La República de Venezuela también regresará
Así ocurre con todo aquello estimado como valioso por el ser humano, que ante la circunstancia de una pérdida intrínsecamente temporal persiste hasta alcanzar la muy deseada recuperación.
Hoy en día, secuestrada como se encuentra, la República de Venezuela, en específico los venezolanos que la reconocemos como autentica representación jurídico-política de este gentilicio, enfrentamos un combate mortal ante dos enemigos formidables, que de ella derivaron; por un lado el socialismo, constituido en régimen de facto a partir del 11 de abril de 2002, actualmente identificado por la comunidad democrática mundial como una organización promotora de actividades vinculadas con el tráfico de drogas y el terrorismo, que lo hace objeto de graves sanciones internacionales de carácter penal. Por el otro, un movimiento democrático de suyo tan ineficiente en la encomienda de restablecer plenamente el orden constitucional que ha resultado mayoritariamente catalogado como el cómplice necesario para estos 18 años del socialismo en el poder, junto a su legado genocida.
Así las cosas, es un hecho público y notorio que todas las tratativas ortodoxas aplicadas a la fecha presente en dirección a la liberación nacional, por muy diversos motivos carecen ya de utilidad, sobremanera en razón de la mediocridad de esa misma dirigencia política que las llegó a ejecutar.
Cabe entonces preguntar: ¿Qué hacer? Cuando es la muerte, la tortura, el destierro si no la cárcel, el destino común de los patriotas participantes en esta lucha existencial por la liberación nacional. Por toda respuesta vale proclamar: ¡Resistencia! Pero no cualquiera resistencia.
Porque si bien es cierto el absurdo de confrontar mediante fuerza armada a un régimen que destaca precisamente por ello, de allí la necesidad de activar a lo inmediato el artículo 187 #11 de la Carta Magna, también lo es el que ese 90% de la población nacional que hoy le repudia bien podrá lograr el cambio una vez tomare conciencia de su propio poder político y encuentre el modo de canalizarlo eficientemente. Es allí donde la resistencia democrática activa, con protestas pacíficas, constantes y organizadas harán la diferencia, bien lo certifica la historia contemporánea mundial.
No debemos claudicar, pero sí evitar la confrontación en terreno ventajoso para el socialismo. Ganarse el favor de partidarios del adversario mediante la pertinencia en la protesta, es otra arista en medio de esa batalla de las ideas, la que debemos conquistar para luego vencer en esta guerra por nuestra liberación nacional.
¡Prohibido Olvidar! Ora y labora.