Van Gogh, una estrella fugaz
Hablar de van Gogh es hablar de arte, genialidad, color, alma, locura pero sobre todo de vida.
Tuve el placer de asistir junto a mi familia a una exposición de este maravilloso artista en donde el esquema tradicional de las exposiciones a las que estamos acostumbrados cambian y abren la puerta a una nueva forma de apreciar el arte. Gracias a la tecnología penetremos en la vida del artista, llegas a un punto en este recorrido en donde percibes y sientes estar dentro de su mente, una mente atormentada pero brillante y libre a la vez.
Van Gogh descubrió el poder del color con que está impregnada la naturaleza, fuerza viva capaz de convertir la oscuridad en un hermoso día iluminado. Esta ambivalencia es característica del trabajo y vida de Van Gogh así como el de los afortunados Seres Humanos que logran valientemente y con honestidad vivir la vida.
Su muerte trágica a temprana edad, consecuencia de sus profundos momentos de desesperación, tristeza y depresión debido a conductas psiquiátricas que no pudo manejar, no anulan su maravillosa vida. Su tragedia lo hace interesante y fascinante. Un misterio.
En innumerables cartas que envió a su hermano y amigos expresó lo que hoy puede ser un tratado de filosofía. En pocas líneas sintetizó el concepto de la vida y como esta ha de asumirse: “cuanto más lo pienso más me doy cuenta que no hay nada más artístico que amar a los demás”; “Mantén tu amor por la naturaleza, porque es la verdadera manera de entender el arte cada vez más”; “si escuchas una voz en tu interior que dice ‘no puedes pintar’, entonces pinta por todos los medios y esa voz será silenciada”; “si realmente amas la naturaleza encontrarás la belleza en todas partes”; “prefiero morir de pasión que de aburrimiento”; “Amen muchas cosas, porque ahí está la verdadera fuerza, y el que ama mucho, hace mucho y puede lograr mucho, y lo que se hace con amor, bien se hace”.
Ante un pensamiento y un trabajo artístico como este nos preguntamos: ¿Realmente Van Gogh estaba psiquiátricamente enfermo? En caso de que la respuesta fuese positiva les confieso que estaría feliz de vivir en el mismo mundo de locura en que él vivió, un mundo lleno de vida y colores en donde la triste y oscuridad se transforman en hermoso y alegre día. A veces pienso que la verdadera locura está el mundo que llamamos “real”.
Van Gogh deja un legado que trasciende lo artístico y alcanza a la vida entera. Su automutilación y suicidio son difíciles de comprender pero cuando piensas en la historia de los sacrificios de grandes seres humanos que entregaron su vida por los demás, que hoy son santos y héroes, no es descabellado pensar que Van Gogh también fue un héroe o un santo.
El amor impregnado en la obra de Van Gogh lo hace eterno. Dejó una semilla de esperanza que crece y alimenta el hermoso jardín de estrellas y girasoles pintados por Van Gogh.