China imperial
Para entender el comportamiento de la sociedad china debemos trasladarnos en primer término a sus grandes pensadores, entre ellos Confucio, quien con la expresión “todo bajo el cielo” sembró la cultura supremacista del “pueblo elegido”, un centro en donde comienza y termina la humanidad, idea sembrada además en el ideario popular, creando de esta manera la cultura de superioridad sobre otros pueblos.
Con el transcurrir del tiempo, buenos y malos periodos, China no renuncia a sus convicciones imperiales, por eso el “todo bajo el cielo” sigue vigente y además potenciado con las doctrinas modernas adoptadas por sus tres últimos grandes líderes, Mao Zedong, Deng Xiaoping y Xi Jinping, cada uno con su estilo característico, pero todos enmarcados en un acuerdo y estrategia nacional basados en “Un país, dos sistemas” y el “desarrollo pacífico”.
Estas tres grandes líneas de pensamiento y acción resumen a la China de hoy e indican hacia dónde quieren llegar, han sido perseverantes, pacientes y obedientes en no desviarse del camino, los resultados confirman que se encuentran en la ruta correcta y por eso el año 2050 lo han decretado como el año en donde se convertirán en la más grande potencia e imperio del siglo 21, aspiración que seguramente tendrá resistencia de las otras grandes potencias mundiales, quienes se lo harán difícil.
El gran imperio del siglo 20 ha sido Estados Unidos y sus aliados, sin embargo, hoy China es capaz de sentarse frente a frente con estos y competir, una rivalidad “tragicómica” porque fue Estados Unidos quien hizo posible esta alianza que ha permitido el ascenso vertiginoso chino. China jamás hubiese podido conseguir el lugar que ocupa hoy sin las inversiones occidentales, el capitalismo, en su objetivo de maximizar ganancias, pensó que las bondades ofrecidas por China, de una mano de obra barata, sumisa y controlada, podía servirle para sus intereses económicos, pero el resultado final indica que el mejor beneficiado fue China, quienes con inteligencia se adueñaron de tecnología y conocimiento para desarrollar industrias y productos que hoy compiten con ellos y que inclusive hoy los superan, la tecnología 5G o los misiles hipersónicos son una muestra de ello.
Situación está que nos obliga a revisar el sistema capitalista y su relación con los sistemas políticos, porque demuestra que esta puede servir sin problema a sistemas autoritarios, brindándole así provechosos beneficios económicos para consolidar sistemas antidemocráticos que terminan poniendo en riesgo las libertades humanas, hoy garantizadas por la Democracia.
Después de múltiples debates y lecturas he llegado a la conclusión que uno de los promotores de la invasión de Rusia sobre Ucrania fue China, no es casual que días antes del inicio del conflicto los dos grandes líderes de ambos países se hayan estrechado las manos en señal de “buenos amigos” además de firmar varios documentos de cooperación, reforzando lazos que han venido construyendo en los últimos tiempos, los une un sentimiento antidemocrático y el deseo de desplazar a Estados Unidos como primera potencia mundial.
El conflicto no ha beneficiado a Rusia, pero tampoco a Occidente; sin embargo, China a pesar de la desaceleración económica mundial sigue siendo el gran ganador, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), las previsiones de crecimiento del 2022 y 2023 serán para China el doble de lo que se espera para el resto del mundo, de tal manera que la sociedad democrática mundial debe revisar toda esta situación con mucha cautela para buscar mecanismos que puedan frenar sistemas políticos autoritarios y así no pongan en peligro la economía mundial y la Democracia, todo un reto cuyos únicos adversarios son radicalismos y extremos inoculados por los propios sistemas autoritarios, una trampa en la que no se puede caer, la Democracia contraria al autoritarismo es tolerancia, acuerdo y sobre todo respeto a la Dignidad Humana.
@lombardijose