El palacio municipal
«Los bienes son para aquellos que saben disfrutarlos« Epicuro de Samos (341 a.C – 270 a.C) Filósofo griego
El Tigre fue elevado a la categoría de Municipio, adscrito al territorio del Distrito Freites, en el año 1940 y su primer Presidente fue el señor José Manuel Ceballos. Luego lo presidieron Francisco Arreaza Calatrava, Juan Crisóstomo Fernández Amparan. En el año 1948, la Asamblea Legislativa del estado Anzoátegui, presidida por el Dr. Jaime Lusinchi, lo elevó a la categoría de Distrito, con 2 municipios. El Tigre y El Tigrito, quedando como capital El Tigre y el primer Presidente del nuevo Distrito fue el Periodista Pedro Manuel Vásquez. Es historia reciente.
El entonces Municipio y después Distrito Simón Rodríguez tuvo como sede del Poder Municipal el edificio, que actualmente ocupa el Cicpc en la calle Orinoco del Casco Viejo de la ciudad, hasta el año 1973, cuando el Dr. Rafael Caldera, en plena campaña electoral, previo rescate y reparación, inauguró el actual palacio municipal en la avenida Francisco de Miranda.
En ese momento presidía la Cámara Municipal el Dr. Adalberto Carrasco Mata, quien recibió el inmueble sin equipamiento, razón que no le permitió ocuparlo. Había que trasladar el mobiliario del viejo edificio. En el año 1974, ejerciendo la Presidencia Municipal, don Joaquín Salcedo Rojas, se hizo efectiva la mudanza total. Lo demás es historia.
La breve síntesis de esos acontecimientos locales los traemos a propósito de recordar a la presentes y nuevas generaciones que el actual edificio municipal fue construido en las postrimerías de la última dictadura militar que lideró el Gral. Marcos Evangelista Pérez Jiménez, y quedó a punto de inauguración. Cuestión que no realizó porque el 23 de enero de 1958, fue derrocado y los sucesivos gobiernos democráticos del Vice Almirante Wolfgang Larrazábal, Édgar Sanabria, Rómulo Betancourt y Raúl Leoni nunca lo terminaron e inauguraron. No hubo continuidad administrativa. Un error histórico.
En esos más de 13 años que el edificio fue abandonado se conoció por su color, como «El Elefante Blanco». Y como todos los bienes públicos que quedan a la buena de Dios, fue poco a poco víctima de todo tipo de actos vandálicos, robo de sus instalaciones internas, guarida de choros y letrina pública. Era una fea verruga en el centro de la ciudad. El 23 de enero, a la caída de la dictadura militar, las turbas enardecidas sólo habían atentado contra algunos vidrios, que fueron destrozados con piedras las cuales, lanzaron desde la primera carrera como se llamaba la avenida Francisco de Miranda. El síndrome de la ventana rota se encargó de lo demás, hasta el año 1973, cuando fue remodelado por el gobierno democrático del Dr. Rafael Caldera. En justicia.
En la Constitución Nacional de 1961 ya se establecía que los estados se dividían en municipios. Empero, no fue hasta el año 1984, cuando se aprobó la Ley Orgánica del Régimen Municipal, que desapareció la figura de los distritos y se establecieron definitivamente los municipios como la base de la unidad política administrativa de los pueblos y ciudades. En diciembre del año 1989 se eligieron los alcaldes y en el municipio Simón Rodríguez, resultó electo el Dr. José Horacio Guzmán Requena. Es otra historia.
Los ciudadanos debemos saber cuidar y disfrutar los bienes públicos. Tenemos que cambiar la mentalidad de que, lo que es de todos, no es de nadie. El patrimonio público es de todos y los buenos ciudadanos estamos obligados colectivamente a preservarlo y protegerlo como nuestro patrimonio particular. La ciudad es nuestra casa grande y patria chica. El que no cuida lo que tiene a pedir se queda. Vamos a cuidar nuestro patrimonio local ¡Vale la pena!