Castigo para los crímenes del socialismo
Resulta pertinente puntualizar sobre esa verdad ya conocida: Toda falta requiere de un justo castigo para así evitar la impunidad. Una afirmación tan elemental para la convivencia humana, que sin embargo resulta denostada en el ámbito de la política. Veamos.
El nacionalsocialismo y el fascismo, par de ideologías intrínsecamente violentas, en su oportunidad fueron objeto de publicitados juicios penales que derivaron en sentencias condenatorias contra sus principales jerarcas, procesos que sirvieron de fundamento para su marginación legal y social como alternativas de poder político. A contracorriente, el socialismo, doctrina mucho más letal que las precitadas, aún no recibe sanción en razón de los graves delitos promovidos en medio de sus postulados.
Cómo negar que el fortalecimiento exponencial del Partido Comunista Chino es solo posible gracias a la tolerancia injustificable del mundo democrático frente a los delitos inenarrables que esa organización comete en contra del pueblo chino, verbigracia la Masacre de Tiananmén por solo mencionar uno de las más recientes. Pensemos igualmente sobre el destino de un Vladimir Putin, si el Partido Comunista de la antigua Unión Soviética hubiere sido objeto de escrutinio y debido proceso por las atrocidades ejecutadas a lo largo de su ilegítimo ejercicio del poder en aquellas tierras eslavas.
Pero no, a la fecha presente el socialismo, legítimo representante de las sempiternas ideologías colectivistas, continúa rampante, estafando, esclavizando y exterminando sociedades enteras al tiempo que pretende erigirse en adalid de la moral política, obviando su responsabilidad en más de ciento veinte millones de asesinatos a nivel mundial, acaecidos durante los últimos cien años.
Cómo puede extrañar entonces que el genocidio venezolano en curso resultare insuficiente lección para neutralizar las acometidas del socialismo en América Latina, que amenaza hoy a la hermana República de Colombia y a nuestro vecino Brasil; de hecho ya es la fuerza política dominante en Bolivia y Argentina, con riesgo de perpetuación. Nunca es tarde para hacer justicia ¡Viva la República de Venezuela! Oración y trabajo.