La «buena suerte» del socialismo criollo
Resulta casi inexplicable que a partir del 11 de abril de 2002 el régimen de facto socialista y genocida dominante en Venezuela no haya sido confrontado por una dirigencia opositora merecedora siquiera de respeto, salvo destacadas excepciones que sobra mencionar acá por ser del conocimiento público su gallardía en medio de tanta mediocridad.
En tal sentido vale la pena recordar que ante la propia «Masacre del 11 de abril» la dirigencia demócrata evidenció una pequeñez inaudita, tara que permanece al tiempo presente con las consecuencias trágicas del todo conocidas.
No se trató solamente del «vacío» opositor una vez que el Teniente Coronel Hugo Chávez retornó al Palacio de Miraflores solo gracias a la fuerza militar, ello a pesar de una renuncia pública, notoria y comunicacional. Es que también destaca en el peor de los modos el comportamiento irresponsable y esquivo del movimiento demócrata criollo ante el fallido Paro Cívico Nacional de finales de ese 2002.
De allí podemos trasladarnos hasta el 15 de agosto de 2004 en ocasión del llamado Referendo Revocatorio Presidencial, a nuestro entender, la última tratativa seria para restablecer el orden constitucional de Venezuela por vía electoral. En ese entonces, una vez que el régimen socialista ejecuta su característico fraude electoral, nuestra dirigencia demócrata nacional actuó conforme a su típica pusilanimidad, donde la inacción y el vasallaje resultaron inocultables.
En lo adelante la decadencia opositora es simplemente procaz en tal dimensión que parecen competir entre sí por el mejor performance colaboracionista y traidor.
Nos queda el consuelo que brinda la historia, la sociología y el sentido común cuando afirman de manera categórica que toda crisis tiene fecha de caducidad; por ende esta ausencia de un liderazgo patriota, apto para confrontar y vencer al sistema socialista dominante tampoco será la excepción
¡Ni Un Paso Atrás! Oración y trabajo.