Ruta Común
Luego de de leer los reconocimientos concedidos a la extensión del mandato como Presidente Encargado a Juan Guaidó y la Asamblea Nacional electa en diciembre de 2015, a través de la modificación de un Estatuto agarrado con alfileres, otorgados por los EEUU, la Unión Europea y el Grupo de Lima, no me queda otra cosa que volver a asombrarme por una situación que solo se da en Venezuela: afuera nos reconocen más de lo que nos reconocemos a nosotros mismos.
La situación de Juan Guaidó y menos aún la extensión del mandato de la Asamblea Nacional electa en 2015, a través de una modificación dudosa del Estatuto para la Transición (a mi juicio inconstitucional) no me gusta más que al resto de los venezolanos que hemos visto 2 años tirados a la basura de la historia, con el consabido aumento del sufrimiento de nuestra gente. Pero la decisión del mundo no es jurídica, es política. Y esa decisión, a juicio de todos los países, constituye un mal menor que reconocer a los delincuentes que tienen el poder en Venezuela. Prefieren seguir esperando y ver cómo evolucionan las cosas en el país, con una dirigencia política opositora que consideran -y con mucha razón- muy mediocre.
Sin embargo todavía existen dirigentes políticos de la oposición venezolana que ponen en duda esa realidad política del reconocimiento de Guaidó y su Asamblea, que les atropella en la cara, y siguen trabajando activamente a contravía de sus ejecutorias para hacer más difícil el camino del Gobierno Encargado y a la actual Asamblea Nacional de 2015 como los poderes legítimos del país, lo que redunda en beneficio de la permanencia del régimen.
De hecho los desconocen y se rehúsan a trabajar con ellos. Aunque podría acordar en que no les falta razón, es urgente e indispensable, no buscar una “unidad” con esa oposición, sino acordar al menos lo que he llamado una “Ruta Común” que nos permita andar por carriles separados pero en la misma dirección. Algo de eso hicimos desde la sociedad civil cuando en ANCO le propusimos al Gobierno Encargado la realización de una Consulta Popular, aunque ellos no entendieron del todo el significado de “carriles separados”. Pero a los venezolanos nos cuesta llegar a ese tipo de reconocimientos. Y eso es lo que no entiende la gente de afuera. Ya es hora de empezar a cambiar eso si queremos salir pronto de esta pesadilla.
Esa Ruta Común debe pasar por establecer acuerdos de convivencia y de trabajo coordinado que permitan no una unidad, sino un trabajo común que son dos cosas diferentes. Unidad significa fusionarse con otro, en una estrategia únicamente conducida sobre un grupo coherente jerárquicamente. En las actuales circunstancias eso no es posible en Venezuela. Lo que se propone aquí es algo completamente diferente, y puedo dar un ejemplo para que se comprenda la idea: cuando se está quemando un edificio pueden llegar muchos a intentar apagar el fuego. Unos pueden utilizar equipos con mangueras, otros más pequeños con baldes de agua, otros con equipos de espuma, otros utilizar helicópteros con agua desde el aire, y otros con explosivos para apagar fuego. Todos esos grupos tienen una la solución que puede ser o no valida, pero si actúan solos lo que harán es que el edificio se queme más rápido.
Si cada uno opera independiente a su manera y de acuerdo a sus capacidades nadie se tiene ni siquiera que ver. Solo se requiere saber donde estará el otro para no estorbarle ni pisarle la manguera –valga el ejemplo del incendio-, cada uno trabajando en su propio lugar pero coordinadamente. De esa manera todos trabajan para un mismo fin, apagar el fuego en el edificio de acuerdo a su propia capacidad. De eso es lo que hablo. Mucha gente se podría integrar sin que se tenga que estar de acuerdo con la estrategia del otro. Lo que si debe existir es un lugar único de coordinación donde los jefes de cada grupo evalúan donde se colocan los equipos de acuerdo a su competencia para el beneficio de llegar más pronto al objetivo común. Eso es lo que llamo Ruta Común. No tengo que estar de acuerdo con lo que hace el de al lado, el del frente o el de arriba o el de abajo. Si lo que hace va en el sentido de lograr el objetivo común de todos, es válida su participación.
En julio de 2012, publiqué una nota titulada “Unidad técnica” que se llegó a transformar en una propuesta formal a los equipos técnicos de la MUD para afrontar la aceptación técnica de las condiciones electorales del régimen para las elecciones Capriles-Chávez de octubre 2012. Allí proponía la “unidad” de los equipos técnicos de la MUD y de aquellos que adversábamos la manera en que se aceptaban las condiciones del régimen para que la oposición pudiera participar. Creí que era más sencillo que los técnicos nos pusiéramos de acuerdo en la ingeniería, que es completamente objetiva, que los políticos en relación a las condiciones electorales. Fue en vano. De nuevo, la manía venezolana de no trabajar juntos por un objetivo común. Pero los políticos de la MUD tenían a mi juicio un gato encerrado con el régimen que no deseaban que nosotros conociéramos. De allí que los técnicos de la MUD no consideraron nuestra propuesta, terminando por aceptar las condiciones más abyectas para esas elecciones. No fue en vano que Capriles nos mandara a bailar salsa y tocar cacerolas para no cobrar…
Un paso interesante de una primera aproximación a esa Ruta Común podría ser aceptar esa “rendición de cuentas” que están exigiendo María Corina Machado, Diego Arria y Antonio Ledezma. Si existe la disposición de Guaidó de solicitar la colaboración de otros sectores opositores indicando que “Es el momento de unirnos” porque es “el último llamado de la patria”, debería estar entonces en la disposición de negociar un acuerdo opositor en los mejores términos sin pisarse las mangueras para hacer un reinicio de la oposición en el 2021 en una Ruta Común que los lleve a todos en la misma dirección, donde cada uno apague el fuego desde su propia perspectiva. Eso sería lo sensato. Lo otro sería seguir en la vieja costumbre venezolana de no reconocer lo que el planeta entero reconoce, que no es otra cosa que la fórmula más segura para que el régimen dure 100 años.
Pero lo más importante de toda esta exposición es que esa Ruta Común tiene que incluirnos como la sociedad civil representada por más de 6,4 millones de venezolanos que se hicieron presentes en una Consulta Popular, que todos en esa oposición se empeñaron en que no se expresara y ahora tratan de esconder el éxito de esa convocatoria como quien trata de ocultar el sol con un dedo. Esa es la clave para el éxito o el fracaso de esa nueva Ruta. Esos ciudadanos no investidos de autoridad son los únicos capaces de legitimarla. Si igual se empeñan en seguir ignorando a quienes podemos legitimarla, el camino será más largo pero finalmente se impondrá el dueño de la Soberanía Popular pasando por encima de quienes aun no comprenden lo que desde hace rato entendieron afuera: o lo hacen juntos, o lo hacemos nosotros directamente con los dueños…
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