¿La tarjeta… de la unidad o de la división?

Opinión | julio 23, 2021 | 6:20 am.

Una cosa es que nos engañen y otra distinta es que nos engañemos” Mario Benedetti (1920 – 2009) Escritor, poeta, dramaturgo y periodista uruguayo

La tarjeta de la unidad, la de la manito, utilizada por la MUD en el 2015, obtuvo un grandioso e indiscutible triunfo. Las organizaciones partidistas, los líderes políticos y la sociedad democrática, todos, estuvimos unidos en torno a los candidatos que se postularon en esa papeleta unitaria como diputados para la AN. No fue un milagro, fue la respuesta positiva del pueblo cuando observó que ¡Al fin! La clase política había logrado un acuerdo unitario en materia de candidaturas y se lograba una verdadera y auténtica unidad. Empero, llevaba una falla de origen. No tenía estrategia y programa legislativo al servicio del pueblo y, hubo un fracaso en el desempeño perdiéndose una oportunidad única. Eso fue una tragedia.

La tarjeta, entonces, no fue la milagrosa. Fue la unidad que hizo el milagro. La tarjeta fue el instrumento que se utilizó para que el pueblo no dispersara el sufragio. Funcionó la economía del voto. Todos los partidos sacrificaron sus colores y simbología. Una sola tarjeta, un solo objetivo: derrotar al gobierno. Eso se logró. El triunfo fue glamoroso y resonante, pero desde el mismo momento de la instalación de ese período legislativo mayoritario, empezó la debacle. Perdimos, por la ambición desmedida de algunos líderes, una gran oportunidad. La historia os juzgará.

Volviendo al asunto de la tarjeta de la unidad, la de la manito, es obvio, que el régimen ante la posibilidad de que, la oposición volviera a unirse en torno a candidatos únicos y más peligroso, todavía, en torno a un candidato presidencial inhabilitó la tarjeta. La sacó del tarjetón con argumentos pueriles. Fue la manera que encontró el régimen de eliminar ese peligro latente. Una vez disipado el peligro, por la división y atomización de la oposición, el régimen habilitó la tarjeta de la unidad, la de la manito, no para contribuir con la unidad de la oposición ¡No! El régimen está claro. Lanzó una carnada envenenada para atomizar más a la oposición. Y, los abstencionistas del 6D, la mordieron. La ambición mata coherencia política.

La tarjeta de la unidad, ahora, no es de la unidad. Es la tarjeta de la división. La oposición en este momento aciago del país no tiene brújula. La ambición está por encima de los sagrados intereses de la patria. Todo lo que denunciaron antes del 6D lo practican sin ningún rubor. No hay reconocimiento de errores, nadie pide perdón o brinda explicación, no existe propósito de enmienda. Vamos a votar este 21N porque mi ambición la acompañará el pueblo a ciegas. Muy inteligentes y coherentes. No se quieren quedar fuera del festín. Esa es la verdad.

Los que llamaron a la abstención el 6D no reconocen que se equivocaron al llamar a la abstención ¡No! La humildad no parece adornar las virtudes de la clase política. El pueblo está obligado a entender que cayó por tonto. Ahora, pretenden agazaparse y cobijarse en la tarjeta de la manito creyendo que es milagrosa y que el pueblo caerá otra vez en la trampa cazabobos que montan en cada elección. No hay un ápice de dudas. Es otro error garrafal. No pegan una.

Está demostrado hasta la saciedad. La oposición carece de conducción y estrategia política y, va otra vez, directo al abismo. Los electores que no son un hatajo de imbéciles, como pretende la clase política, los observa y hay la seguridad, que les cobrará tantas torpezas. Y conste no somos aguafiestas. Es reconocer con inmenso dolor la verdad de la realidad que está a la vista. No nos engañemos.

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