La aclaratoria de Maduro
En el mejor de los estilos de “no aclares porque enredas”, el régimen aclaró al mundo el rol que juegan las partes en las negociaciones de México. Siempre he pensado que en política no existen ingenuidades. Nadie puede decir en política “me engañaron” sin que se piense que estás metido en el guiso.
Efectivamente, las afirmaciones contenidas en el comunicado No. 1779 – 2021 de la Misión Permanente de la República Bolivariana de Venezuela ante la Oficina de las Naciones Unidas y demás Organismos Internacionales con sede en Ginebra, oficina que representa los intereses del régimen Nicolás Maduro Moros ante la Comunidad Internacional, ratificaron con todas sus letras lo que los venezolanos supimos desde el mismo momento que “las partes” firmaron ese Memorando de Entendimiento en México, pero que la oposición oficial no ha querido admitir: han reconocido oficialmente el régimen que usurpa el poder en Venezuela.
¿Qué hace el régimen haciendo esa aclaratoria ante la Comunidad Internacional? Tres cosas: 1) informa que “los extremistas” que fueron a negociar en México lo hicieron porque reconocieron su condición de “gobernantes legítimos”; 2) afirma que al negociar, esa “oposición más extremista” pone fin a “una diatriba inconstitucional acerca de una supuesta institucionalidad paralela” o Gobierno Encargado, esfumando el papel de Guaidó desde el año 2019; y 3) trata de imponer internacionalmente a los factores de la oposición alacrán comprada que fueron a las elecciones parlamentarias ilegitimas del 6D-2020.
Ahora bien, la aclaratoria se basa en una supuesta “matriz de opinión” internacional según la cual se da “continuidad a su fallida narrativa desatada desde el año 2019, sobre la supuesta existencia de dos gobiernos en la República Bolivariana de Venezuela” y que “no se trata de una negociación entre dos factores políticos que se encuentren en igualdad de representación ni de legitimidad”. En otras palabras el régimen va a México a que esos “extremistas” les quiten las sanciones que pesan sobre sus delincuentes pero que no tienen la misma representación y legitimidad que ellos dicen tener. ¿Cómo se entiende eso?
Aparte de lo contradictorio de ese planteamiento, el fondo es muy revelador: la oposición oficial fue a México no a resolver los problemas graves que tenemos los venezolanos y que debería ser materia de la discusión principal, sino a una rendición política incondicional para lograr una supervivencia, y “pacificándose” a través de los arreglos que se lleguen allá. Fueron a entregarnos para convivir con ellos y el régimen les está restregando públicamente su condición de traidores a través de este comunicado que funciona como una suerte de pastilla de “ubicatex” para recordarles la razón por la que fueron allá y su condición de entrega. Y no porque lo haya escrito el régimen no significa que esto no sea una realidad lamentable.
Si hay algo que los venezolanos despreciamos es que nos tomen por pendejos. La declaración de Ginebra descubre dos cosas fundamentales: a) no tenemos oposición política que defienda los intereses de los venezolanos, y mucho menos actores políticos que sirvan para afrontar la etapa más dura que está sufriendo Venezuela; y b) que cualquier “acuerdo” que salga de allí es irrito para todos los venezolanos. Esa aclaratoria nos recuerda que vamos tarde en la construcción del liderazgo que verdaderamente luche por sacar a Venezuela de esta tragedia y la cantera de la cual echar mano se encuentra irremediablemente en las organizaciones de la sociedad civil.
Pero el régimen estableció también en la aclaratoria algo sumamente importante: al desconocer en México a quien resulta formalmente reconocido internacionalmente por la Comunidad Internacional como gobierno legitimo, dando apertura solamente a los partidos opositores (G4) que se han vendido para negociar unas cuotas, está renunciando a la posibilidad de que ese Gobierno Encargado que desconoce, que es el único que tiene el reconocimiento de los países dueños de las sanciones, las logre efectiva y oficialmente levantar precisamente con esos gobiernos. El régimen se negó a que existiera una representación del Gobierno Encargado, lo cual reveló sus intenciones originales de negociar con los partidos de la oposición oficial –como siempre lo ha hecho- dueños del Acuerdo de la Transición y que son los que controlan el Gobierno Encargado, pero olvidando que quien en última instancia dispone de la clave para negociar a su vez el levantamiento de esas sanciones es precisamente al que no quieren en la mesa.
Y ustedes me dirán “pero el Gobierno Encargado y el G4 son lo mismo”, y yo diría que eso es verdad a la luz de todo lo que ha sucedido hasta ahora, pero al final las sanciones, si se levantan, será con la aprobación de ese Gobierno Encargado reconocido internacionalmente, con las consiguientes responsabilidades que eso conlleva. Allá Juan Guaidó si desea cargar con la culpa de sus compañeros del G4, que han demostrado no tener problemas de cambiar a mamá Venezuela por un par de sandalias, al negociar levantar las sanciones a estos delincuentes sin que antes exista un cese de la usurpación de los Poderes Públicos, que sería lo único que provocaría unas nuevas elecciones presidenciales y parlamentarias en Venezuela.
Por otro lado la Comunidad Internacional ha sido más que enfática al indicar que solo estudiarán levantar las sanciones a los delincuentes del régimen si de México sale un acuerdo para unas elecciones presidenciales y parlamentarias libres, justas y verificables, tal y como lo indicara el Embajador de los EEUU en Venezuela, con sede en Bogotá, James Story: “Los Estados Unidos de América apoyamos ese proceso liderado por Venezuela que resulte en una solución negociada integral a la crisis venezolana. Seguimos priorizando el retorno del Estado de Derecho y la democracia en Venezuela y que los venezolanos puedan expresarse políticamente a través de elecciones locales, regionales y presidenciales libres justas y verificables, y realizadas a través de un proceso transparente inclusivo y creíble”.
Si la oposición oficial tuviera al menos un gramo de dignidad ya se hubiera levantado de esa mesa de negociaciones en México al conocer la aclaratoria insultante del régimen. Y si no hubo dignidad antes, tampoco la habrá después. Ya comenzaron a negociar “temas vinculados a justicia y reparación” sin que el régimen haya soltado al primer preso político producto de esas negociaciones y abordar a solicitud del régimen el “acceso a fondos en organismos multilaterales” sin ninguna contraprestación que conlleve a demostrar su intención de mejorar la calidad de vida de los venezolanos. Cada día que se pasa en México es día que gana el régimen en el poder. Los venezolanos debemos finalmente aceptar que sin el cese de la usurpación no habrá levantamiento de sanciones. Ya es hora de un Gran Cambio para Venezuela…
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