La Cruz de Mayo es un ícono para rendir a la naturaleza, un homenaje por ser mayo, el mes que da inicio a la primavera. La que quedó para la posteridad en El Tigre fue pintada de verde por el señor Francisco “Pancho” Melchor, cuya devoción por la Cruz de Mayo, lo motivó a traerla del fundo SIPUDIERES o LOS MANGOS, ubicado en las riberas del río Caris dónde residía y, le construyó un altar, para que alejara los espantos, aparecidos, fantasmas y espantajos, que antes de llegar la luz eléctrica, eran leyendas de la Venezuela rural, tan arraigadas en el imaginario popular que hasta en los incipientes pueblos las creían o al menos las oían con recelo. Testigo de excepción de esa realidad era doña Juanita Mago, la cual antes de abandonar la vida terrenal era mayor que la ciudad 18 años. Ella era hija de don “Rosso” Mago, propietario de la finca en referencia. Hay que investigar el origen de las cosas. Es para tener certeza de la verdadera y autentica historia. Lo otro son cuentos de camino.
El Callejón Cruz Verde está ubicado exactamente entre las calles Caracas y Lara, en pleno corazón del Casco Viejo de El Tigre. El señor Francisco “Pancho” Melchor, la colocó en ese lugar, porque entre los bahareques, que fueron las primeras viviendas del pueblo, tampoco existía luz eléctrica y, según su creencia, había que espantar con ese escudo protector, las ánimas en pena, las cuales salían relataban los primeros pobladores, a medida que avanzaba la oscuridad de la noche y la madrugada. Los tiempos cambian. En el pasado se les tenía miedo a los muertos. Ahora hay que tener pavor a los vivos y sobre todo a los que se hacen los locos, los cuales se aprovechan de la falta de alumbrado público, para cometer fechorías y atracar a los ingenuos que se aventuran a salir a la calle luego que cae el sol. La gente honesta y trabajadora presa en sus casas y los delincuentes dueños de la calle. Estos vivos no los espanta La Cruz, los tiene que aplacar el gobierno aplicando políticas públicas contra la inseguridad. Creer en otra solución es ingenuidad. Es tiempo de actuar en consecuencia.
Las festividades en honor a la Cruz se inician a finales del mes de abril, cuando los devotos comienzan los preparativos para vestir y adornar La Cruz con cintas y papeles de variados colores. Esta no simboliza el sufrimiento del martirio de Jesús. Al contrario, invita a los creyentes a la comunicación, a la reunión, al canto y a la música. El altar dónde está colocada La Cruz, acompañada de la Virgen del Valle, se transforma en espacio para elevar peticiones y plegarias en el mes de las flores. Es el inicio de las lluvias, propiciadoras de la fertilidad de la tierra. En el velorio de la Cruz de Mayo el canto de galerón y los llamados cachos (piezas fraccionadas), se hacen presentes para deleitar, entusiasmar y alegrar las jornadas. Es una tradición popular que se niega a morir. ¡Viva! La Cruz de Mayo.
A las nuevas y presentes generaciones dedicamos este destello con la firme intención de responder las interrogantes que surgen de ese curioso hecho histórico que va ligado a la fundación de la ciudad. ¡Claro! La Cruz en el callejón llama la atención de propios y extraños y les hace preguntarse: ¿Quién colocó esa cruz? ¿Quién la trajo? ¿De dónde la trajeron? ¿Por qué la colocaron allí? ¿Cuál fue la intención? Los vecinos del callejón Cruz Verde, que por generaciones mantienen en buen estado físico La Cruz y la tradicional celebración todos los años (El pasado y este No por la terrible pandemia), pueden dar fe que esa Cruz Verde, llegó de El Caris, forma parte de nuestro patrimonio histórico y se quedará para la posteridad. Es un ícono de nuestro acervo histórico.
Esperamos además contar con la benevolencia de nuestros eximios cronistas, historiadores e investigadores del rico pasado histórico de esta pequeña urbe, que nació al calor de la industria petrolera el 23 de febrero de 1933 y cuyos primeros pobladores, sin lugar a ninguna dudas, llegaron de la riberas del río Caris, para que cuando decidan escribir la verdadera y autentica historia de la ciudad, puedan incluir en el disco duro de nuestra memoria histórica, al Callejón Cruz Verde, que forma parte de las curiosidades míticas, místicas y divinas, que nos legaron nuestros indiscutibles primeros pobladores. ¡Vale la pena!
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