Usurpación socialista y colaboracionista
Otra paradoja entre las tantas que caracterizan a esta Venezuela bajo el genocidio socialista. Si desde el 10 de enero de 2019 Nicolás Maduro Moros se constituyó en usurpador del cargo de presidente de la República, otro tanto aconteció con el ingeniero Juan Guaidó a partir del 5 de enero de 2021.
Hablamos de un país diezmado, carente de autoridades legítimas que le representen, pero igualmente plagado de usurpadores solo interesados en el poder, para satisfacer intereses particulares y/o grupales, muy ajenos al bien común, vistas como han sido sus tratativas públicas a partir del 11 de abril de 2002.
La usurpación como modo de vida para la actual clase política venezolana, llámese del bando socialista o bien del bando colaboracionista y traidor (salvo honorables excepciones), constituye un problema en sí mismo habida cuenta su enorme capacidad distraccionista considerada como fuere la actual orfandad del venezolano de a pie en relación a un liderazgo político capaz de organizar y encabezar el restablecimiento del orden constitucional.
Porque ciertamente, más allá de la dilatada experiencia del pueblo venezolano calibrando a una dirigencia política que se caracteriza por su depravación moral, esa misma clase política todavía cuenta con un verdadero arsenal discursivo y programático capaz de prolongar la estafa política entre demasiados compatriotas.
Por ende no está demás reiterar que ninguna propuesta emanada de la usurpación socialista o bien de la usurpación colaboracionista y traidora, trátese de «elecciones», diálogos o negociaciones, deberá constituir razón suficiente como para distraer ni por un instante al pueblo de Venezuela en esta guerra por su libertad, siguiendo siempre la ruta del Cese de la usurpación, Gobierno de Transición y Elecciones Libres.
Oración y Trabajo.