El fracaso político venezolano
“Frente a una muchedumbre, los mediocres son los más elocuentes” Eurípides
Trataré de analizar las posibles causas que han sido determinantes en el fracaso de la política nacional de los últimos años. El el ánimo es el de contribuir a que nos revisemos y hagamos una reflexión de los aspectos que debemos mejorar para intentar destrabar la paralización en la que nos encontramos e iniciar una reversión del espantoso daño de tener un país sumergido en el caos, la división y el atraso.
El desenfoque de los políticos y sus agrupaciones partidistas es evidente. En lugar de dirigir sus acciones hacia la resolución de los problemas de la gente han elegido generar sus propios problemas políticos para terminar como el perro que gira incansablemente tratando de morder su propia cola que no conseguirá, un desgaste de tiempo y esfuerzo innecesario que desvirtúa el espíritu de hacer política.
La mediocridad y ausencia de inteligencia de los actores políticos es notoria. Ser político es una profesión como cualquier otra en la que se requiere formación adecuada para ejercerla. Imagínense a un enfermo que desea sanar en manos de un herrero. Es evidente que las cosas no saldrán bien. No necesariamente se debe estudiar ciencias políticas, pero sí es necesario una formación mínima que permita desarrollar con honestidad y responsabilidad la acción política, formación esta que se consigue a través de las casas de estudios y de las organizaciones políticas quienes deben priorizarla ¿hoy en Venezuela cuantos actores políticos son formados y cuantas organizaciones políticas se preocupan por formar su dirigencia?
La mediocridad trae inevitablemente muchas cosas malas, entre ellas la corrupción. Los actores políticos y sus organizaciones están plagadas de corrupción y es el legado hereditario para las nuevas generaciones, haciendo inevitable su reproducción social y generando un enjambre que crece y penetra en todos los niveles. A esto sumémosle la centralización partidista en donde las decisiones comienzan y terminan en la cabeza de un caudillo autoritario.
Terminan ejerciendo la política despóticamente, pero arropados por un velo democrático del que carecen.
Resolver estas desviaciones no es complicado, pero se requiere de voluntad y desprendimiento. Deberíamos hacer un esfuerzo por promover la formación política de las nuevas generaciones, tratar de identificar los políticos honestamente formados y empezar a brindarles oportunidad, descentralizar las viejas y nuevas organizaciones políticas a través de la municipalización partidista y permitir autonomía de decisión a ese nivel, conectar de nuevo con los problemas de la gente y ser promotores de soluciones en vez de conflictos, todo esto es posible, pero como comente anteriormente, hará falta voluntad y desprendimiento, la esperanza me ha enseñado que siempre es posible.
@lombardijose