Apretando la tuerca
Todo el saber y el progreso humano se basa en la sencillez de apretar la tuerca. Alguien descubre un asunto, es útil, y después otro le añade algo novedoso y allí aprieta la tuerca.
En la física las apretadas de tuercas son clarísimas, Aristóteles creía que la flechas eran empujadas por el viento. Galileo, en la torre de Pisa, vino a demostrar que todo cae a la misma velocidad y el viento no tiene nada nada que ver y Newton con su manzana (tan conocida como la de Eva) le dio tres vueltas a la tuerca de la física y muchos pensaron que ya se había explicado todo con fórmulas clarísimas y precisas. Pero luego vendrían otros traviesos que harían temblar las “verdades”. Uno, Niels Bohr, con su propuesta de modelo atómico y ya jurungando al mundo cuántico y Albert Einstein con su teoría de la relatividad. Y de seguro esta no es la última apretada de tuerca, la extraordinaria teoría de cuerdas, por ejemplo, puede ser el nuevo y gran apretón.
En la pintura es fácil ver los apretones. Velázquez en su exquisita perfección, Goya, tocado por Velázquez, pero ya, en anticipación a su tiempo, pintando las paredes de su casa en lo que hoy llaman pinturas negras y Picasso, tocado por Goya, mostrando el mundo con lo simple y conmovedor de sus trazos. Los tres españoles y en una misma línea, siempre descubriendo y siempre creando.
En los aparatos, de cualquier tipo, los apretones son aún más frecuentes. La lavadora más eficiente, el horno que cocina más rápido, el TV con más canales, el celular con más memoria, el internet con más velocidad, el carro con más accesorios. Los de buena edad, como el que escribe, recordamos como la interacción con las viejas computadoras era mediante unas tarjetas perforadas y los cálculos matemáticos los hacíamos con unas tablillas deslizantes que curiosamente llamábamos “regla de cálculo”. Muchos apretones han sucedido desde aquellos días hasta tener estos maravillosos aparatos de hoy que, de seguro, pronto serán desplazados por un nuevo apretón de la tuerca.
El mundo de la energía es otro ejemplo evidente. Pasamos de la leña, al carbón, al petróleo, al gas, a la energía nuclear, a las celdas solares, a los generadores eólicos, El apretón final debe ser la fusión nuclear. Energía ilimitada y sin peligro. La fuerza del sol metida en una caja.
Y cualquier asunto de nuestra cotidianidad es lo mismo. La cocina, a pesar de la inmensidad de sus buenísimos platos, sigue explorando añadiendo texturas y sabores. La moda en el vestir, que a veces parece retroceder, no deja de buscar telas, colores e impresiones. Nuestro mundo es el producto de los apretones de tuercas de nuestros anteriores y quién mejor lo describió, y además con mucha humildad, fue Sir Isaac Newton, tal vez el mayor genio de la historia, “He visto más porque me subí a los hombros de los gigantes” (reconociendo a los muchos que habían aportado a la ciencia antes de él)
En asuntos de bienestar y salud los apretones de tuerca han sido impresionantes. La esperanza de vida, como planeta, es la más alta en la historia de la humanidad y el porcentaje de pobres es el más bajo. No así en Venezuela donde la tuerca se aflojó y la esperanza de vida bajó y la pobreza toca al 90% de la población.
En los asuntos de política las tuercas también se aprietan. Hemos venido de la era de la espada y la fuerza a una donde la razón y la inteligencia campean. Seguimos dando tumbos entre la derecha y la izquierda, pero no hay duda que llegaremos a un criterio uniforme de cómo hacer buena política y como hacer un mejor gobierno.
En la Tierra de Gracia, hoy sufrimos de unos gobernantes pésimos, demostrado sin necesidad de retórica. Allí están las notas del aplazado en su trabajo. La inflación más grande del mundo 112%, La caída del PIB más grande de la historia 80%, el riesgo país más abultado de la tierra 56.000, el descenso de la esperanza de vida de 72 a 68 años, el atroz desempleo de 50%, la pérdida de ingresos por la baja producción de petróleo de 90.000 millones de dólares al año, casi un millón de niños y jóvenes fuera de las escuelas, 47% de los maestros se han ido o cambiado de oficio para comer y 7 millones y pico de compatriotas que se tuvieron que ir de su tierra buscando algún horizonte para sobrevivir. Esos son algunos de los muchos los números infames.
Estos tipos son malazos superlativos para gerenciar y en vez de apretar las tuercas del progreso las aflojaron y, además, las botaron largo al carajo. Vamos a tener que reconstruir a Venezuela en todo y es una gran oportunidad para hacerla mejor que nunca. Pero primero hay que sacar a estos mandones a punta de votos y parece que ya estamos muy cerca de eso. Que nadie se queda en la casa ese día.