El extraño caso de Guaidó y los partidos del G4
Algunos amigos me han llamado desde el domingo 21N para pedirme opinión acerca de los resultados de unas elecciones regionales que siempre he denunciado como írritas e ilegitimas, comenzando por la entidad que cuenta los “votos”.
Entonces, ¿cómo se puede dar una opinión acerca de un “proceso electoral” que no es de ninguna manera un proceso electoral? Sí, es verdad, el régimen y su oposición comprada montaron un circo que se parece a una elección, incluso con “resultados electorales” que favorecieron en algunos Estados a esa oposición. De mi vieja Escuela de Computación rescato algo que era considerado axiomático, “si le metes basura a un sistema solo puedes obtener basura”. “Garbage in-garbage out” se le decía internacionalmente.
Y si se añade que el sistema está podrido y trampeado desde su propia estructura, imagínense que puede salir de allí. De ninguna manera será la legítima voluntad popular. Cualquier inferencia política que salga de esos “resultados” numéricos estará sesgada hacia donde el régimen desee que vaya la opinión pública. Los venezolanos no acudieron a esa farsa como se evidencio en las calles y en todos los centros en todo el país, esa es la verdadera opinión.
Por lo tanto si desconocemos los resultados del régimen también desconocemos los resultados de la oposición de ese mismo régimen. Nadie puede saber a ciencia cierta que pasó el 21N más allá de decir que el régimen puso el mapa electoral rojo como era esperado por todos nosotros, designando a su interés quienes ocuparían los puestos “opositores” en Gobernaciones, Alcaldías y Concejalías. Nota especial merece que nos preguntemos por qué sale Manuel Rosales como Gobernador del Zulia. Piensen mal y acertarán. ¿Será porque quieren a ese bate quebrado de nuevo como contendor del régimen en el 2024 para repetir la experiencia entreguista del 2006? Todo es posible…
Pero los venezolanos deberíamos ir más allá de esos “resultados” expuestos por el régimen de ese circo del 21N, comenzando por la aparente contradicción de quienes dicen ser “la oposición” en Venezuela. Por un lado se encuentran los partidos mayoritarios dueños de la Asamblea Nacional de 2015 y que toman las decisiones en la Comisión Delegada que fue lo que quedo de ese Parlamento, y por otro lado el Gobierno Encargado de Juan Guaidó.
Como todos sabemos, esos partidos y sus dueños decidieron concurrir al circo electoral de Maduro el 21N, bajo el paraguas de la tarjeta de la Unidad, que como ustedes saben fue reactivada por el régimen para ese propósito, en una clara negociación con ellos. Todos los políticos “opositores” que a nivel nacional tenían aspiraciones a un cargo se postularon en ese portaviones, peleándose entre ellos por esa botella vacía. Incluso algunos de ellos fueron por su cuenta, dividiendo el voto opositor de aquellos venezolanos que fueron convencidos por aquello de la “defensa de los espacios”.
Pero por otro lado se encuentra un Presidente Encargado que rechazó ir a esas elecciones regionales, insistiendo en que no había las condiciones para eso, denunciando que existe una falsa oposición que se había vendido y un sistema electoral fraudulento del régimen, en un discurso claramente coincidente con quienes hemos insistido que la solución electoral en Venezuela se agotó. Ese discurso fue reafirmado en la Rueda de Prensa de Juan Guaidó en relación a las elecciones del 21N.
¿Cómo se entiende eso? Juan Guaidó es la expresión de los partidos que son dueños de la Asamblea Nacional de 2015 y su relación de control con ellos está plenamente establecida en el Estatuto de la Transición aprobado en Febrero de 2019. Guaidó no es una entidad independiente. Todo lo que dice y hace Juan Guaidó responde a los intereses de esos 4 partidos que manejan y controlan la Asamblea Nacional que es considerada legítima por la Comunidad Internacional. De hecho de allí emana la legitimidad que le es reconocida internacionalmente. ¿Cómo es eso que Guaidó haga una cosa y sus mandantes hagan lo contrario? Algo no está bien allí. La única explicación posible a esa contradicción, es que no la hay. Veamos.
Juan Guaidó y los partidos conforman algo que es absolutamente inconstitucional y que denunciamos en su oportunidad en el 2019 cuando salió publicado el Estatuto de la Transición: en Venezuela no existe constitucionalmente la figura de un Gobierno Parlamentario y eso es lo que en la práctica está sucediendo. Los partidos del G4 controlan lo que hace y dice Juan Guaidó. Un ejemplo de ello es que Julio Borges aun continúe en su puesto de “Comisionado para las Relaciones Exteriores” del interinato después del comunicado de PJ del 27 de septiembre de 2021, según la cual se lavan las manos del manejo de los activos venezolanos en el exterior.
El partido Primero Justicia, como co-gobierno, es corresponsable, quiéralo o no, de cualquier cosa que haga el gobierno Encargado. Borges es una cuota del G4 en ese Gobierno Encargado, y de allí que el Presidente interino no pueda removerlo aunque quiera, a contravía de la disposición constitucional que le da al Presidente de la República la capacidad de nombrar y remover Ministros, porque lo que hay allí es una melcocha que maneja el G4 y su principal vocero es Juan Guaidó.
Por lo tanto Guaidó aparece por un lado como “defensor” de los derechos de los venezolanos y por otro hay una suerte de animal de 4 cabezas que decide lo que finalmente hay que hacer. La parte que le habla a la mayoría de los venezolanos que deseamos un cambio fundamental en el país es Juan Guaidó. Pero la otra, que negoció abiertamente las cuotas de la militancia opositora entregada al régimen el 21N, son los partidos de la llamada oposición del G4 que participó en ese circo electoral el 21N. Ambas, a juicio de la estrategia de los partidos, son necesarias, pero absolutamente tóxicas para poder salir del régimen de Nicolás Maduro Moros.
No se puede eliminar a una sin eliminar a la otra. Es como tratar de matar al Dr. Hyde (el lado perverso) sin matar al Dr. Jekyll (el lado humano) siendo que son la misma persona, los personajes de la novela de Robert Louis Stevenson, “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr Hyde”. En Venezuela esa novela la podríamos llamar perfectamente “El extraño caso de Guaidó y los partidos del G4”. Para aquellos que no conozcan esa historia, el Dr. Henry Jekyll era “…un científico que crea una poción o bebida que tiene la capacidad de separar la parte más humana del lado más maléfico de una persona. Cuando Jekyll bebe esta mezcla se convierte en Edward Hyde, un criminal capaz de cualquier atrocidad. Según se cuenta en la novela, en nosotros siempre están el bien y el mal juntos, por eso Hyde, símbolo de todo lo perverso, resulta repugnante a todo aquel que lo ve”.
Pero lo cierto es que debemos desactivarlos a ambos si deseamos que cese la usurpación de Nicolás Maduro Moros. El engendro creado del Estatuto de la Transición se ha pervertido de tal manera que está permitiendo que los venezolanos continúen estas farsas electorales que han conducido criminalmente al alargamiento de este sufrimiento infame, y cuyo próximo paso será un Referendo Revocatorio amañado que llevará al régimen al 2024 y siguientes.
Si bien es cierto que Juan Guaidó significó para muchos de nosotros en el 2019 una esperanza para que se tomaran decisiones claras y contundentes a favor de tomar las riendas del país, no menos cierto es que en el 2021 el Dr. Hyde que vive dentro de esa Presidencia Interina lo ha impedido por múltiples intereses a favor de la preservación del régimen. Ya no se le puede seguir pidiendo a Juan Guaidó que ejerza su cargo como Presidente como lo dicta la Constitución porque en el fondo está impedido de hacerlo por quienes son su propio sustento y los dueños de su plataforma como Gobierno Encargado. La razón por la cual Guaidó actúa manteniendo la esperanza de la gente es parte de una estrategia de doble discurso que sostiene la cohabitación indefinida hasta donde sea necesario. Y vistos los resultados del 21N eso ya resulta inaceptable.
El G4 ya está preparándose para una defensa indefinida de la Presidencia Encargada y su continuidad a partir de enero de 2022 –por algo será- renovando una vez más el Estatuto de la Transición. La Comisión Delegada se convirtió en Parlamento violentando las competencias constitucionales del Poder Legislativo, sin tener el cuerpo pleno de los diputados electos el 2015. Del total de 167 diputados electos en 2015, solo 112 eran de la oposición, y 24 de ellos declararon su desincorporación en el 2020 y 34 aproximadamente fueron al exilio, por lo que de hecho son 54 o menos los diputados -menos de la mayoría simple de la cámara- que estarían tomando las decisiones por toda la Asamblea Nacional de 2015. Con este porcentaje la Comisión Delegada de la Asamblea de 2015 sustituyo el pleno de los legisladores. Si alegamos que Maduro y sus delincuentes son ilegítimos, los partidos de la oposición les está negado actuar de la misma manera y pretender ser considerados legítimos frente a la Comunidad Internacional.
Ya es hora de empezar a buscarle usa solución al engendro creado por la oposición política. Una manera simple sería que Juan Guaidó actuando honorablemente como el Dr. Jekyll, “suicide” a la Presidencia Encargada y el Estatuto de la Transición, dando muerte así al Dr. Hyde, y asumiendo pura y claramente la Presidencia de la República, cumpliendo a cabalidad las obligaciones que le exige la Constitución. De otra manera será preferible para los venezolanos que el engendro desaparezca con él. Pero después de 3 años de pedírselo creo que es inútil seguir exigiendo ese ejercicio de madurez política.
Con la desaparición del interinato no se perdería nada en absoluto porque todo lo que tiene que ver con los intereses venezolanos ya lo sostiene la Comunidad Internacional (EEUU), sin la intervención del Gobierno Encargado, quien por cierto se ha negado, vía la Comisión Delegada, a dar ni un paso para la aprobación de los recursos para la defensa de los activos de los venezolanos bajo la responsabilidad de la Junta Ad Hoc de PDVSA. ¿Qué diferencia habría entonces?
Los venezolanos como pueblo ganaríamos mucho más porque al no existir esa figura se desencadenarán más temprano que tarde los eventos necesarios para que el pueblo venezolano se pronuncie, al no existir unos partidos que haciéndose pasar por opositores, detentan una condición de “gobierno” inexistente que ha frenado por esa misma razón, la caída del régimen. Créanme cuando les digo que los únicos perjudicados de la caída del Gobierno Encargado serian los Mr. Hyde del G4, porque los únicos beneficiados hasta ahora de su existencia han sido ellos. Pero desde el 21N los venezolanos comenzaron a entender lo mismo, al darles la espalda masivamente a ambos, gobierno y oposición oficial. El régimen no caerá hasta que su oposición caiga. Ya esto comenzó a ser una realidad…
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