Brasil, crónica de un fraude anunciado

Opinión | noviembre 9, 2022 | 6:24 am.

En algunas ocasiones me han preguntado acerca de por qué escribo “en contra” de los procesos electorales automatizados, dada mi formación en el área de tecnología de la información. Y la respuesta que siempre doy es porque precisamente conozco lo que puede hacer la tecnología para violar los derechos humanos de las personas, en especial el derecho a elegir y ser elegido.

Pues bien, no estoy en contra de que la tecnología de la información sea una herramienta para agilizar los procesos, en especial los electorales, sino de que se hayan erigido como sustitutos de lo que puede el mismo ser humano verificar con sus propios sentidos. Me refiero específicamente al voto.

Si usted acude en unas elecciones a depositar su voto en una caja negra, llamada “urna electrónica”, que no le entrega ningún comprobante que pueda ser verificado por usted mismo al ser emitido, dándole prueba fehaciente de su selección, y que pueda ser auditado posteriormente por testigos de carne y hueso de todas las partes, queda entre usted y esa caja negra cuál fue la selección final de su voto.

De esta manera, “el sistema” podría cambiar electrónicamente su voluntad en cualquier fase del proceso automatizado, ya bien sea en la propia máquina o “urna electrónica”, o en las computadoras del centro de totalización, o peor aún, en cualquier lugar intermedio escondido en las redes entre la caja negra de votación y el centro de totalización. Y usted ni nadie podrá hacer nada para negar o afirmar ese resultado.

Algunos dirán que existen sistemas de auditoría en todas las fases del proceso automatizado, pero también existen igualmente maneras técnicas de evadirlos, para que se desaparezcan sin dejar ningún rastro las pruebas de alguna modificación posterior de los datos y los sistemas. Es por esa razón que debe existir el comprobante físico que el elector haya verificado con sus sentidos y entregue con su selección a un depósito o urna, para que pueda ser contabilizado al final del proceso de elección en la mesa de votación. Eso es como irse de un comercio sin un comprobante o factura física de su compra, y con la cual pueda usted devolverse para reclamar.

De esta manera podríamos hacer un escrutinio, que solo pueden hacer las personas, de todos los comprobantes y compararlos con los resultados que arroja la llamada “urna electrónica”. Ese sería el llamado Escrutinio Manual, a diferencia del Escrutinio Automatizado, que es el que realiza una máquina sin comprobantes. Este fue uno de los fundamentos principales de la histórica sentencia de la Corte Constitucional de Alemania que anuló el voto electrónico en ese país.

Haber hecho ese Escrutinio Manual en todas las mesas, sin desmedro del número de ellas, en todas las elecciones a partir de 1998, nos hubiera ahorrado a los venezolanos la debacle política, económica y social que ahora nos aflige. De haber tenido la posibilidad de hacer ese mismo Escrutinio Manual en todas las mesas en Brasil, estoy seguro de que el resultado hubiera sido otro muy diferente al anunciado.

A pesar de la ausencia de los comprobantes de votación, se están aplicando metodologías matemáticas como las descritas en mi nota pasada, para la detección de anomalías en el proceso electoral, como la comprobación de Newcomb-Benford en grandes conjuntos de datos, que permiten detectar inconsistencias que deben ser investigadas a profundidad.

Además de eso, están saliendo a la luz otros estudios que detectaron anomalías en el reciente proceso electoral de Brasil, al analizar las inconsistencias estadísticas de los resultados producidos por las “urnas electrónicas”, lo que revela, a nuestro juicio, una deliberada intención de manipulación del voto.

El informe acerca de las elecciones de Brasil presentado por un grupo que se autodenomina “Brazil Was Stolen” basado en el estudio directo de datos sobre los resultados presentados a partir de las “urnas electrónicas”, y que fundamentalmente se enfoca en los totales emitidos por los modelos de las máquinas usadas en las dos vueltas de las elecciones de Brasil 2022, se configura como una prueba de una manipulación como la ocurrida en todas las elecciones venezolanas a partir de 2004.

De acuerdo a ese estudio, basado en los resultados abiertos publicados por el Tribunal Electoral de Brasil (TSE), las máquinas previas a los modelos del año 2020 (2009, 2010, 2011, 2013 y 2015), que se ubicaron en poblaciones con 50.000 o menos electores, presentan diferencias en los resultados de la elección para presidente de Brasil, según el modelo de las urnas, en una misma región, con la misma población y características demográficas y geográficas. Se detectaron existencia de al menos dos códigos fuentes en las máquinas. El estudio indica que las “urnas electrónicas” previas al 2020 no fueron auditada.

En la nota de PanamPost se destaca que: “1) En las ciudades con menos de 50.000 electores, las máquinas que datan del año 2020 marcan una diferencia de 10 puntos entre ambos candidatos (44,97 % a favor de Bolsonaro vs. 55,03 % para Lula da Silva). En comparación, en las máquinas no auditadas (previas a 2020) hay 15 puntos de diferencia (42,68 % vs. 57,32 %); 2) En la región nordeste, zona con la «principal diferencia», las máquinas de 2020 marcan 37,08 % a favor de Bolsonaro vs. 62,92 % para Lula da Silva. En las máquinas de años anteriores y no auditadas, Bolsonaro solo obtuvo 25,39 % frente a 74,61 % de Lula. Es decir, 11,7 puntos de diferencia en la misma región entre máquinas auditadas y no auditadas; 3) También en la región nordeste, excluyendo las capitales de esos estados, se registró el mismo comportamiento, pero con 8,7 puntos porcentuales de diferencia”.

Destaca el Informe de «Brazil Was Stolen»: “En el caso de las ciudades con menos de 50.000 electores pueden ver la dispersión del voto mucho más normal en las maquinas que son del 2020, con una diferencia de Lula a favor de 10 puntos, en las ciudades de menos de 50.000 electores. Pero en las máquinas que no fueron auditadas, hay 15 puntos de diferencia. Vuelvo a lo mismo, ciudades de 50.000 personas, ciudades pequeñas no pueden tener tanta diferencia. Entran en un centro de votación familiares, amigos, vecinos, hay 7 maquinas o 5 maquinas modelo viejo y 3 o 4 maquinas del modelo 2020, y el comportamiento de la decisión popular del voto es diferente. Esa variable no es posible…” (ver video del informe, min 40:20). Este informe es consistente con las desviaciones producidas por los estudios que aplicaron la metodología matemática de Newcomb-Benford, en especial en la zona nordeste de Brasil.

Sin embargo, el informe de auditoría finaliza con lo siguiente: “Esto que vieron no es una determinación de que hay fraude, ni una decisión. Esto es información, que sin duda pone en duda el resultado del domingo pasado, donde una máquina se convirtió en una variable de decisión. En ninguna parte del mundo existe que una máquina determina la voluntad popular. No existe. No hay posibilidades de que tú vayas a votar y votes en una máquina si la maquina no está manipulada. Puede ser que Lula no conozca de esto, que su campaña tampoco lo sepa, y que sea un error de los modelos de votación, pero ustedes merecen saber la verdad en Brasil. La región y el mundo merecen saber si Lula es un presidente legítimo o no. Si la voluntad popular principal fuente de la democracia, realmente es tal. Tenemos que saber y tenemos que conocer la verdad…”.

Esta aseveración ingenua de estos técnicos calificados del grupo “Brazil Was Stolen”, excelentes en matemáticas y estadísticas, pero muy deficientes en política, al indicar que “no es una determinación de que hay fraude”, es imposible de sostener. No existe manera que ese conjunto de máquinas hayan sido colocadas en las ciudades y centros correctos al azar. De la misma manera que la prueba de Newcomb-Benford arroje los resultados que presenta sin que se hayan manipulado las cifras de una manera deliberada, como en el caso de Enron. El desconocimiento de las denuncias de fraude técnico realizadas en Venezuela al indicar que “En ninguna parte del mundo existe que una máquina determina la voluntad popular”, lamentablemente no fue de ayuda para prever las consecuencias del uso de un sistema automatizado sin garantías.

Este informe confirma la existencia de la crónica un fraude masivo anunciado en las elecciones de Brasil en las dos vueltas, y solamente por no poseer un sistema capaz de garantizar un escrutinio manual. Y el único responsable de este fraude es el ex convicto Lula Da Silva, quien definitivamente no es legítimo al haberse robado unas elecciones, como lo ha hecho el régimen castro-chavista-madurista desde el año 2004 en Venezuela.

Esperamos que el gobierno legítimo del Presidente Jair Bolsonaro marque un hito histórico al desconocer ese triunfo fraudulento realizado a través de mecanismos electrónicos, e impulse a la brevedad posible una reforma a fondo del sistema electoral en Brasil. El desconocimiento de los sistemas automatizados sin la debida garantía de transparencia por parte de un país como Brasil, sería el primer paso para el rescate del resto de los sistemas electorales de Latinoamérica. Los venezolanos se lo agradeceremos.

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