Los sinvergüenzas y el socialismo
Si alguna costumbre hace daño cuando se trata de liberar un país es precisamente la condición de sinvergüenza. Porque el sinvergüenza a diferencia de las personas honradas tiene la particular capacidad de anular a voluntad la turbación de conciencia que emerge naturalmente cuando se llega a cometer un acto indebido.
Sobra decir el peligro que implica tal habilidad, que unida a esa otra de engañar hacen de sus practicantes auténticos enemigos de la sociedad.
Reflexionemos ahora sobre lo que puede ocurrir cuando un país se encuentra dominado por una dirigencia política que salvo muy nobles excepciones destaca precisamente por su condición de sinvergüenza, llamada coloquialmente: Cara de tabla.
Es el caso de la Venezuela secuestrada por el socialismo y su falsa oposición. Vale destacar que esa doctrina del mal se especializa en cultivar y potenciar ese vicio en todos aquellos que coyunturalmente le resultan de utilidad, tal es el caso de la auto designada oposición venezolana.
Esta última ejecuta una de sus más depuradas exhibiciones de su condición sinvergüenza cuando se atreve a promover la cohabitación con el régimen de facto socialista en el poder, a sabiendas que este es responsable del genocidio en curso en virtud de haber sido esa misma dirigencia la que motorizó en su oportunidad el reconocimiento internacional del socialismo criollo como Estado Forajido, por cuyos líderes se ofrece incluso recompensa pública.
Resulta obvio afirmar que la recuperación de nuestra democracia conforme al artículo 250 de la Constitución de la República de Venezuela del año 1961 pasa por contar con una dirigencia anti socialista destacada precisamente por su patriotismo y honradez, muy alejados de esa condición sinvergüenza. Oración y trabajo.
