Dialogo ficcional con Guillermo de Ockham
William of Ockham nació en Inglaterra a finales del siglo XIII y fue un teólogo, filósofo y fraile franciscano. Desde muy joven se puso los hábitos religiosos y dedicó su vida a la pobreza extrema.
Su extensa obra intelectual le ganó muchos seguidores, pero también enemigos hasta bajo las acusaciones de herejía. Su pensamiento es precursor de la ciencia moderna, el empirismo y la filosofía analítica, pues propone lo racional en contra de la especulación metafísica.
Uno de sus más conocidas contribuciones fue la del principio de la economía que establece que cuando tenemos dos o más explicaciones de un fenómeno, es preferible la más simple de manera de no multiplicar los causales sin necesidad. Esta “simpleza” tuvo una enorme importancia para el desarrollo de la ciencia pues empujaba a explicar lo desconocido en términos de lo conocido.
Algún amigo de Guillermo debe haberle parecido que todo esto era como afeitarle las barbas a Platón y se le empezó a llamar “la navaja de Ockham” y así se la sigue conociendo. Ockham fue el campeón del nominalismo, una tesis filosófica según la cual todo lo que existe es único en oposición a los que predican existen las entidades abstractas y universales que, según el monje, son inventos mentales. Va con esto a separar la razón y la fe, para conocer a Dios solo mediante la fe.
Esto le movía el piso a muchos pensadores religiosos y a creencias firmes de la época y le causo serios problemas. A Ockham también se le reconocen sus contribuciones a lo que sería la política, en especial a la necesaria limitación del poder en los gobiernos y la inviolabilidad del derecho a la propiedad.
La racionalidad e inteligencia de este magnífico franciscano inspiró a Umberto Eco en crear a Guillermo de Baskerville, el personaje central de su extraordinaria novela “El nombre de la rosa”, que hasta se llevó al cine con Sean Connery como el monje. Así que también, animados de poder traer a alguien tan remoto a nuestros días, se nos ocurrió la travesura de entrevistarlo.
Yo – William, tú que ideaste lo de la navaja que corta la paja, ¿cómo analizas lo que sucede hoy en Venezuela?
Ockham – Muchos factores se ponen sobre la mesa y miles de críticas y razonamientos que son válidos y ciertos, malos servicios, la economía destruida, poco empleo, problemas en el sector salud, en el educativo, en lo jurídico, en el incumplimiento de la Constitución y otros. Así que ante la inmensidad de los asuntos la simplificación es mandataria y, en este caso, se asocia con un grupo de individuos que tienen el poder de las armas y que poseen el ideal de la creación de un hombre y sociedad nuevos. Para lograrlo deben mantenerse en el poder toda vez que se trata de un adoctrinamiento social a largo plazo. Todas las desviaciones de abusos, corrupción y malas cosas que ocurren son todas laterales y menores a su propósito principal
Yo – Pero además son unos delincuentes, dicen que trafican con drogas.
Ockham – Para un fanático es válida cualquier cosa en defensa de su objetivo mayor. Estos son fanáticos de sus ideas del hombre nuevo, tal como lo puede ser el seguidor de una religión. La droga, entonces, se convierte en un asunto moral pues les ayuda a vencer a sus enemigos “no creyentes”. Ese es el principal y único asunto a resolver. Como vencer a unos fanáticos que disponen de las armas.
Yo - Pero se está avanzando en negociaciones para buscar un acuerdo y hacer elecciones.
Ockham – Mientras no pongan en peligro su poder actual harán cualquier cosa que disimule, pero los fanáticos nunca entregan su poder en forma serena. La historia está llena de ejemplos de guerras religiosas. Los moros no salieron de España por haberse convertido a la fe católica, salieron ser empujados con la fuerza de las armas.
Yo – ¿O sea que tu piensas que nos espera un conflicto?
Ockham- Sin duda. Es esa la conclusión más sencilla y por lo tanto es lo que pasará.
Yo – ¿Y cómo crees que se puede hacer eso?
Ockham – Pues ustedes ya lo hicieron hace unos años. Formaron un gobierno, se declararon república y comenzaron a hacer la guerra por la libertad. Es lo que hicieron Miranda, Bolívar y muchos otros y eso es lo que deben hacer otra vez.
Yo – No parece fácil
Ockham – No lo es, pero es la solución más simple. Pedir ayuda a otros, prepararse y desalojar a los usurpadores.
Yo – Coño, Guillermo, ¿Tú me estás hablando en serio?
Ockham – Pues claro. Alguien les quitó lo que era de ustedes. Ese alguien tiene armas y ninguna intención de salir del poder, así que el camino apropiado es la recuperación de la nación y su territorio.
Yo – Pero dime, una cosa, Aló. Aló. Carajo se cayó la llamada. Que vaina, no me dijo como continuar. Aló…Aló