La silente y poderosa ciencia
Para los que andamos en los 70 es fácil hacer cuento sobre los inmensos y rápidos cambios que hemos tenido en el planeta. Tal vez nos tocó la suerte de coincidir en el tiempo con uno de los momentos más violentos en la historia del progreso humano al pasar de una tecnología casi de la Colonia hasta lo increíble de lo actual.
Por razones diversas, en 1952 mis padres vinieron a parar a un pueblecito de Paraguaná llamado Caja de Agua. Curiosamente, a pesar del nombre, no había red de agua, la electricidad apenas se iniciaba y por supuesto no teníamos aparatos eléctricos. La comunicación solo se hacía vía una única casa con telégrafo y claves Morse. Había un cine en un local sin techo y bancos de madera sin respaldo donde proyectaban películas en blanco y negro que debían interrumpirse para cambiar el rollo de miles de fotos con que se hacían. Las calles eran de tierra con pocos carros circulando. Pero lo bueno era que había trabajo pues en aquellos secos paisajes quiso el destino que se vinieran a construir dos grandes refinerías de petróleo.
De manera que haber tenido la oportunidad de ver pasar del modestísimo telégrafo a unos celulares con capacidad de hacer video llamadas a cualquier lugar del mundo ha sido todo un lujo en nuestra experiencia vital. Pudimos disfrutar de pasar de cero artefactos eléctricos a la nevera, licuadora, microondas, televisión, lavadoras en pocas décadas. Pudimos vivir el cambio desde aquellos rollos con películas blanco y negro a la impresionante tecnología del cine actual o asombrarnos con las computadoras o de un internet que nos abrió la boca de la sorpresa y aún no la cerramos. Y el rancho sigue ardiendo. Ya está cerca la inteligencia artificial, los robots humanoides, la fusión nuclear, la computación cuántica y decenas de cosas por salir incluyendo buenas y nuevas explicaciones sobre la realidad cósmica.
La ciencia y sus aplicaciones han sido el suave motor de la sociedad, aunque pareciera que lo fuesen los escandalosos políticos, las ruidosas revoluciones y las ideologías. La silente ciencia es el poder detrás del trono y lo bueno del asunto es que no tiene jefes. El exponencial crecimiento de patentes a nivel mundial marca la pauta al cambio enorme en los asuntos sociales arropando no solo a nuestra forma de vida, sino también a nuestras creencias, a la filosofía, a la ética, al arte y a cuanta cosa se nos ocurra.
Los líderes deben acoplar sus actuaciones a la realidad de los cambios y avances en la ciencia, no porque lo deseen o los busquen, sino porque el progreso los arropa y los envuelve. De no adaptarse empiezan a ser piezas de museo. Es como negarse, por ejemplo, a usar las redes sociales en el trabajo político o ignorar las nuevas formas de producir energía. En un gráfico sobre el número de países donde existe la democracia se puede ver como viene subiendo de manera sostenida anticipando que es el sistema que eventualmente se irá implantado en todos los lugares. Pero el crecimiento es lento y pareciera desconectado con la realidad del mundo de cambios exponenciales.
No hay duda que los políticos prefieren lo tradicional y, sin proponérselo, se vuelven un enorme freno para los cambios. La lentitud de las decisiones en los órganos legislativos, la enorme dificultad para llegar a acuerdos en cualquier foro político va a contrapelo con el mundo moderno y hay poca duda de que, por eso, serán reemplazados. La misma estupidez de seguir eligiendo a presidentes anclados en el pasado, con poquísima instrucción y ninguna posibilidad de engranarse con el mundo moderno será cambiada de raíz. La tendencia de apoyar a los líderes más por sus buenas intenciones que por su competencia en lograr resultados será otro de los asuntos que cambiará a consecuencia de la inmensa información que estará disponible sobre cada persona. Las apreciaciones de cálculo de la inteligencia artificial sobre el seguro comportamiento gerencial de cada quién pondrá fin a los profesionales de la promesa.
Por ahora seguiremos anclados en la vieja política y les corresponderá a los jóvenes de la nueva generación y de la siguiente cambiar las cosas y gobernar de una manera honesta, eficiente y rápida para el beneficio de los ciudadanos.
De seguro no lo veremos, pero será.