Régimen y oposición contra los venezolanos
Ante la interrogante: ¿Usted desearía la solución de la crisis política venezolana tuviera un desenlace electoral?, la respuesta afirmativa supera el 90%. Sin embargo, más del 70% se rehúsa radicalmente a votar en las actuales condiciones de desinstitucionalización.
Es decir, no hay que confundir (ni dejarse manipular) con lo relativo al deseo versus la realidad.
Desde 2008, cuando el chavismo comenzó perder gobernaciones y alcaldías claves, a estas instancias le fueron sustraídas las principales competencias y recursos, para así evitar las gestiones opositoras pudieran tener éxito. La ley de transferencia de competencias y servicios, así como la ley del consejo federal de gobierno, aunado a los protectores, Redis, Zodis y todas las estructuras de las leyes del poder popular, saquearon a las regiones y municipios, principalmente las que ganaron las fuerzas opositoras, ha sido (hasta el sol de hoy) la estrategia para sabotear a los contrincantes del chavismo.
¿Cómo se traduce ello en la realidad? Un gobernador o alcalde opositor tiene un cascarón vacío, prácticamente se convierte en pagador de nóminas que han sido abultadas por las gestiones rojas anteriores. No poseen situado constitucional porque no hay producción petrolera y la comercialización de nuestro petróleo es un oscuro secreto. La recaudación fiscal es insignificante ante una caída de más del 80% de la actividad económica y por una moneda nacional sin valor alguno. Además, todas las estructuras paralelas que ha construido el chavismo solapan los deberes y derechos constitucionales de las gobernaciones y alcaldías. En líneas generales, estas instancias hoy día son inútiles al interés colectivo, solo sirven para satisfacer las avaras apetencias de las élites que mantienen secuestrado el poder político y de sus colaboradores.
Los venezolanos lo saben. No por casualidad la abstención se convirtió en la acción cívica, el sentimiento nacional más arraigado en protesta/rechazo a una desinstitucionalización comunistoide inclaustrada ilegalmente, y contra sus cohabitantes… ambos desmedran la vida de los habitantes de este desnaturalizado país.
Es imposible asumir que existe una oposición real cuando la reconocida accedió, sin mayores explicaciones, participar el 21N en un océano desinstitucionalizado, sin que el régimen haya cedido un milímetro, al contrario, se radicalizó mucho más. Además, es muy sospechosa la desunión de la “oposición” misma que premeditadamente busca debilitar el voto opositor en caso exista una participación mayor a la esperada (30%).
Es imposible asumir hoy que existe una oposición real cuando el chavismo, que todo lo que retiene es ilegal e ilegítimo, además de encontrarse desconocido y solicitado por justicias foráneas, es quien impone la agenda política del país. Cualquier oposición cónsona con la ley, la legitimidad, la realidad, en sintonía con sus aliados democráticos internacionales, sería quien impusiera la agenda dentro del país, pues le asiste la razón, la justicia, la verdad.
De este modo, el 21N es una fecha trágica en la que queda evidenciada una “conchupancia” entre chavismo y sectores de una supuesta “oposición”, afinidad tantas veces advertida y que explica cómo el chavismo ha logrado zafarse de coyunturas críticas.
Es imposible no pensar mal ante tantas pruebas, tantas evidencias, tantos cabos que al atarse nos deja el relato de un triste hecho: El régimen e importantes sectores “opositores” han pactado contra los venezolanos. Cuando la realidad es tan obvia no nos queda más que anhelar la sindéresis recobre su caudal, por aquello de “el bien siempre gana”.
@leandrotango