La Prioridad
El asunto más importante del que tenemos que ocuparnos los venezolanos de hoy es la tragedia que representa la crisis humanitaria que está sufriendo la gente venezolana.
Es hambre, miseria, desolación, colapso del ingreso familiar y del salario de los trabajadores, desempleo, crisis de los servicios públicos, falta de agua, de electricidad, de gasolina, de gas doméstico. Crisis del sistema educativo y del sistema de salud pública en medio de una pandemia incontrolable. Falta de seguridad personal, corrupción galopante en todos los niveles de la administración pública, politización y partidización de la Fuerza Armada y de la fuerza pública en general. Hiperinflación sostenida en el tiempo sin precedente en los anales de la economía. Recesión y caída del ingreso nacional que se traduce en un empobrecimiento general del país y de cada uno de los venezolanos. Colapso de la industria petrolera y colapso de la arquitectura institucional del país: sin gobierno, sin Asamblea Nacional, sin administración de justicia, sin control del gasto público, de la marcha de la administración, sin Ministerio Público ni respeto por los derechos humanos, sin procesos electorales transparentes y respetables, sin partidos políticos, o peor todavía con partidos políticos cuyas directivas nacionales han sido intervenidas por el T.S.J. cumpliendo instrucciones del Ejecutivo Nacional.
A toda esta larga y dolorosa lista habría que agregar un largo etcétera que agotaría este espacio periodístico.
Es la catástrofe total, el apocalipsis. Fin de mundo. Y encima, los adversarios del régimen no hemos sido capaces de construir una verdadera Alternativa Democrática seria y merecedora de la confianza ciudadana que pueda contribuir a sacarnos de esta tragedia.
Por eso digo que no hay tarea más urgente y más apremiante que contribuir a salir de la crisis humanitaria.
Para eso, es indispensable producir un cambio de gobierno. Mientras Maduro esté en Miraflores, la situación no solo no se resuelve, sino que se agrava cada día más.
El cambio de gobierno debe ser pacífico, democrático, civilizado y consensuado. Recurrir a la violencia no es la solución. Tampoco resolverá la crisis, la agravaría. La hora menguada que está viviendo la República demanda una alta dosis de inteligencia para comprender la magnitud del problema y una alta dosis de patriotismo para deponer las agendas personales o partidistas en beneficio del interés nacional.
La apelación es a todo el liderazgo nacional. No solo a los políticos o a los partidos. Somos todos los que tenemos que aportar.
Seguiremos conversando.
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