La corrida de toros y la de Maduro

Opinión | enero 25, 2022 | 6:26 am.

Contaba mi padre una anécdota sobre un familiar lejano que se había empeñado en ser torero. El asunto fue poco antes de la guerra civil española y sucedió en Madrid donde mi padre, en aquel tiempo, vivía.

Resulta que este primo había avanzado mucho en el arte del toreo y llegó el día de su primera novillada y así se hizo con todo el protocolo, música y público, de una corrida. Los padres del primo torero, emocionados por el debut de su retoño, invitaron a todos los familiares y amigos al magnífico e importante evento en la carrera del joven.

Pero quiso la suerte que le tocase un novillo bravo y del tamaño de un toro entero y, aparentemente, la impresión que le causó la bestia al primo fue tan grande que, para gran sorpresa de todos los que habían ido a verle, se negó a salir al ruedo a torear. Así que con gran pena debieron todos marcharse a casa y por supuesto fue el tema obligado de conversación por bastante tiempo por el bochorno y la mala imagen familiar que había provocado el toreador fallido.

Por supuesto, con el tiempo, ese implacable río que siempre lima los picos, el cuento se volvió chanza y de cuando en vez se usaba para bromear.

Nos vino esto a recuerdo pues pareciera que aquel caso de evidente culillo se está repitiendo en Venezuela con el caso del referendo revocatorio presidencial que venían adelantando algunos grupos políticos y personalidades de oposición.

Aunque había discusión sobre la conveniencia o no del referendo, lo cierto es que más del 80% de los venezolanos opinaban favorablemente a que se hiciese como una forma de terminar con este disparatado período de la historia patria.

Pero quiso el diablo que, al mismo tiempo, ocurrió en el estado Barinas un hecho insólito en donde, después de una elección a gobernador donde ganó un opositor, el régimen usó a su obediente Tribunal Supremo de “Justicia” para anular la elección y ordenar repetirla a los pocos días.

Con el propósito de ganar a toda costa esta segunda elección, el régimen usó recursos de todo tipo, repartió comida, neveras y lavadoras, la presencia militar aumentó muchísimo y un enjambre de funcionarios diversos aparecieron de pronto en Barinas. Los hoteles se llenaron y nunca se vio la región tan atendida al punto que hasta gasolina había a montón. También sabotearon al candidato opositor en todos sus actos y el caso regional se convirtió, por el decido empeño de los rojos en ganarlo, en una puja nacional entre el régimen y sus opositores cual si se tratase de un plebiscito. A consecuencia de tantas marramucias muchos daban por seguro el triunfo del candidato oficialista.

Pues a pesar de todos estos caramelos de cianuro los ciudadanos de Barinas no comieron el cuento, salieron a votar y lo hicieron por el candidato de oposición quien ganó “de rabo alzao” y no hubo manera de hacer más trampas.

Esta experiencia, de haber sido terriblemente derrotado en Barinas, a pesar de todo el ventajismo y los recursos empleados, le hizo claro al régimen que la gente estaba decidida y que podían ganarle cualquier elección.

Así que esto se trasladó a la iniciativa del referendo revocatorio y Maduro y sus cómplices entendieron muy bien que, si se hacía, lo perderían. Así que no tardaron en usar a sus cancerberos en la directiva del CNE para inventar un procedimiento absurdo e incumplible y, así, eliminar el peligro.

El toro bravo que había salido en Barinas llenó de terror a Maduro y ni de vaina se iban a arriesgar ir a otro proceso electoral. Maduro se metió al burladero (curiosa coincidencia de nombre) de la plaza y no salió a torear por el enorme miedo que le tiene a los ciudadanos ansiosos de que se marche y los deje vivir en paz.

Evidentemente la obscena trampa creada por el CNE para desvirtuar el referendo ha escandalizado, por su rudeza casi hamponil, a todo el país y hará lo mismo con todos los países amigos. Si quería volver a mostrarse como un dictador, Maduro lo hizo de nuevo, pero al mismo tiempo demostró su cobardía ante la real voluntad de los venezolanos.

Pero la lucha sigue y nadie se va a detener por las trampas del régimen. Por el contrario, pareciera que el “arrecherómetro” sube en la escala y crea nuevos bríos a los que sentimos indignación por el trato que este gobierno forajido les da a los ciudadanos, olvidando que, en democracia, el real poder reside en el pueblo.

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