Cómo reconstruir el país sin cobres
Cuando esta gente salga del poder y termine este período oscuro y maligno de nuestra historia patria, y nos enfrentemos no solo a la destrucción física evidente de cuanta cosa funcionaba, sino además conocer los miles de entuertos escondidos, comenzará la etapa de reconstrucción del país.
Los ciudadanos estarán tan hartos y sensibles a la corrupción y al mal manejo de los dineros públicos que “se llevarán en los cachos” a cualquier funcionario o político que lo haga. De manera que debemos suponer que tendremos una reconstrucción honesta (imagino que algunos de mis lectores se sonreirán ante esta aparente candidez, pero no puedo empezar a hablar de una reconstrucción guiada por pillos).
Los que de nuestro lado saben de dinero, nos han adelantado que se podría obtener un crédito de entidades internacionales de 80 mil millones de dólares respaldados por una recuperación del negocio petrolero. Si bien es una cantidad enorme, la vaina está tan mala que casi ni veremos sus efectos. Es como regar un suelo seco, el agua la absorberá de inmediato y seguirá seco.
Se arreglará en algo el asunto de la atención a la salud, a la educación, a la seguridad, a los servicios, a la pobreza masiva y quizás reparar algún desastre vial, completar alguna obra abandonada y pagar deudas urgentes. Por supuesto también algo habrá para deporte, turismo, cultura etc., pero no mucho más. La población estará ansiosa de ver resultados y la presión sobre la gobernabilidad será intensa.
Así las cosas, la pregunta es cómo reactivar la economía pues los préstamos internacionales, ante la gigantesca esponja seca que representa las necesidades urgentes que tiene el país, realmente no alcanzará para impulsar a ningún sector productivo y este es uno de los grandes problemas a resolver. Reconstruir la economía del país sin cobres.
Nuestros amigos economistas nos cuentan que Venezuela es un país solvente dado que sus “activos” son mucho mayores que sus “pasivos” y que lo que se tiene es un problema de flujo de caja. Entre los “activos”, nuestros amigos incluyen a las grandes reservas de petróleo y gas, aunque algunos opinamos que mientras estén bajo la tierra su valor es cero.
Pero independientemente de las finuras conceptuales lo cierto es que dinero no hay, y, aun así, tenemos que reconstruir la bella patria de Simón. El sentido de dirección es evidente si el Estado no tiene dinero para impulsar la economía lo va a tener que hacer el sector privado.
La actuación del sector privado está principalmente asociada a un negocio que ofrezca ganancias y si no hay ganancias no hay inversionistas. Así que la creatividad en cómo imaginarnos negocios podría ser la piedra angular para una solución a nuestros muchos problemas. Veamos cómo.
Muchos empresarios verán con alegría el cambio de gobierno y se animarán a recomponer sus negocios cerrados. Algunos deberán buscar préstamos o nuevos socios, pero esta será un área de reacción relativamente rápida.
Las inversiones extranjeras tardarán en aparecer pues tendremos un país lleno de dudas sobre su estabilidad política y esperarán a ver qué pasa y a que la cosa se calme. Sin embargo, el nuevo gobierno debe crear todas las facilidades para que las nuevas inversiones se aceleren. Reformas a leyes y reglamentos serán necesarias. ¿Cuales? Solo hay que preguntárselo a los que sufren las regulaciones absurdas: a los empresarios.
Otra área muy importante para reactivar la economía es hacer que las empresas del Estado sean manejadas por empresas privadas. Mantener a las empresas paradas o funcionado a medias no tiene sentido. Pueden venderse, alquilarse, dar en concesión o lo que sea pero que vuelvan a funcionar bien. Esto incluye las muchas empresas expropiadas en las que lógicamente su antiguo propietario tendría preferencia. También las empresas creadas por los rojos y que nunca pudieron a funcionar.
Pero hay más cosas que se van a tener que hacer para reducir el enorme tamaño del Estado. La imaginación de todos para crear nuevos negocios usando las plataformas existentes es un área importante para acelerar la recuperación. ¿Qué quiere decir esto? Pues pensar, como un problema de algo que no esté funcionando o lo haga mal lo podemos convertir en un negocio próspero. Requiere de imaginación, pero allí están esperando a ser descubiertos.
Va un ejemplo. Las plantas de aguas servidas de Maracaibo no funcionan, pero podrían fabricar grandes cantidades de agua para riego que a su vez es una enorme riqueza para la producción agrícola. Una empresa podría estar interesada en este negocio y, de paso, solventamos uno de los problemas importantes de contaminación del lago de Maracaibo sin, el gobierno, tener que gastar dinero. Existen miles de oportunidades. ¿Pueden las Universidades autofinanciarse? Difícil parece, pero no imposible y allí si tendría sentido la palabra autonomía.
Mucho por hacer, pero la necesidad es la madre del ingenio y nuestra creatividad colectiva debe ponerse a funcionar. El premio no es poco. Tener un país democrático, decente y próspero.