Última Ratio Regis
Nota de agradecimiento personal: Antes de entrar en materia deseo detenerme un momento para agradecer a todos mis seguidores, lectores, compañeros de ANCO a nivel nacional, y en general a todos los amigos y allegados, y aún aquellos que sin conocerme personalmente, enviaron palabras de condolencia y solidaridad a mí y a mi familia por el fallecimiento de mi madre este fin de semana. A todos ustedes mi gratitud infinita e imperecedera por esa solidaridad y nobleza que nos distingue como venezolanos y demuestra una vez más la manera única de ser de nuestra gente. Por eso no puedo dejar de confiar en que con la ayuda de Dios saldremos con bien de esta pesadilla, resurgiendo mucho mejores de lo que ahora somos. Ustedes serán los verdaderos protagonistas de esta nueva Venezuela que vamos a construir entre todos… Con mis mayores sentimientos de consideración y estima.
A mi modo de ver solo existen dos perspectivas para asumir la propuesta Constituyente: a) desde la perspectiva de salir del régimen; y b) desde la perspectiva de reforma de las bases políticas e institucionales del país. La segunda incluye a la primera y la primera incluye a la segunda. Parece un contrasentido pero no lo es. Desde la primera vez que tomé la bandera constituyente como solución a los problemas que nos aquejan lo hice desde la segunda perspectiva, viendo la primera como un subproducto necesario del proceso de reforma de las bases de funcionamiento del país. Y eso es lo que he venido impulsando desde esta tribuna. En otras palabras, la necesidad de un proceso constituyente para establecer un nuevo marco de actuación institucional donde todos los factores se muevan de una manera diferente, dejando el espacio para desarrollar, trabajar y profundizar lo que sea necesario para conseguir una mejora en la calidad de vida de los venezolanos.
No hemos planteado un proceso constituyente para sacar a nadie del poder. Desde mi perspectiva, salir del régimen de Maduro es una condición necesaria pero no suficiente para llegar a una etapa donde se discuta el país que deseamos construir, al margen de que lo comencemos a hacer desde ahora. En otras palabras, si Maduro cae mañana es requerido y urgente un proceso Constituyente para Venezuela con el fin de poner los seguros necesarios al ejercicio del poder en la Constitución y reorganizar los Poderes Públicos, seriamente dañados por este régimen en 20 años. Nadie debería acceder al poder sin arreglar eso primero.
Pero si creo que un proceso Constituyente negociado entre todos los factores, incluida la sociedad civil, sería lo ideal para sacar entre todos adelante este país. De acuerdo al constitucionalista español, Roberto Viciano Pastor, Director del Doctorado en Derecho Constitucional de la Universidad Mayor de San Andrés, La Paz, Bolivia, “Los procesos constituyentes han surgido en América Latina como también en otras partes del mundo cuando aparece una importante crisis social. Si no hay una importante crisis social ningún Estado, ningún país se introduce en una zona delicada, en una zona en la cual es inestable, por definición, como es la de definir de nuevo las reglas de funcionamiento del Estado, de la economía, de la sociedad, etc, etc… Por lo tanto, esta es la “Última Ratio Regis”, la última opción que queda para intentar resolver los problemas del país. Primero se intentan resolver de otras muchas maneras. Pero cuando ya no hay otra fórmula al final los países se ven abocados a activar procesos constituyentes”. Revisaremos en notas posteriores otras partes de esta importante ponencia.
Intentar un proceso Constituyente solamente con la finalidad de “tumbar” a un gobierno o a un régimen, es fundamentalmente un error que se pagaría con inestabilidad política y retroceso en el desarrollo de un país. Eso fue lo que paso en Venezuela en 1999. Chávez aplicó el proceso Constituyente usando sus mayorías políticas, no para generar el espacio de mejora institucional y progreso social que necesitaba el país entre todos sino para pasarle una aplanadora a quienes hasta ese momento disfrutaron del poder por 40 años y hacer como decimos en Venezuela, un “quítate tú para ponerme yo”. Eso no podía conducir a otra cosa que a un fracaso monstruoso cuyas consecuencias estamos sufriendo los venezolanos. Y ahora, tal y como dice el Dr. Pastor, es la “Última Ratio Regis” o “el argumento final o definitivo del rey”, en otras palabras, la “última opción que queda para intentar resolver los problemas del país” cuando ya no hay más nada que hacer.
Y es claro que introducirse, como indica el experto constitucionalista, en una zona inestable como lo es la “de definir de nuevo las reglas de funcionamiento del Estado, de la economía, de la sociedad, etc, etc…” no es para nada fácil de plantear y mucho menos de convencer a alguien, en especial si ya habíamos transitado por ese camino hace 22 años con los resultados que todos conocemos. Pero es público, notorio y comunicacional que el caso venezolano lo requiere a gritos. Hay que volver a construir institucionalmente el país. En 1999 se abrió una Caja de Pandora que es preciso cerrar de nuevo.
Pero muchos de ustedes se preguntarán sobre qué bases serían esas nuevas reglas. Nuestra propuesta constituyente no viene sola, viene con unos lineamientos y un profundo contenido a debatir para la modificación de las bases institucionales del Estado y del Territorio. Pueden revisarlos en el documento El Gran Cambio, Una propuesta para el país que queremos.
Pero más allá de lo que cualquiera pueda proponer, esto debe llevarse a un escenario donde el país debata su futuro con la seriedad que el caso tiene. Y eso para nosotros no tiene discusión. Cualquiera puede decir que una constituyente no es lo conveniente para los intereses del país en este momento, pero lo que no puede negar es que es necesario que lo que hay ahora cambie de una manera sustancial para evitar que este desastre continúe y no vuelva a repetirse nunca. Absolutamente todo en el país se salió de control, y eso no puede ser contenido solo por el hecho de convocar a unas elecciones de cualquier tipo, ni existe ninguna persona que pueda hacerlo sin el concurso de toda la Nación. Nadie puede negar que a este país hay que cerrarlo por inventario para poder continuar en mejores condiciones en algún momento futuro. Por eso insistimos que en nuestra Constitución existe ese escenario y se llama Asamblea Nacional Constituyente.
Si no se debate el país en un escenario donde se garantice la participación del otro en toda su extensión, así como también una verdadera representación ciudadana del país doliente de esta crisis, como nunca ocurrió en 1999, ni un millón de mesas de negociación servirán para lograr la estabilidad política necesaria para que Venezuela funcione y salga del infierno que nos crearon. Si queremos que el país consiga la paz ninguna parte puede imponerse sobre la otra. Y si el régimen y su oposición oficial insisten en desconocer eso, lo que estarán haciendo es alargar lo que ya saben que ocurrirá: la desaparición de ambos extremos, con el consiguiente parto sangriento de una nueva realidad para el país. No sé si eso será bueno o malo pero si será diferente y más acorde con la realidad que está exigiendo el pueblo venezolano. Y cuando ocurran esos hechos, esa realidad que se imponga si será la Última Ratio Regis…
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