¿Ramos Allup, Nicolás o Guaidó?
De los tres, ¿quién será más sinvergüenza? Nada sencillo el definirlo. Una trio de personajes venezolanos, dirigentes políticos para más señas, que durante los últimos años han destacado por una desfachatez en grado superlativo, actitud malsana en su conducta pública, de graves consecuencias para Venezuela.
De primero en la lista colocamos a Henry Lisandro Ramos Allup. Por mérito propio debe ser considerado decano en estas lides más allá del factor generacional. Con dilatada trayectoria política especialmente en el ámbito parlamentario, de indiscutibles dotes intelectuales tanto en materia jurídica como en el área propiamente política, su vida pública lo señala como una persona sumamente capaz de alcanzar y sobrepasar los retos establecidos aún en medio de escenarios adversos. Para ello se ha valido de su mentada sapiencia que aunado a su experiencia le hacen difícil de doblegar cuando de alguna liza se trate.
Pero es el caso que ¨No hay crimen perfecto¨ y llegado el Régimen de Facto Socialista y Genocida, Henry Ramos estimó posible continuar sus trapisondas sin mayores inconvenientes, sobremanera manteniendo la imagen irreprochable a prueba de escándalos, más allá de las típicas sospechas en contra, pero siempre carentes de «pruebas». Así llegamos al año 2016 en ocasión de seleccionar al Presidente de la Asamblea Nacional, para el primer año de un periodo de 5. Entre sus colegas parlamentarios más pudo entonces la creencia en su capacidad de «zorro viejo» capaz de confrontar con éxito al socialismo en su ambiente escatológico, que la sana prudencia de evitar a quien nunca fue ejemplo de honradez. Una vez fracasado en la gestión antedicha, el mayor de su carrera, inicia en Venezuela una profusa campaña develando una a una las relaciones económicas non sancta de sus familiares más cercanos con el régimen socialista, en grado tan variado y cuantioso que le resultó imposible desvincularse. Sin embargo al día de hoy continúa liderando a un sector de su organización política, siempre con la venia del socialismo dominante.
De seguidas nos topamos con Nicolás Maduro Moros, el tirano socialista de turno, heredero de Hugo Rafael Chávez Frías al frente de su régimen de facto. Carente de capacidad como gobernante su llegada al poder presagiaba cualquier cosa menos bienestar para la sociedad venezolana, y por supuesto la desvergüenza estaba llamada a constituirse en el sello de su accionar. Inició cohonestando la farsa respecto a la fecha en que falleció el tirano Hugo Chávez, allanando así el camino para su propia candidatura presidencial, una evidencia de su naturaleza depravada, presunción confirmada cuando estalla el escándalo sobre su nacionalidad, justo en medio de la campaña electoral presidencial. De colofón para esta etapa tuvo lugar el fraude comicial, público, notorio y comunicacional que le permitió formalizar su primer periodo presidencial con la aquiescencia de la llamada ¨oposición oficial¨ encabezada entonces por el candidato presidencial demócrata Henrique Capriles Radonski.
Superado ese primer ciclo, al tirano de turno le ha bastado con fortalecer el dominio sobre la oposición oficial para garantizarse así la permanencia en el poder, aún en medio de un genocidio certificado por la comunidad democrática internacional, la que incluso ofrece recompensa por su captura en razón de los graves delitos que se le imputan.
Por último, y no por ser menos relevante su repudiable proceder, tenemos al ingeniero Juan Gerardo Antonio Guaidó Márquez, designado por carambola Presidente encargado de la República en enero de 2019, con el mandato de encabezar el restablecimiento del orden constitucional a través del Cese de la Usurpación, Gobierno de Transición y Elecciones Libres. Para ello la Carta Magna le otorgaba el lapso de un año. A la fecha presente Juan Guaidó cumplió tres años ejerciendo un cargo para el que cuenta con un presupuesto que se ha negado a cuantificar públicamente, igual de negado como está a rendir cuentas sobre el destino de los respetivos gastos, con el agravante de una falta absoluta de resultados en relación a la precitada encomienda constitucional. Igual su organización política le promueve como abanderado para las venideras elecciones primarias llamadas a definir la jefatura del movimiento demócrata nacional. Juzgue usted mismo cuál de ellos será el peor.
«Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto«. Cardenal de Retz (1613-1679) Político y memorialista francés
Oración y trabajo