La pseudo dictadura criolla
El llamado método científico fue adoptado hace varios siglos como una manera rigurosa de avanzar en la ciencia y de analizar los fenómenos. Tiene un protocolo de siete pasos, pero la esencia del método es la fabricación de una hipótesis la cual puede someterse a pruebas y determinar si los resultados se reproducen en forma consistente.
Imaginemos, por ejemplo, a unos científicos del pasado observando cómo si se dejaba caer un objeto desde una altura venía a parar al suelo. Hicieron mediciones y experimentos, razonaron mucho y hasta llegaron a escribir una fórmula que relacionaba la distancia y el tiempo de la caída con una aceleración constante a la que llamaron aceleración de gravedad. Se hicieron experimentos en otros sitios y vieron que la fórmula funcionaba muy bien y se repetían los resultados. Había pasado la prueba.
El método científico tiene el poder de respaldar las hipótesis ciertas, pero también, sin piedad, hace añicos a las hipótesis fraudulentas.
El espiritismo es una doctrina originada en Francia a mediados del siglo XIX. Su máximo exponente fue Allan Kardec quien escribió el “Libro de los espíritus” que se convirtió en la guía de la creencia. Según el mismo Kardec “el espiritismo es la ciencia que trata de la naturaleza, origen y destino de los espíritus y de sus relaciones con el mundo corporal”.
Si Kardec se hubiese quedado en el plano espiritual su doctrina habría sido un acto de fe en donde no es aplicable el método científico, pero al agregar “ciencia” y “sus relaciones con el mundo corporal” abrió la puerta para la formulación de hipótesis que explicaran esas cosas. Como se conoce el espiritismo utiliza “médiums” para lograr la comunicación entre los espíritus y el mundo terrenal y esto daba la oportunidad de realizar experimentos y probar la validez de los contactos.
Los planteamientos de Kardec eran muy atractivos pues, según decía, “el espiritismo es la prueba patente de la existencia del alma, de su individualidad después de la muerte, de su inmortalidad y de su suerte verdadera; es pues, la destrucción del materialismo, no con razonamiento, sino con hechos”.
A pesar del interés del asunto hasta ahora no ha habido forma de desarrollar alguna prueba que le dé validez a la comunicación terrena con los espíritus y, por no haber pasado el examen científico el espiritismo se sigue catalogando como una pseudociencia, es decir una actividad de ciencia no fiable.
Todo este preámbulo es para crear un escenario que nos permita revisar qué carajo es el régimen de Maduro y su combo, pues si le preguntas a un chavista ellos son un socialismo democrático, si le preguntas a sus opositores dicen que es una dictadura y si le preguntas a otros dirán que solo son una pandilla de saqueadores y narcotraficantes.
En realidad, sean lo que sean, no hay duda que han tratado de cuidar las apariencias. Pueden mostrar que existe una Constitución civilizada y que existen unas instituciones como las de cualquier Estado moderno, se hacen elecciones donde votan los ciudadanos y, además, participan en la mayoría de las instituciones internacionales.
Una dictadura también tendría este esquema, pero se diferencia por no gustar de elecciones, por un control total de los medios de comunicación, la persecución de los opositores y un gran gusto por el orden y la construcción de obras. Las dictaduras no dejan dudas sobre quién manda.
Al igual que en el método científico, los resultados son los que hablan. La politización de las Fuerzas Armadas es un hecho evidente a pesar que lo prohíbe expresamente la Constitución. La parcialidad del sistema judicial es comprobada con el hecho cierto que todas las querellas las gana el régimen y en la lentitud para decidir sobre asuntos de interés para la oposición y la rapidez con que se decide a favor del régimen. Un altísimo porcentaje de medios de comunicación son o controlados por el régimen o guardan silencio para evitar sanciones y la persecución de opositores importantes es notoria.
Estos resultados acercan al régimen a un tipo de dictadura práctica pero disimulada con un disfraz democrático. Sin embargo, a diferencia de las dictaduras tradicionales el orden y el control social es muy bajo y los niveles de delincuencia elevados. Por otra parte, la claridad sobre quién manda es difusa con la presencia de cubanos en funciones importantes de decisión.
Pocos dictadores se dejarían humillar por una banda refugiada en la Cota 905. Así que debemos concluir que este régimen no es ni siquiera una dictadura y el prefijo pseudo le cabe perfectamente. En cuanto a si además son una pandilla de narcotraficantes pues parece que también, pero esto es como la parte extra de una purulenta pseudo dictadura criolla que solo genera emociones básicas como el desprecio, la ira, pero principalmente el asco.