Las peores expectativas para Chile
Se confirman las peores expectativas para Chile. Gabriel Boric gana por 12 puntos. Probablemente el nuevo gobierno de ultraizquierda hará un giro centrista por aquello de la dura realidad que impone la economía. Los socialistas y comunistas siempre mienten, sobre todo a su propio electorado. Sin embargo, el ambiente de negocios será menos atractivo para los inversionistas.
En el mediano y largo plazo, la clase media y los más pobres pagarán los platos que se romperán con menos empleo y oportunidades. Esperemos que no por el bien de Chile, pero los augurios no son buenos.
Un Chile que logró en 30 años reducir la pobreza de 70 a 10% de la población, ha confirmado hoy que quiere dejar atrás su exitoso modelo.
Parece el colofón de una crisis provocada. Hace poco más de dos años Chile fue objeto un concertado ataque por parte de la extrema izquierda internacional. Lamentables escenas de iglesias en llamas e infraestructuras vandalizadas de Santiago y otras ciudades del país mostraban la virulencia de los disturbios que amenazaban en transformarse en una verdadera sublevación. La crisis puso a prueba el enclenque liderazgo del presidente Piñera, quien mostrándose débil y desnortado, no tardó en ceder en negociaciones que llevaron a la convocatoria de una asamblea constituyente que las fuerzas revoltosas terminaron dominando.
Mucho populismo. A Chile además de mayores tensiones provocadas por el revanchismo allendista, la corrección política y las tiranteces del indigenismo regional, le esperan reformas “heterodoxas” en materia económica. Impuestos a la riqueza y subidas de tasas impositivas, nacionalización del celebrado sistema chileno de pensiones ya bajo peligro con incautaciones gubernamentales, mayores costos laborales, tasas de crecimiento menores en la post pandemia, debilitamiento de la institucionalidad y aumento de la prima del riesgo país.
Queda demostrado que todos los países iberoamericanos que en algún momento de la historia levantan cabeza y mejoran su economía y bienestar ciudadano, terminan por recaer ante la inestabilidad política. Argentina, Cuba, Venezuela, Perú, México, Uruguay,…
La ingobernabilidad que dejó el traumático proceso de independencia no le ha permitido a ningún Estado levantar cabeza. Sólo la estabilidad política que aportaría una estructura supranacional puede acabar con este mal atávico y protegernos contra el avasallamiento por las potencias actuales y futuras.
Twitter: @WolfgangUMolina