La salud mental estudiantil
Para que los estudiantes puedan tener una excelente salud mental y un bienestar social apropiado para sus vidas, tanto en la educación media como en la educación superior, y, en general en sus vidas familiares y sociales deben recibir una atención preferencial: padres interesados y amantes de sus hijos, buenos profesores y docentes, buenos gobiernos que les expliquen y hagan entender la pandemia que vivimos, apoyo psiquiátrico y psicológico, apoyo económico a sus familias, y tratamientos profesionales, en general, a sus angustias emocionales que muchas veces se han arrastrado por muchos años.
Los cambios emocionales en los jóvenes estudiantes han aumentado universalmente debido a la pandemia de Covid-19 y sus consecuencias sociales y económicas; esto se ha estado acelerando en muchos países. Además, en muchos países ha aumentado el racismo producto de la movilidad existente entre habitantes de diversos países; por ejemplo, muchos venezolanos que han emigrado por hambre, falta de insumos médicos o educación, debido a la dictadura de su país, no son bien recibidos en países limítrofes. “En el racismo sistémico en muchas esferas de la vida estadounidense está resaltando el estrés y las consecuencias de salud mental que enfrentan los estudiantes de grupos tradicionalmente subrepresentados y las mujeres que continúan sufriendo los efectos persistentes del sexismo” según dice Alan I. Leshner quien es director ejecutivo emérito de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia.
Para promover la salud mental y el bienestar emocional de los estudiantes en sus aulas y campus, se requiere, en estos momentos más que centros de apoyo y asesoramiento que funcionen bien. Esto ayudaría a enfrentar las consecuencias dañinas de estos problemas que enfrenta el estudiantado que debe ser aceptado en un mundo moderno que depende de una fuerza laboral sana, bien educada y ética.
La salud mental de los estudiantes depende, sin duda, de los propósitos docentes y de planes de acción coordinada; por ejemplo, en la instrucción a distancia que gracias a Internet se está considerando como un requerimiento necesario para estudiar y enseñar. Obviamente, para muchas instituciones, partiendo por los ministerios de educación, se requiere un compromiso real para salvar el futuro.
De acuerdo a lo ocurrido con el Covid-19, pandemia que ha logrado cambiar muchos paradigmas políticos y sociales de la humanidad, tenemos que considerar que entre los grandes cambios que están ocurriendo en el ámbito académico tienen mucho que ver con la revolución comunicacional que significan las TIC (Ver: Mario H. Concha Vergara, Teorías de la Comunicación, Edit. EAE 2014, Alemania). Los programas académicos que usan las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), han sido de una gran ayuda para los estudiantes pues ellos están diseñados de manera que combinan la flexibilidad necesaria para el perfecto y correcto desempeño de los estudiantes a distancia con la calidad académica, especialmente propia de las actividades de la educación superior.
Lo anterior ha significado, también, que los alumnos, en general, están, la gran mayoría interactuando desde sus hogares cerca de sus familias. Lamentablemente no todos los países tienen la posibilidad de entregar a sus alumnos buenas directrices para el estudio a distancia pues no tienen docentes preparados para ello, ni programas ad-hoc. Esto significa que los diferentes ministerios de educación deben rápidamente iniciar una prospección real en la preparación de docentes para los alumnos online.
Promover la salud mental en los estudiantes exige que la sociedad entienda realmente de valores éticos. Los problemas que deben encarar los estudiantes no son muy similares a los de los adultos quienes tienen otros deberes. Para los alumnos, sus instituciones y su sociedad moderna, que depende de una fuerza educacional sana exigen una respuesta mucho mejor, pues promover la salud mental y el bienestar emocional de los estudiantes en el campus es mucho más de lo que la sociedad estaba acostumbrada a entregar.
Se requiere de un compromiso real con planes y acciones combinadas y coordinados, esto significa, sin duda, un replanteamiento importante de las responsabilidades para con los estudiantes. Es necesario, sin duda, investigar las tasas de depresión, ansiedad, e incluso hasta de pensamientos de carácter suicida de los estudiantes y el uso de drogas y estupefacientes que ya están llegando a ellos con mayor asiduad. Respecto a esto muy pocos países han hecho estudios serios y encuestas para ir en ayuda de los estudiantes y maestros. Y de las pocas informaciones que tenemos los docentes realmente preparados para esto, se cree que sólo un 40% o menos de las universidades más prestigiosas han informado sobre la percepción de problemas de salud mental entre sus estudiantes y docentes.
Respecto a lo anterior, una encuesta en 2020 realizada en medio de la pandemia de COVID-19, en plena primavera, por el HMS y la American College Health Association “mostró que la prevalencia auto informada de depresión entre los estudiantes universitarios había aumentado en un 15% en comparación con el otoño de 2019, y más estudiantes informaron que los problemas mentales”. (Alan I. Leshner, 2021). Obviamente, estos problemas afectaron negativamente el rendimiento de los estudiantes. Por otra parte, el abandono de los estudiantes universitarios con problemas de salud mental en algunos países supera el 40% siendo la prevalencia de problemas de salud mental entre los graduados seis veces mayor que la de la población general. Estas pocas estadísticas reflejan claras implicaciones no solo para los estudiantes, sino también para sus instituciones.
La mayoría de las instituciones de educación así como las autoridades deben orientar al estudiante y deben enfatizar el valor de buscar el propio bienestar al mismo tiempo que brinda información sobre los servicios comunitarios y del campus disponible para ayudar cuando sea necesario. Debe abordarse, también, el estigma, muchas veces inevitable, que acompaña a los problemas de salud mental y de uso de sustancias e inhibe a los estudiantes de buscar ayuda. El personal docente debe estar capacitado para reconocer a los estudiantes en peligro y remitirlos a servicios profesionales.
Obviamente, muchas de estas políticas requerirán de recursos adicionales durante una época difícil para los presupuestos institucionales. Lo anterior significa que apoyar al estudiante en su totalidad es muy importante como para reorganizar el futuro de los países considerando que la pandemia que estamos viviendo significa que están creándose nuevos paradigmas sociales y políticos.
La misión de los buenos gobiernos y en especial de la educación superior debe ser el desarrollo del estudiante en su totalidad. Finalmente, lo que la sociedad realmente necesita de la academia son personas con buena educación física y mental, pues los jóvenes son el mañana.
PhD. – Docente – Chile
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