«Que una persona odie a otra es suficiente para que este sentimiento se adueñe de toda la humanidad» Anónimo
A los enfermos de odio no los veo con lástima. ¡No! Son nuestros hermanos. Tengan la seguridad que los veo con ojos de compasión, piedad y misericordia. Me encantaría busquen ayuda profesional y puedan superar esa destructiva y dañina patología mental. Nunca olvidéis: el que odia es como aquel que se toma un veneno pensando que otro va a morir y se consume en su propios pensamientos malévolos y perversos. Muy peligroso para la vida. Tenemos que cuidarnos.
«Ser feliz no cuesta nada», dice la sabiduría popular. Hay que tener tranquilidad de conciencia y mucho buen juicio para lograr transitar y superar esta desgracia generalizada que sufrimos en el país y definitivamente, los odios nuevos y los acumulados, no ayudan. Tenemos que hacernos una introspección, abrir los ojos y ver si con nuestras acciones ayudamos a construir la verdadera y auténtica unidad del pueblo. El odio coloca barreras insalvables. Analicemos bien. No perdamos el equilibrio emocional.
Tenemos que ser conscientes e inteligentes para entender que, mientras nos consumimos en peleas absurdas, estériles y fratricidas, están ocurriendo cosas terribles que hunden más al país en el abismo. No se debe perder de vista el objetivo. El enemigo avanza y corre solo en la pista. No dejemos que eso ocurra por nuestras incomprensiones, porque al final si esta tragedia se instala definitivamente, todos seremos culpables. Por acción, omisión y, hasta, estupidez. Luego de ojo sacado no vale Santa Lucía.
En estos tiempos de virus chino y virus rojo no permitamos que nos invada y se adueñe de nuestras almas, también, el virus del odio. Esa pandemia ya le ha hecho mucho daño a la humanidad. Vamos a superarla con inteligencia y equilibrio emocional. Es mi humilde opinión.
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