Personajes de mi pueblo (Fidel Velásquez)
“La religión une a los hombres en Dios” San Agustín (354-430) Obispo, filósofo y padre de la Iglesia Latina
Muy pequeño de tamaño, grande de corazón, honesto, sincero, trabajador, devoto apasionado de la Virgen del Valle, evangelizador, portador de la palabra por medio del Rosario; así es el hijo de don José Martín Velásquez y la rezandera Digna Josefa Lista, el archiconocido Fidel Alejandro Velásquez Lista, quien se prepara bíblicamente todos los días al amanecer – la Biblia es su libro de cabecera – para dedicarse de manera altruista y ad honoren a la profesión de rezar por las almas de los difuntos y los rosarios en familia que, según confiesa, estos últimos son mucho más importantes para educar, orientar y fortalecer la fe de la familia en la vida religiosa. Fidel es un apóstol de la fe.
“Dios dota a todo ser humano de dones”, asegura con mucha convicción. A los 37 años, una vez que falleció su señora madre que era la rezandera de casi toda la comunidad, se retiró de la vida mundana para entregarse al santo oficio de propagar y divulgar la palabra del señor. Su difunta madre perteneció a la “Cofradía del Corazón de Jesús”, organización que desapareció para darle paso a “La Legión de María” y una vez que desapareció físicamente, Fidel heredó esa vocación religiosa, se incorporó a la “Legión de Mará” y hasta el día de hoy cumple a cabalidad con todos los protocolos disciplinarios que la confraternidad demanda a sus afiliados. “Dios me dio el don de la palabra, soy un hombre de palabra y no puedo cometer sacrilegio porque pierdo mi credibilidad y prestigio” sostiene con mucha firmeza. Un religioso a carta cabal y continuador del legado religioso de su distinguida y amorosa madre. La palabra tiene poder.
Fidel Velásquez, que lleva la palabra del señor por medio del rosario en los novenarios de difuntos y los rosarios en familia, no cobra por esa actividad religiosa. “Porque las cosas de Dios no tienen precio” siempre le repetía su mamá y él, integrado en alma, corazón y vida en los santos oficios, está más convencido que nunca de esa gran verdad. A las personas que le preguntan por qué no cobra, le responde con mucha humildad, pero con firmeza y lleno de convicción “Porque me sale del corazón” y, además cuando afronta sus retos litúrgicos, invoca el poder del espíritu santo el cual, confiesa, nunca le ha fallado y eso vale mucho más que todo el oro del mundo. Es tanta su pasión por transmitir la palabra de Dios que, con su propio peculio, preparó y editó un folleto muy completo el cual regala una vez que concluyen los rosarios en familia. No hay un ápice de dudas, es un pastor, al servicio del señor. Y del pueblo cristiano.
Al igual que sus padres y buena parte de sus hermanos nacieron en San Juan Bautista. Es margariteño de pura cepa y tigrense por adopción, posee siete hermanos paternos. Magno ya fallecido y quien fue hermano del alma de don Saúl Alcalá – caricaturista del diario La Antorcha – el Lic. Asunción, la Lic. Danny, Noelia, Alejandro, Alberto José – el popular Pérez Jiménez (+) – y José Martín. También, dice con orgullo que posee un hermano por parte de padre llamado Beltrán Gómez y uno de crianza; Ignacio Salazar los cuales, hasta hoy, forman parte del núcleo familiar. Es una familia muy unida, solidaria, laboriosa e íntegros devotos de la Virgen del Valle que, ante la ausencia de los padres, aseguran la Patrona de Oriente los acerca cada día más en el amor, la hermandad y la confraternidad. La foto que acompaña esta crónica es de Fidel al lado de una bella imagen de la Virgen del Valle que tiene su nicho permanente, en la entrada de la vivienda de la familia Velásquez, la cual mantienen impecablemente y veneran con toda la pasión de la devoción que le profesan a Vallita. Es veneración a toda prueba.
Fidel Velásquez vino al mundo junto con la revolución cubana el 2 de enero de 1959. Ese día asumía el poder Fidel Castro, el pueblo cubano vivía momentos estelares y, en ese tiempo esa rebelión popular victoriosa que eyectó de la Isla grande al dictador Fulgencio Batista tuvo un gran impacto en Latinoamérica, gozó de muchas simpatías y era el resultado de una gran hazaña llena de épica. “Casi todos los niños de ese interesante momento histórico fueron bautizados con el nombre del héroe de esa gesta, de allí que sus padres contagiados y emocionados por la ola de popularidad que vivía en ese momento el líder de esa proeza le colocaron ese nombre el cual lleva con orgullo”, nos comenta con un halo de satisfacción. En gustos y colores no han escrito los autores.
El prestigio de Fidel Velásquez como evangelizador y portador de la palabra de Dios, traspasa los límites del municipio Simón Rodríguez y el estado Anzoátegui. Es conocido, respetado e inquirido en todo el Oriente del país. Nos recuerda con orgullo qué, en varias oportunidades en las cuales le ha correspondido llevar la palabra de Dios, a través del rosario en la isla de Margarita, la gente ha hecho cola para felicitarlo por el talento, la pasión, dicción, convicción, destreza y conocimientos que posee para cumplir su cometido litúrgico. El mensaje llega, la gente lo capta, entiende y aprende. Esa es la misión y Fidel Velásquez la cumple a cabalidad como excelente comunicador religioso. Nos hace una aclaratoria: “no soy rezandero, mi acción es la expresión comunicacional, para llevar el mensaje de la palabra de Dios, a través del rosario. Es en verdad una labor evangelizadora” Fidel está consciente y convencido de que, la religión une a los hombres con el creador y por eso, no pierde tiempo en su delicada tarea apostólica de llevar la palabra para unirnos a Dios y, por supuesto, unir las familias. Una ejemplar y bellísima misión.
En su vida como ciudadano, Fidel Velásquez cursó la primaria en el colegio “Estado Trujillo” y completó el tercer año en el “Liceo Alberto Carnevali”. No pudo continuar los estudios y culminar el bachillerato, por la estrechez económica de la familia, pero desde el momento que abandonó las aulas, se dedicó al comercio informal en el ramo de perfumes, plata 7.50 y oro.
En esa actividad ha logrado ser representante de varias casas comerciales de prestigio nacional. En la actualidad, no trabaja con el metal amarillo ya trabajado, porque se está cotizando en cifras astronómicas, es difícil conseguirlo y prácticamente imposible vender, aún para su persona, que posee una clientela fija, leal y consecuente. Empero, a pesar de la terrible crisis que sufre el país, no se queja porque mantiene un ritmo de trabajo aceptable, que le provee de los recursos suficientes para vivir digna, decente y honestamente, como también lo hacen todos sus hermanos, en las diferentes ramas en las cuales se desempeñan. En la avenida 5, frente la Negra Damaso ha vivido, viven y vivirán eternamente protegidos por la Virgen del Valle y rodeados del cariño, afecto y amor de sus vecinos. Los vecinos son la familia más cercana.
Hacemos esta crónica con la sana intención de proyectar mucho más la figura de este diminuto hombre, conocido por propios y extraños en la ciudad, que ha hecho de la profesión de la fe un apostolado lo cual acrecienta su grandeza y amor por el prójimo. Indiscutiblemente, Fidel Velásquez, forma parte de la historia religiosa y cotidiana de nuestra comunidad y es, de los que no pasa desapercibido, cuando asiste a las exequias de un vecino, un amigo, o un conocido luciendo un elegante frac negro, que lo distingue, entre los asistentes a esas honras fúnebres. No hay un ápice de dudas: la hermandad, solidaridad sensibilidad y amor por el prójimo de Fidel Velásquez es del tamaño de su gran corazón. Nunca olvidéis: “Las cosas de Dios, no tienen precio”. Santa palabra.
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