El infinito, la respuesta al todo

Opinión | febrero 1, 2022 | 6:26 am.

Desde los primeros tiempos, cuando el hombre empezó a razonar, se han planteado teorías sobre la creación. Al principio fueron bastante modestas y el poderoso sol era el preferido, pero con el tiempo se fueron añadiendo más personajes y complicaciones y se concentraron en lo que hoy llamamos creencias y religiones.

Por ejemplo, el hinduismo plantea unos dioses principales como Brahma, Shiva y Visnú y también sus avatares o encarnaciones terrestres siendo Krisna la más conocida. Del mismo modo cada religión posee sus estilos dando la explicación a las preguntas grandes como la creación, de donde vinimos, que debemos hacer y hacia donde vamos.

Evidentemente las respuestas hasta ahora son solo vía de la fe pues a nadie se le ha ocurrido buscar una fórmula o realizar una experiencia que pueda probar la existencia de un creador. Algunos se maravillan frente a la inmensidad del cosmos y su complejidad y lo utilizan como una sólida evidencia de la existencia de un ser superior.

Pero lo cierto es que las grandes preguntas siguen sin respuesta y solo podemos especular. Una de las tendencias del hombre de nuestros días es a no preocuparse mucho por estas cosas y a vivir bastante apartado de lo religioso, de manera que quizás en el futuro exista una gran parte de la humanidad con creencias religiosas y otra gran parte apartada de los asuntos de fe.

Sin embargo, no hay duda que cualquiera de esas posturas tiene puntos de coincidencia y uno de ellos es el infinito. Se crea o no en un Dios se necesita del infinito para explicar nuestra realidad. Un Dios infinito y creador o un universo infinito en el tiempo. Curiosamente aceptar, por ejemplo, un infinito de tiempo de ahora en adelante es bastante más fácil que aceptarlo hacia atrás, pero lo cierto es que si no aceptamos la existencia del infinito no hay forma de explicar nuestra existencia.

Este punto es muy importante pues al concebir al infinito, necesariamente, para explicar la creación vía Dios no habría dificultad para aceptar, entonces, el posible infinito en todo lo demás. Imaginarnos un espacio infinito, con un contenido infinito y en un tiempo infinito reta a nuestra comprensión, pero, sin lugar a duda, cualquier explicación que le queramos dar a nuestra existencia necesita que aceptemos al infinito como una realidad incuestionable.

Al aceptar el infinito, todo lo demás es más fácil. Tendríamos infinitas oportunidades de que surgiera la vida y, además, que se llegase a un ser racional para maravillarse del todo, para tratar de vivir feliz y sin preocuparse mucho de su futuro que también será infinito.

Dentro de ese escenario está el planeta Tierra, una micro partícula en la inmensidad del universo que si mañana desapareciera nada pasaría y nadie se enteraría. Y dentro de esa diminuta partícula estamos los venezolanos. Así que nada de lo que hagamos tiene importancia alguna para el infinito universo.

Esta perspectiva posee la ventaja de empujarnos a ser humildes y obligarnos a comprender donde estamos parados. Además, poca duda hay de que todos queremos vivir felices, un poco a lo que decía Epicuro, de manera que buscamos lo que ayuda a esto y despreciamos lo que no nos deja ser felices.

El impulso del desarrollo humano siempre ha sido la búsqueda de lo que nos hace felices y así seguirá siendo. La crueldad venezolana de que sus hijos deban emigrar buscando la felicidad en otra parte es violenta en afirmar que estamos en una situación incorrecta. No hay que buscar mucho para encontrar a los responsables, de manera que no hay duda que el combate que se hace para que esto cambie está en sintonía con lo bueno y con el universo.

Independientemente de nuestras creencias nos une la concepción del infinito y de allí venimos. Nuestra oportunidad de vida quiere a gritos el ser feliz y lo que lo impida está mal. Cualquier acción para eliminar lo infeliz está en sintonía con lo infinito y eso es lo correcto.

Todos los que buscamos salir de este infierno venezolano, que causa inmenso dolor a la mayoría, no debemos tener duda alguna de que lo estamos haciendo bien. Yo no sé si estar unidos o no en contra de este régimen forajido importa mucho, pero lo que sí importa es hacerlo como patriotas. Hay que combatir a todos los que nos hacen mal, al régimen, a los alacranes y a los alacranes invisibles.

El infinito está de nuestra parte y eso no es poca cosa.

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