Vacunas y diésel
Este régimen es lo suficientemente satánico como para tratar temas tan diferentes como las vacunas contra el covid y la escasez de diésel de manera similar. En estas líneas trataremos de explicar la razón.
Los que saben de matemáticas y de manejo de números comparativos han llegado a la conclusión de que el factor de mentira sobre el número de contagios diarios y acumulados es alrededor de diez. Esto quiere decir que cuando los voceros del régimen anuncian que hoy tuvimos 900 nuevos casos de contagios la verdad es que fueron 9.000. De igual manera, cuando el régimen dice que van 1.800 muertos por covid la realidad es que son 18.000 o más.
Esta mentira puede tener dos explicaciones. Una es la del individuo que, para estimar el número de pájaros en el planeta, cuenta solo los pájaros en el desierto y se olvida de los bosques. Es como usar un termómetro que solo llega a 37 grados para nunca tener fiebre. Los entendidos dicen que el número de pruebas es muy bajo y por supuesto los casos positivos nunca van a ser muchos.
La otra explicación es que el régimen oculta intencionalmente la verdad del número de contagios y de muertes. Esto no sería la primera vez que ocurre pues mentir es casi una característica de estos miserables. Si hiciéramos una lista de las promesas y mentiras de Chávez y Maduro casi de seguro llenaríamos un libro gordo.
La vacunación, algo tan sencillo como comprarlas y colocarlas a los ciudadanos y que en la mayoría de los países está ocurriendo hace meses, se ha convertido en un rollo aún sin solución. Tan embrollados están que hasta la misma oposición se ofreció a colaborar para comprarlas y ni siquiera eso han aceptado. Dicen que los cubanos (que son los que mandan) decidieron que eso era malo para la imagen política del régimen anteponiendo cruelmente el interés de los pocos al beneficio colectivo.
El caso del diésel, si no fuera por sus dañinas consecuencias, daría risa. En efecto, los tipos tienen cuatro refinerías grandes y no han podido solventar el problema de suministro de gasolina. En las ciudades del interior las colas son inmensas y de varios días para obtener unos pocos litros y ahora le tocó al diésel y su escasez afecta severamente a la poca cadena productiva y de transporte que queda. Dolor da ver las colas de tractores obligados a ir a las bombas para obtener unos pocos litros para tener que volver enseguida pues buena parte del combustible lo queman en el trayecto. El diésel es un producto mucho más fácil de fabricar que la gasolina, pero, de la misma forma, ni lavan ni prestan la batea. Producen poco e importan poco y para colmo se lo envían a Cuba en un desprecio enorme hacia el pueblo venezolano.
Como se puede intuir, tanto en el manejo de las vacunas como en el diésel hay muchos enredos, pero también hay cosas en común. La primera es la opacidad de la información con que se manejan los dos casos. Nadie sabe cuándo se comprarán las vacunas, ni cómo será el proceso de vacunación. Pusieron a la pobre Delcy a mentir sobre el inicio y, la verdad, es que el juego sigue trancado. Sobre el diésel lo mismo, nadie sabe si importarán ni cuándo y el funcionamiento refinero es un secreto.
La segunda cosa en común entre las vacunas y el diésel es la decisión de no aceptar ayudas para resolver el problema. Guaidó ofreció colaboración para comprar las vacunas, cosa que ya lo habían aceptado en una mesa técnica, pero al día siguiente a los cubanos les pareció mal y dijeron que no. De igual forma varios privados han solicitado permiso para importar gasolina y diesel y solventar la escasez, pero el régimen ni les contesta.
El tercer elemento en común entre el manejo del asunto de las vacunas y el diésel es posiblemente el más asqueroso, pero hay poca duda que así sea. Los dos casos, como ya lo expresamos, son muy sencillos de resolver y ni siquiera hace falta mucho dinero. ¿Entonces, qué cosa es más importante que transportar el alimento de la gente y solucionarles este asunto de salud?
La respuesta no es otra que la de proteger lo más preciado para un comunista como lo es su permanencia en el poder. Si Maduro y su gente resuelven el asunto del diésel las personas podrán movilizarse y para una mente retorcida, como la de los cubanos y sus babosos esclavos locales, es mejor mantenerlos encerrados en sus casas. Lo mismo ocurre con las vacunas. Un pueblo vacunado tenderá a volver a movilizarse y eso les causa terror a los rojos.
Mantener a la gente encerrada es lo mejor para conservar el poder y, adicionalmente, estimula a las personas a irse del país. Cada vez que un venezolano cruza la frontera, buscando algo de aire de libertad y futuro, es visto por el gobierno como un enemigo menos dentro de Venezuela y un proveedor más de divisas vía las remesas para los familiares que se quedan.
Esta es la repugnante razón que explica la lentitud en resolver estos sencillos asuntos. Es la ausencia de moral que evidencia a estos malparidos como unos seres despreciables y es una de las razones para que esta pesadilla termine de una vez. Millares de familias rotas y de muertos sin justificación formarán parte de la deuda a cobrarle a los rojos.
Nunca nos rendiremos. Viva Venezuela.