Un gran cambio para el desarrollo de Venezuela
Intervención en el Foro-Chat “El Gran Cambio”, organizado por ANCO Nueva Esparta en fecha 5 de febrero de 2021
Buenas tardes,
Mi agradecimiento por la generosa invitación de la Coordinación de ANCO del Estado Nueva Esparta y a todos quienes nos acompañan hoy. Muchos de ustedes se estarán preguntando cual es el objeto de estar hablando de otra cosa que no sean las acciones directas para remover al régimen del poder, como lo está pidiendo gran parte de la opinión que se mueve por las redes sociales como consecuencia del mandato de la Consulta Popular. Y mi respuesta es la siguiente: De lo que hablaremos hoy es precisamente la principal accion que debemos estar desarrollando en todo el pais para el logro de ese objetivo porque explica la razón principal por la cual queremos a los delincuentes del régimen fuera del poder.
Y esa explicación no va en el sentido de tratar de resolver lo inmediato lo que ya han destruido y colocar a Venezuela en una posición de ser un país “normal” de nuevo. No. Cualquier plan de gobierno estándar que se aplique después de la caída del régimen conseguirá eso, siempre y cuando no sea socialista. Lo que pretendo explicar esta tarde va más allá de eso. Va en el sentido de lo que debemos ir haciendo desde ahora para que ocurra esa caída como parte de un desarrollo ulterior de mucha mayor magnitud, y que dependiendo de que tanto se haya comprendido en términos ciudadanos, no solo evitara que la tragedia que vivimos se vuelva a repetir, como ocurrió en Nicaragua y está ocurriendo en Bolivia y Ecuador, sino que nos dará la base ciudadana para encontrar las respuestas organizadas para el problema que tenemos ahora mismo.
Sería un lugar común decirles que en Venezuela todo tiene que cambiar, en especial el manejo de lo que se dice de todos y que ha terminado históricamente en manos de pocos. Hace muchos años hice una comparación sencilla para dar a entender la diferencia entre lo Institucional y lo Político. Decía en ese entonces: “¿Cual debe ser la salida de este país ante esta vergonzosa anomia de estos pseudo líderes opositores? ¿Esperar que este liderazgo «madure» para comenzar a resolver realmente-y de manera estructural-, los problemas de la gente? ¿O quedarnos todos tranquilos mirándonos el ombligo? Es como si un carro (lo institucional) se quedara accidentado en una carretera oscura por una falla mecánica y la solución sugerida a los pasajeros para continuar es cambiar al chofer (lo político). Obviamente otro chofer no moverá el carro…”.
Pues bien, el enfrentamiento de los partidos políticos en Venezuela en los 40 años previos a 1998, y más de los 20 que llevamos de esta tragedia socialista, se ha tratado fundamentalmente por tener la oportunidad de manejar el carro o el autobús que mencionaba, y por supuesto quien debería ser el chofer. NADIE se planteó nunca que el autobús –lo institucional- estaba en ruinas y en pésimas condiciones para continuar, ni mucho menos someterlo a urgentes reparaciones, aun cuando hubo hubo voces que lo gritaron sin ser oídas. Lamentablemente en 1998 los venezolanos cambiaron el chofer, insistiendo en lo político, creyéndose el cuento de un mecánico de carretera estafador que envenenó el autobús y lo fundió pocos kilómetros más adelante. Ahora estamos en las peores condiciones jamás pensadas, con un autobús inservible y los venezolanos todavía siendo engañados con la ilusión de volver a poner en marcha el autobús si cambiamos el chofer. Esa fantasía debe detenerse ahora mismo para que se pueda avanzar en la solución del problema.
Muchas de las cosas que estoy diciendo aquí ya las he repetido y publicado en mi blog a lo largo de muchos años de intentar vender un cambio que sin duda hay que hacerle a ese autobús. Pero me he convencido que eso no servirá de nada si la gente no entiende un concepto fundamental: El concepto de ciudadanía. ¿De qué vale una explicación muy teórica y conceptual del problema pero con implicaciones muy graves en la práctica, si la gente aun sigue persiguiendo los espejitos electorales de los políticos, como borregos de unos zorros disfrazados?
En el siglo XIX, una vez alcanzada la liberación del territorio que ahora lleva el nombre de Bolivia, El Libertador, consciente de que el esfuerzo de la libertad era inútil sin educación, envió a su propio maestro, Don Simón Rodríguez, para organizar la enseñanza en esa nueva República. El Maestro Rodríguez sostenía una tesis, a mi juicio muy avanzada, tanto para su época como para la nuestra, según la cual es una contradicción desear Repúblicas sin republicanos. Decía el Maestro Rodríguez citado por Arturo Uslar Pietri: “el que nada sabe, cualquiera lo engaña, el que nada tiene, cualquiera lo compra”. En las múltiples enseñanzas que Uslar Pietri nos legó, afirmaba que en esta tesis de Simón Rodríguez, “se trataba de enseñar para que nadie pudiera engañar a otro y de darle una base productiva para que nadie pudiera comprarlo, para que fuera un ciudadano”.
De acuerdo a esa enseñanza, una primera aproximación conceptual del ciudadano sería aquel que no puede ser engañado porque tiene una educación, ni tampoco puede ser comprado porque tiene una base productiva que lo impediría, basada en esa misma educación. Paradójicamente, si en el siglo XIX un planteamiento como ese pudo haber sido ambicioso y fracasar, pero deberíamos preguntarnos porque todavía fracasa en pleno siglo XXI.
Sostengo firmemente que es imposible someter a un pueblo culto consciente de sus derechos. Por esa razón los países con indicadores altos en materia educativa disponen de gobiernos respetuosos de los derechos humanos y disfrutan de altos grados de desarrollo social y económico.
Si la base de nuestro Pacto Social fundamental, la Constitución, está estructurada de forma tal que sea el Estado quien distribuya (esto es, el Estado benefactor), quien decida cuanto y en qué forma darle a los ciudadanos su parte del reparto de la renta del país, conceptualmente estamos partiendo del sitio equivocado. Eso nos condiciona en el Pacto a que hay alguien que da y otro que recibe, independientemente de las porciones que se repartan. Ese esquema condiciona y genera de por si la lucha por el poder de quienes buscan repartir en su propio beneficio. En otras palabras, buscan conducir el autobús, independientemente si este está estructuralmente dañado. Un esquema como ese es tóxico y destructivo en el largo plazo para cualquier sociedad. Nosotros somos la prueba viviente de eso.
No se plantea en nuestra Constitución que sean los ciudadanos los que deban trabajar para el sostenimiento de las Instituciones del Estado. No existe la capacidad ciudadana para manejar los impuestos y la discrecionalidad política, administrativa y financiera necesaria para resolver su diario vivir y su calidad de vida.
Y al no ser eso así, queda en las manos de quien reparte proveer el bienestar ciudadano, y de allí comienza la feroz lucha de los factores políticos para alcanzar las posiciones de Poder que les permitan ejercer la administración del Estado, pervirtiendo el objeto fundamental de su propia razón de ser, que no es otro que el de proveer bienestar y calidad de vida a los ciudadanos, generando corrupción y elites corruptas.
El Municipio, unidad básica y fundamental del territorio que reúne bajo su seno a las comunidades agrupadas en ciudades, en la actualidad dependen para sus necesidades más elementales del auxilio financiero del Estado. La organización que nos hemos dado a través de ese Pacto Social distorsionado en su esencia, desde hace varias Constituciones venezolanas, aún reparte la renta del país hasta en un 20% a todos los Estados y Municipios, a través de una figura jurídica denominada Situado Constitucional (Artículo 167.4 Constitucional). De ese 20%, los Municipios han recibido históricamente a su vez un 20%, quedándole al Estado regional el 80% restante de ese 20%. Es un Pacto absurdo donde los ciudadanos reciben la menor parte y solo gana quien reparte, que se queda con el 80%, tanto a nivel Nacional como a nivel Estadal.
En otras palabras, el Municipio, el lugar donde viven las personas, donde desarrollan sus actividades, su trabajo, su recreación, se educan y educan a sus hijos y conviven, recibe la parte más ínfima en el reparto, quedando al arbitrio de una entidad superior, “El Estado”, la buena o mala administración de la parte más grande. Los impuestos nacionales como el IVA, no se regresan a ellos en la misma proporción, así como tampoco los impuestos de transacciones inmobiliarias, y aquellos provenientes de los Registros y Notarías de documentos. De esta manera, en ninguna parte de Venezuela los ciudadanos disfrutan de los impuestos que ellos mismos generan, quedando estos a la discrecionalidad de quien conduzca el Estado, y de su buena o mala administración, y no de los ciudadanos que los producen. Eso no ocurre en ningún lugar del mundo. El sistema esta pervertido en su esencia.
¿Puede ser ese un esquema viable? ¿Cómo pueden las personas consustanciarse con sus problemas y sus soluciones en las ciudades cuando no está en ellas el poder resolverlos? ¿Qué interés puede tener un ciudadano de resolver el mismo sus problemas? En pocas palabras, ¿cómo puede alguien ejercer su ciudadanía, si de entrada esta cercenada su capacidad de ejercerla? El sistema que tenemos no está diseñado para hacer ciudadanos sino habitantes, o peor aún, borregos sin criterio que deben ser conducidos al matadero de quien tiene el poder.
Tenemos entonces ciudades repletas de personas -habitantes- esperando que “alguien” resuelva que las calles están rotas, que llegue el agua, que funcione el servicio eléctrico, que haya trabajo, y pare usted de contar. Con las complejidades de hoy, los problemas se han multiplicado exponencialmente y es imposible para pocas personas, aun teniendo los recursos, poder administrarlos eficiente y oportunamente para las grandes mayorías. Y cuando los recursos son escasos esa tarea es virtualmente imposible.
Entonces debemos empezar por el principio: volver al ciudadano. Plantearnos que un sistema que se base en que alguien lejos del propio ciudadano pueda resolver los problemas y necesidades mejor que aquellos que habitan en sus propias comunidades, es un sistema que debe ser sustituido por otro que efectivamente esté consustanciado con los problemas de la gente. Pero que ese nuevo sistema le entregue no solo el poder político sino también los recursos y las responsabilidades, a fin de que las comunidades puedan hacer contraloría y seguimiento cercano.
Y de esto es lo que trata El Gran Cambio. Estamos proponiendo reordenar las funciones que deben estar en cada nivel de la pirámide del Estado, dándole el poder y los recursos para que se ejerzan y administren lo más cerca posible del ciudadano y este tenga la responsabilidad cercana de su cuido y custodia. De esta manera invertimos la pirámide actual del poder. Esto evidentemente traería cambios profundos en las relaciones de los representantes políticos con el ciudadano que a partir de ese momento sería el sujeto activo y no pasivo de la política del país. Por supuesto eso conllevaría a un reordenamiento territorial para poder administrar más eficientemente el poder y los recursos. Eso está contenido parcialmente en el documento que publicamos recientemente, porque todavía hay mucho por desarrollar.
Ahora bien, construir ciudadanía no es fácil en un ambiente donde todo el mundo pide que le resuelvan los problemas, como ha sido la costumbre hasta el sol de hoy en Venezuela. Cuando desde ANCO impulsamos la Consulta Popular sabíamos que ese mandato ordenado por los venezolanos de expulsar al régimen del poder lo focalizarían hacia nuestra organización cuando efectivamente está en cada uno de nosotros la responsabilidad fundamental de hacerlo cumplir. Después de esa Consulta vamos a tener que convertirnos forzosamente en ciudadanos. Vamos a tener que comenzar organizándonos en todos los Estados de Venezuela para examinar en cada región que cosa está en nuestras manos poder hacer para que el mandato se cumpla. Y se asombrarían de lo que podríamos hacer si nos lo proponemos entre todos organizadamente. En otras palabras, ejerciendo nuestra ciudadanía. Eso fue lo que primero hicimos entre todos con la Consulta Popular pero ustedes no se dieron cuenta. Pero ahora lo haremos de una manera consciente.
Cada Estado tiene sus propias potencialidades para impulsar cualquier cambio en el “status quo”, ya bien sea para salir del régimen o para desarrollar su propia región integralmente de acuerdo a esas potencialidades. Y eso solo lo saben sus propios ciudadanos, nadie más. Solo ustedes pueden responder cual es el peso específico que tiene el aporte de su Estado para que el sistema actual del régimen se siga sosteniendo. Algunos tendrán mayor o menor incidencia en eso, de la misma forma en identificar cuales cosas deberían hacerse en su Estado para elevar sustancialmente la calidad de vida si existiera un marco institucional que se los permitiera. Ambas son tareas que desde ahora se deberían estar preguntando a ustedes mismos para comenzar a investigar, pero teniendo en cuenta de que se tiene la conciencia ciudadana de actuar coordinadamente en el marco de un compartimiento estanco de una totalidad que se organiza nacionalmente para eso.
A la pregunta del qué podemos hacer para hacer cumplir el mandato de la Consulta Popular y salir del régimen, la respuesta se encuentra en ustedes mismos, en cada Estado del país. Y luego de eso, en las acciones coordinadas entre todos desde la perspectiva nacional. Si en este momento yo tuviera una respuesta a esa pregunta, no la diría. Y tampoco la deberían decir ustedes en los Estados. Cada uno deberá organizarse para hacer efectiva la liberación. Y esa conciencia ciudadana deberá manifestarse organizadamente, cada uno accionando desde su propia realidad. De otra manera los venezolanos seguirán esperando indefinidamente que “alguien” aparezca de la nada y resuelva el problema. Si logramos entre todos las acciones concretas y coordinadas para hacer cumplir el mandato y salir del régimen, mucho más sencillo será lograr ejecutar aquellas necesarias para realizar los cambios que hacen falta para alcanzar el país que queremos en el marco de El Gran Cambio que proponemos.
Cada Estado deberá comenzar desde ya a discutir su propio modelo de desarrollo regional en el marco de esa propuesta conceptual. Y los integrantes de ANCO en cada Estado comenzar a abriles la mente a sus ciudadanos de esa posible nueva realidad. Esa propuesta no excluye a nadie y define una ruta clara de acción ciudadana para cambiar verdaderamente a Venezuela. Comencemos ya porque vamos retrasados…
Muchísimas gracias,
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