Fe en la República de Venezuela
Que nos es poca cosa lo que decimos en el título, a decir verdad. Sin embargo cuánto desearíamos un liderazgo demócrata en capacidad real de coordinar el restablecimiento pleno del orden constitucional, poniendo fin inmediato al genocidio en curso. Pero no.
Hoy en día los demócratas venezolanos – al menos un 80% de la población adulta en suelo patrio, sin contar los millones de connacionales, emigrados, sobrevivientes de la matanza socialista – adolecemos de ese factor, esencial a todo proceso de liberación: Liderazgo político.
No lo tenemos hoy día entre la dirigencia nativa, y vale decir que tampoco entre la comunidad democrática internacional. Precisamente en el ámbito extranjero vamos en curso de perder a nuestro principal aliado: Donald Trump, 45º Presidente de los Estados Unidos de América, reciente víctima de irregularidades electorales harto difíciles de evidenciar, imposibles de legitimar, símil de las tan acostumbradas en Venezuela a partir del año 1999, siempre a manos del socialismo.
Así las cosas, en este inicio de año se perfila cuesta arriba el horizonte para la libertad de Venezuela, cuando menos a corto y mediano plazo. Pero igualmente cierto que la República de Venezuela es un paraíso terrenal como bien lo certifica la ciencia, pero sobremanera la vivencia de quienes tienen el privilegio de conocer sus maravillas. Por ende, bien vale este esfuerzo diario de trabajar con denuedo y honradez en la siembra de esa nueva República, cimentada en ciudadanos probos y laboriosos, curtidos en la faena de estos años bajo el horror, plenamente convencidos sobre la pertinencia democrática por encima del inviable socialismo. Ora y labora.