El arte de delegar

Opinión | diciembre 28, 2021 | 6:26 am.

Si bien delegar funciones es algo cotidiano, en determinadas circunstancias tenemos miedo de hacerlo y entonces cargamos a cuestas más de lo que podemos entorpeciendo la dinámica de los procesos.

Cuando la madre envía a su hijo a comprar algo en la bodega está delegando. Ella confía en el niño y también sabe que el bodeguero lo tratará bien. El dueño de la arepera delega la preparación de las tostadas en jóvenes atentos. El cura delega la recolección de las limosnas durante la Misa en algún creyente conocido.

También los procesos de compra venta están asociados a una delegación originaria. En algún momento de la edad media los habitantes del pueblo delegaron en el señor Manolo el hacer las calzas para todos y en el señor Rufino el traer en su burro el agua necesaria para los paisanos. De esta manera se fueron creando las especializaciones y en el mundo actual cuando compramos una camisa hemos delegado su confección a alguien.

Todas las empresas e instituciones funcionan usando la delegación. De esta forma, cada uno se encarga de alguna labor específica y, entre todos, se hace que la cosa funcione y cumpla su cometido. La mayoría de los países usan la delegación en su división político territorial y forman estados y estos a su vez municipios. Pero a pesar de ser algo tan extendido, no siempre ocurre y en miles de casos se elige delegar poco o no delegar comprando con ello el boleto a perdedor.

La delegación, vía la descentralización del poder en todos los países, es una banqueta de tres patas y las tres deben existir para que se sostenga. Una pata es la descentralización política, esto es que las regiones escojan sus gobernantes. Otra pata es la descentralización administrativa, esto es que las regiones gerencien sus escuelas, hospitales, aeropuertos y un gran etc., y la tercera pata es la financiera de forma que las regiones cobren sus impuestos y con ellos construyan el tesoro regional que servirá para su desarrollo.

En Venezuela sucedió la descentralización política con la elección de gobernadores, alcaldes y cuerpos legislativos por voto popular. También tuvimos un intento serio y exitoso durante el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez de descentralización administrativa (desbaratada luego por el chavismo) pero nunca hemos tenido ni un solo gramo de descentralización financiera. Todo se sigue haciendo vía el llamado “situado” que significa que, de todo lo que se recoge por impuestos, regalías etc etc, el gobierno central se queda con el 80% y reparte el 20% entre los estados o sea menos del 1% para cada uno. (si no lo creen lean el artículo 167 de la Constitución).

Evidentemente la descentralización de Venezuela hacia sus estados y municipios es una necesaria obligación para un nuevo gobierno luego de salir de los bicharracos rojos y hay que hacerlo hasta como elemento estabilizador de la democracia. Algunos opinan que una buena descentralización, habría generado la suficiente riqueza y bienestar regional como para impedir que la aventura chavista sucediera. Solo con el impuesto al valor agregado, los gobiernos regionales habrían tenido suficiente dinero para su desarrollo.

Uno de los elementos importantes es el definir que se descentraliza y que no. La regla de oro es descentralizar todo y conservar algunas muy pocas cosas en forma centralizada para mantener la coherencia como Nación. Por ejemplo, los hospitales y todo lo relacionado con la salud se descentraliza, pero se conserva un pequeño grupo central para llevar estadísticas nacionales o para promover algunas pocas directrices para los estados. De igual manera los asuntos de vialidad se delegan, pero existe una guía centralizada sobre los avisos de tráfico (color y tamaño de letras, por ejemplo) y sobre el ancho de las vías.

La misma Fuerza Armada puede descentralizarse y reportar al gobernador de cada entidad. Habría un Alto Mando para mantener la coherencia, pero los comandantes regionales operarían como si de un estado independiente se tratara.

Descentralizar es una forma delegar, pero tiene las limitaciones ocasionadas por el talento. En efecto, los municipios deben contar con personal especializado en muy diversas materias para que la delegación tenga éxito. Ir más allá en cualquier tipo de delegación puede ser un error garrafal al creer que los ciudadanos poco preparados pueden asumir labores de gobierno. Esto es lo que ocurre con la febril idea de las comunas muy promovidas por los atarantados rojos. Hasta ahora, solo algunas comunas fuertemente financiadas por el régimen sobreviven, pero la gran mayoría murió al nacer. La verdad verdadera es que las comunas son el método comunista de control y opresión ciudadana.

Delegar es todo un arte y no hay forma de evitar que ocurra. El mismo crecimiento poblacional empuja a dividir las regiones por la misma razón que el dueño de una empresa delega: lo hace porque no puede atenderlo todo y, si, además, quiere crecer y añadir sucursales a su negocio, no tiene otra opción que delegar.

Ese es el horizonte correcto para Venezuela. Ser un estado Federal descentralizado. De paso ni siquiera lo estamos inventando, está clarito y gritando en el artículo 4 de la Constitución.

Valga la ocasión para desearles a mis estimados lectores un excelente 2022.

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