Cisne negro en el Arauca
Los combates de guerra convencional que han acontecido en el sur de Apure desde el 21 de marzo y su posible curso es el tema de estas líneas. La acostumbrada opacidad de la información oficial no es impedimento para especular sobre este suceso que tiene el potencial de convertirse en un insospechado cisne negro en la compleja historia contemporánea de Venezuela.
Dentro de la fantasía revolucionaria latinoamericana, la imagen de Simón Bolívar se introdujo con mucha fuerza como un líder que, ya desde su tiempo, desconfiaba de los Estados Unidos y su sed imperial. El caliche de que Bolívar había escrito que los gringos “parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad” ha sido su más repetida y embustera bandera pues esconde el contexto de la carta de Bolívar. Con ella, lo que pretendía el Libertador era asustar a los ingleses (mostrándoles al ogro norteño que los había derrotado) para hacerles abortar la idea de nombrar a un Borbón como Rey en las naciones liberadas por Simón.
El truco de sintonizar a Bolívar con la revolución se vuelve entonces justificativo y bandera para rescatar su sueño de la Gran Colombia, aunque, por supuesto, ahora comunista. Esto no es algo nuevo y fue incluido, desde hace mucho, dentro de la estrategia cubana para el dominio continental. El haber obtenido, en tierra firme como base de operaciones, a Venezuela les otorgaba la oportunidad para avanzar en el plan de conquista para lograr un enorme poder regional que incluiría el pastel de almíbar que representan Panamá y su canal.
El conflicto armado aparentemente se inició por diferencias entre grupos de la narcoguerrilla y así lo han comentado en detalle en los medios de comunicación. La pregunta es si ha sido también la excusa para iniciar y escalar a un conflicto mayor pues, por donde se le mire, habría ganancias para el régimen. Pondría toda la atención del País en ese conflicto quitándole el volumen a los miles de problemas internos, justificaría las alianzas militares con los cubanos, rusos y hasta con la misma guerrilla dentro de Venezuela y lograría, además, la estabilidad del régimen por un buen tiempo.
Pero tanta belleza usualmente es rara de obtener. En efecto, todo este cuento de la Gran Colombia 2 es harto conocido por el gobierno colombiano de manera que de seguro ya los vecinos están alertas para contener cualquier avanzada de provocación. Hasta aquí, todo tendría el usual contrapeso nivelador que ha mantenido controlada la situación durante mucho tiempo, pero existe el peligro potencial de dos escenarios que de seguida comentamos.
Un primer escenario es el que los chavistas y sus aliados quieran utilizar la oportunidad para avanzar en su proyecto y ampliar el conflicto a otras regiones fronterizas que ya cuentan con la presencia de irregulares del lado venezolano como lo son Táchira y Zulia. Las alianzas militares entre Irán, Rusia y China darían fortaleza a la aventura y un conflicto de buena dimensión serviría de medidor para una incursión futura. También influiría en la política granadina que pronto irá a elecciones presidenciales mostrando al candidato Petro como una figura alterna y mejor capacitada para el manejo de una crisis fronteriza.
El otro escenario es que los colombianos vean la oportunidad de terminar con la influencia de un vecino molesto y muy peligroso en sus aliados y utilice su afinidad con los gringos para preparar un plan bélico de gran proporción que obligue a Maduro y sus secuaces a retirarse. El Comando Sur activaría su apoyo logístico, pero haciendo parecer el conflicto como un asunto del vecindario. En un escenario de este tipo la ventaja estaría del lado colombiano pues el apoyo logístico de Rusia e Irán haría aguas no solo por lo costoso sino, principalmente, por la enorme distancia geográfica. Una guerra de desgaste sería suficiente para definirla.
Difícil anticipar el desarrollo de los múltiples caminos que pudieran tomar las cosas, pero al menos no tardarán mucho en apreciarse. Hasta podría tratarse de un primer “careo” y volver a las esquinas, pero el escenario está puesto y si no suceden cambios mayores estaremos enredados en un conflicto de guerra importante. Para los dos bandos la recompensa es grande y las guerras también tienen mucho del pecado de codicia.
No sé si estamos cruzando el Rubicón, pero el “alea” flota en un ambiente al que nunca nos imaginamos asistir.