«Howl»
A muchos les llama la atención como en los Estados Unidos, tradicionalmente ejemplo de democracia, libertad y capitalismo, se empieza a hablar con soltura de socialismo. En estas líneas daremos nuestra opinión sobre el asunto.
El comunismo floreció en Europa a principios del siglo XX y, como marca simbólica y de fuerza, con la revolución rusa. Los precedentes son extensos en leyendas y documentos, pero coincide con la llamada revolución industrial. Para muchos fue como la reacción lógica contra los dueños de fábricas que se enriquecían abusando de los trabajadores. La predicción de que la “dictadura del proletariado” surgiría primero en los países industrializados fue un error mayúsculo, pues apareció en la campesina y poco industrial Rusia, pero nadie se preocupó mucho por eso y las ideas comunistas y socialistas se pusieron de moda e incendiaron la pradera.
Algo tardó en llegarnos, pero a mediados del siglo pasado había cosas que mostrar y el tema socialista era frecuente conversación en Latinoamérica, no tanto por la explotación de los trabajadores sino por la explotación de los recursos naturales por parte de las grandes y “desalmadas” corporaciones. El libro de Eduardo Galeano “Las venas abiertas de América Latina”, muy bien documentado, es un poema a la costumbre de culpar a los otros de nuestra incapacidad de resolver las cosas.
En los Estados Unidos, ya convertido en potencia, las cosas iban por otro lado y el foco de atención se concentraba en una especie de contracultura representada por la llamada generación “Beat” que reunía un grupo de escritores que se oponían a los valores clásicos americanos. Uno de sus más conocidos íconos fue Allen Ginsberg, un poeta gringo, budista, contrario a la violencia y la guerra, a favor del amor libre, homosexual, aupador de un movimiento de nombre Nambla y, por supuesto, consumidor de drogas. El título de este artículo “Howl” (Aullido o Grito) es su más famoso escrito y, aunque bastante indecente y asqueroso, es un símbolo de aquella balumba.
La aparición del beatnik y de seguida los hippies fue posiblemente una reacción social a la abrumadora contundencia de un sistema orgulloso de sus aciertos y de su increíble progreso. El hacer “lo contrario” era enormemente atractivo para aquellos jóvenes sin muchas preocupaciones de supervivencia y llegó a ser un movimiento lo suficientemente poderoso como para, usando la presión interna de la opinión pública, detener la guerra de Vietnam. Llevar pelo largo, vestir irreverente, desafiar, sexo y drogas eran los símbolos de aquellos que querían cambiar el mundo.
Esa es la época en que coincidieron en su juventud gran cantidad de los actuales líderes políticos gringos y aquellas ideas de paz y amor, vida fácil, todos iguales siguen grabadas en su mente. A los demócratas, por conveniencia política, los han acusado de socialistas cuando en realidad son más una pandilla vieja de los come flores de los 60 del siglo pasado. Quizás la más clara declaración sobre el “socialismo” a que se refieren los demócratas fue una de Bernie Sanders abogando tener un socialismo similar al escandinavo, cuando en realidad esos países todos tienen economías de libre mercado y empresa, libertades políticas y buenos respaldos de asistencia social. O sea, nada que ver con el socialismo-comunismo de nuestros desastrosos e incapaces rojos locales.
Sin embargo, estos dirigentes demócratas, si son permeables a cualquier agrupación irreverente (ellos lo fueron) y las utilizan con fines políticos haciendo disturbios y dando declaraciones escandalosas. Dicen que hasta a muchas las financian lo que les quita espontaneidad y verdad. También en las universidades americanas el tema socialista está presente y aunque existan los extremistas de siempre, lo real es que la libertad, la democracia y la libre empresa siguen siendo respetadas y las discusiones se concentran más en aumentar las facilidades sociales para salud, educación, pensiones y asuntos ambientales.
Aún no termina la definición del presidente electo en USA. Para muchos el ganador es Biden, pero los perros de presa de Trump buscan afanosamente pruebas para hacer de la elección un caso jurídico. Sea cual sea el resultado le recomendamos a Maduro y su pandilla que no hagan fiesta pues, si ganara Trump, ya están bien amenazados y si gana Biden olvídense de los van a tratar mejor, pues esos de socialistas comunistoides tienen lo mismo que Niels Bohr de bruto.
Así, que los rojos sigan haciendo las maletas pues la cosa está cogiendo calor en Venezuela y después de la Consulta Popular la vaina parece que se va a poner muy buena.
Luego te cuento.