La nueva capitulación
Es bueno recordar la carta que enviara el Embajador Diego Arria a la Directiva de Fedecámaras en ocasión de su 71ª Asamblea Anual en el año 2015, luego de la presencia de Delcy Rodríguez en la 77ª Asamblea Anual de esa Federación en días pasados. La carta del Dr. Arria titulada “La Capitulación de Fedecámaras” volvió a circular por las redes sociales como si hubiese sido escrita ayer.
Incluso algunos que no la conocían pensaron que había sido reciente dado lo actualizado de sus señalamientos, ya que en lugar de haber tomado en cuenta esas observaciones en el año 2015, los empresarios hicieron todo lo contrario, mostrando luego de 6 encuentros anuales adicionales, una entrega completamente abierta al régimen para el presente año 2021.
Y la respuesta igualmente no puede ser otra que la que diera el Embajador Arria en el año 2015 y que se resume en la nota que publiqué en ese momento: La Primacía de las Libertades Políticas: si queremos poner comida en la mesa del venezolano, lo primero que debemos garantizar es un sistema político que respete las libertades civiles y los Derechos Humanos. Así de simple.
Pero algunos me dirán, ¿y qué pueden hacer los empresarios si no es plegarse al régimen o desaparecer? Y es un tema profundamente ligado a la ética, o cuál debe ser la banda mínima de operación que permita subsistir al empresario sin entregarse a un régimen que lo que juega es a la desaparición del tejido empresarial, dentro de un sistema altamente regulado donde no se permite el libre juego de la oferta y la demanda. ¿Cuál es el tipo de empresario que ha de sobrevivir en ese ambiente? En otras palabras, deberíamos preguntarnos: ¿existen todavía empresarios verdaderos en Venezuela? Y si existen, ¿hasta cuando pueden sobrevivir en el marco de un régimen que maniobra para su desaparición definitiva?
Hay una teoría que señala que, salvo muy contadas excepciones, en realidad nunca hubo empresarios en Venezuela. Nunca hubo un escenario de competencia que permitiera que las empresas crecieran y se desarrollaran fuera del manto protector del todopoderoso Estado venezolano. Para crecer y desarrollarse en Venezuela se debía tener de alguna manera negocios con el gobierno, el único poseedor y administrador de la riqueza última, el petróleo. Todos los caminos del empresariado venezolano conducían – y todavía conducen – a esa Roma.
Los grandes sectores industriales y comerciales del país vivieron siempre del Estado venezolano. De allí que fuera imposible que la gran maquinaria de la economía privada venezolana funcionara con un Estado quebrado. Cuando el Estado y su administrador, el gobierno, no tienen dinero para sostener una economía altamente dependiente de un único producto de exportación vemos la debacle que estamos padeciendo.
Los delincuentes que desmontaron pieza por pieza la industria petrolera no se dieron cuenta que estaban serruchando la rama del árbol donde estaban –y estábamos todos- sentados. Ni siquiera los cubanos que nos invadieron con el permiso traidor de quienes gobiernan el país, nunca entendieron que estaban desmontando con su ayuda, su propia subsistencia futura, actuando como el alacrán montado sobre la rana al cruzar el río, picándola para ahogarnos a los dos. En otras palabras, defecaron sobre su plato de comida. Ni siquiera entendieron que la desestabilización que siguen impulsando por Latinoamérica requería de una Venezuela con plena fortaleza económica, al ser este el país con una industria petrolera que debía ser mantenida y resguardada.
Los “empresarios” que han quedado en el país y a los que se dirigió Delcy Rodríguez en la 77ª Asamblea Anual de Fedecámaras, no son empresarios por lo que mal podríamos esperar conductas empresariales cónsonas con esa condición. Serán empresarios cuando demuestren que están dispuestos a imponerse sobre la realidad que les acontece.
El Profesor Emeterio Gómez, quien fuera en vida una de las autoridades venezolanas más importantes en el terreno de la Ética y Moral, indica en su obra “Responsabilidad Moral de la Empresa Capitalista” (1) que: “La comprensión de la Ética y del Ser Humano pasa por detectar cuando la Realidad o el Mundo se nos imponen y cuándo es que nosotros podemos imponernos sobre ellos. O, también, respectivamente, que es lo que NO podemos cambiar en el Mundo y que es lo que si podemos cambiar en él”…”…La Ética tiene sentido mientras usted tiene posibilidades de imponerse por sí mismo sobre el vicio…o sobre la realidad”…”…si usted se voltea y decide nadar contra la corriente, entonces las palabras nadar y decidir cobrarán su significado pleno. ¡Ahora usted si sabrá lo que es nadar y lo que es decidir. Si usted se mete en el río –o en la vida- y no hace el esfuerzo por “ir contra la corriente”, entonces inevitablemente esta lo arrastrará. Y, lo más importante sobre lo que vale la pena reflexionar: ¡si la corriente es muy fuerte, el esfuerzo que usted tendrá que hacer será mayor! Y cabe pensar también que la corriente pudiese ser demasiado fuerte y que usted no tendrá ningún chance de evitar ser arrastrado… en cuyo caso es mejor que no se meta en el río”.
¿Cómo se aplica esto a nuestros “empresarios” de Fedecámaras? Que existe una realidad que se impuso, el régimen. Y ellos como empresarios tienen la obligación de imponerse a su vez sobre esa realidad. Si alguno de ellos tiene la Ética suficiente intentará hacerlo, esto es, nadar contra la corriente. Si no lo hace, la corriente –el régimen- lo arrastrará, por lo que el esfuerzo tendrá que ser mucho mayor. Si no están dispuestos a hacerlo, que no se metan al río como recomendaba el Profesor Gómez. Esto es, no juegue a ser algo que no podrá ser ante una realidad actuante y si se mete al río y no nada en contra de la corriente, usted NO ES quien dice ser, sino algo que una realidad superior a usted le impuso.
Pareciera un juego de palabras pero no lo es. No pueden existir empresarios arrollados por un régimen, y en consecuencia nada que pueda llamarse “sector empresarial” bajo esa definición. Lo que quedó como “empresarios” después de la destrucción de las bases económicas del país es algo que sobrevive y flota como un escombro en la fuerte corriente del río que finalmente llegará la desembocadura de su destrucción definitiva, en un sistema que no tolera el concepto de empresa privada.
De allí que se entienda la reacción adversa del régimen a la carta enviada al Presidente de Fedecámaras, Ricardo Cusano, en ocasión a esa Asamblea por Monseñor Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, y que fuera tan virulenta atacando a la Iglesia Católica, y señalando el mismo expediente de siempre, instando a los curas a “quitarse la sotana y hacer política”. Por eso hay que recordarle a Delcy Rodríguez que Hugo Chávez no le ordenó quitarse la sotana al cura que garantizaría su vida cuando lo estaban echando del poder el 11 de Abril de 2002 precisamente por hacer nada más político y humanitario que eso. Por eso siempre esta allí la Iglesia Católica. Esa carta no fue más que un llamado a la Ética y la Moral necesaria de los empresarios en tiempos de crisis política.
En la carta Mons. Parolín les recuerda la responsabilidad moral del empresario al indicar “…considero que es importante que la sociedad civil sea también protagonista de la solución a la crisis actual de ese amado País, una solución que sólo se dará si los venezolanos, y especialmente los que tienen algún tipo de responsabilidad política, están dispuestos a sentarse y a negociar, de un modo serio, sobre cuestiones concretas que den respuesta a las verdaderas necesidades de los venezolanos, y durante un periodo limitado en el tiempo. Esto exige voluntad política por parte de los involucrados, disponibilidad a dejar que el bien común prevalezca sobre los intereses particulares, y el apoyo responsable de la sociedad civil y de la comunidad internacional” (resaltado nuestro). Esta es la misma posición que hemos sostenido desde la sociedad civil en la Propuesta a la Nación y la Comunidad Internacional del Consejo Rector de la Conferencia Ciudadana para el Restablecimiento Constitucional, donde destacamos la necesaria participación del pueblo venezolano en la solución de la crisis, proponiendo un nuevo curso de negociación política que incluya a factores de la sociedad civil.
Ante esta nueva capitulación de Fedecámaras, se hace más evidente el fracaso de quienes insisten en una salida política del país sin la participación de los venezolanos. “Dejar que el bien común prevalezca sobre los intereses particulares” no de fue precisamente lo que paso en esa Asamblea Anual de los “empresarios” con el régimen.
Una vez más las palabras de la Iglesia Católica señalan el camino de la Refundación de la Nación. Con unos empresarios entregados difícilmente podremos hacerla, y más aún si pretenden continuar viviendo de la teta del Estado después de un proceso de transformación política y económica del país. Este es un buen momento para que los verdaderos empresarios, los que están luchando para nadar en contra de la corriente, reflexionen acerca del importante papel que jugaran en la Venezuela autosostenida que más temprano que tarde, deberemos construir entre todos.
(1) Emeterio Gómez, La Responsabilidad Moral de la Empresa Capitalista, ISBN 980-6073-83-5, 2005, Páginas 33 y siguientes.
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