se encamina una vez más a una elección írrita, como tantas otras que hemos tenido, y de las cuales ya conocemos el resultado. Pareciera que estamos tratando de parar al Titanic a un kilómetro del bloque de hielo que lo destruirá. Hay una inercia en esto que es imposible eludir. En ese caso solo podemos hacer dos cosas: aprestarnos para el choque y organizarnos para los botes salvavidas, o sentarnos a oír la banda de música esperando el golpe que hundirá el barco. En ambos casos habrá daños y muertes, pero una diferencia en el número de vidas.

Venezuela no tiene ni tendrá una solución única. Simplemente es imposible. Por razones culturales, a los venezolanos nos fascina que alguien llegue con una solución única que todo el mundo entienda. Y somos inmediatistas en eso.

De allí que sea norma para nosotros que la solución, además de ser exitosa, sea también inmediata. Esto es, “lo mío que me lo den ya”. Por eso nos gustó tanto la solución del 11-A porque en un solo día “acabamos” con Chávez. Pero no fue una verdadera solución porque no fue sustentable. El pueblo sacó efectivamente a Chávez, al lograr movilizar a las Fuerzas Armadas producto del crimen del régimen, pero el resto que se requería para hacer definitivo ese paso importantísimo de los ciudadanos, fue la improvisación, la mediocridad y la anarquía de quienes llegaron luego a Miraflores a conducir esa victoria popular, que le permitieron al tirano retomar su posición.

La solución de Venezuela tiene un complejo número de variables. Eso lo demuestra un análisis detallado de la situación venezolana realizado por R. Evan Ellis (1) en el año 2004, basado en la metodología de Dinámica de Sistemas, donde pone de relieve todas las variables involucradas en la desestabilización sociopolítica protagonizada por Hugo Chávez, y la complejidad de sus interacciones (ver análisis de R Evan Ellis, La Desestabilización Sociopolítica de Venezuela: Una perspectiva de la dinámica del sistema sobre la interacción de la retórica de élite, la estructura sociopolítica y la movilización de masas, Actas de la 22ª Conferencia Internacional de la System Dynamics Society. Oxford, Inglaterra. 25-29 de julio de 2004).

La solución no será única, sino una combinación de todas las anteriores, con las variables del estudio de Ellis y muchas otras más, pero con un énfasis especial en el protagonismo del pueblo venezolano. Cualquier salida con estabilidad política para Venezuela pasará por involucrar la participación de los ciudadanos en el destino final del país. La convocatoria Constituyente es el reflejo básico de ese principio constitucional fundamental. Ignorarlo es el error que están cometiendo las élites políticas al despreciar a la gente y usarla en la toma de decisiones, como sucedió el 11-A. No cometamos de nuevo ese mismo error…

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(1) El Dr. Evan Ellis es profesor de investigación de estudios latinoamericanos en el Instituto de Estudios Estratégicos de la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos, y se centra en las relaciones de la región con China y otros actores del hemisferio no occidental, así como en el crimen organizado transnacional y el populismo en la región.