Cartucho quemado o bala de plata
El argumento de mayor peso que utilizan los enemigos de consultarle al pueblo venezolano qué hacer con el país es que “ya se hizo una consulta el 16 de julio de 2017”. De hecho hasta algunos medios ya califican el mecanismo como “cartucho quemado” por esa misma razón.
Eso es como si usted descalificara la institución matrimonial porque su primer matrimonio fracasó, o que diga que los carros no sirven porque usted tuvo un accidente. Si fuera por eso la gente no se casara y la industria automovilística ya hubieran desaparecido. Y ustedes me dirán ¡mayor estupidez! ¿Verdad? Pues sí, eso es lo que se argumenta. Pero no es una estupidez. Es una campaña orquestada y perfectamente dirigida para que ni usted ni yo nos pronunciemos, dejándole a los bates quebrados que han conducido este barco opositor la decisión de lo que terminará sucediendo en Venezuela, incluyendo negociar con el régimen.
Siempre he aclarado que la Constitución de 1999 nos da el derecho de consultar al pueblo las veces que nos de la gana, y cualquier cosa que consideremos necesario, ejerciendo plenamente nuestro derecho a la participación. ¿Cuál es el problema de consultarle al pueblo de Venezuela la salida de esta crisis, la mayor desde nuestra fundación como República? En el año 2017 ANCO insistió con los políticos que conducían entonces la oposición oficial, que ante semejante estupidez de estar matándonos en las calles porque el régimen decidió de manera inconstitucional convocar a una Constituyente sin tener la cualificación para hacerlo, que fuera el mismo pueblo el que decidiera eso a través de una Consulta Popular.
Pues bien, después de prácticamente jalarles mecate (por no decir la expresión venezolana correcta) los políticos accedieron a la consulta pero nunca tuvieron la intención de hacer efectivo el mandato que surgiera del pueblo venezolano. Por el contrario lo cambiaron por unas elecciones regionales que el régimen se encargo de quitarles. Vieron una oportunidad de hacer un intercambio favorable con el régimen, pero cambiaron a su mamá por un par de sandalias. ¿Se puede deducir de ese chasco anterior de una oposición mediocre y criminal que estuviera mal consultarle al pueblo venezolano?
El efecto político que eso tuvo a nivel internacional daba de largo para designar un nuevo gobierno con el apoyo de la Comunidad Internacional, Y no lo hicieron. ¿Podemos culpar a la Consulta Popular por esa traición? ¿A qué idiota se le puede ocurrir eso? Y me disculpan lo directo. Es la manipulación burda y necia de factores opositores que no tienen una respuesta que darle a los venezolanos de cómo salir de esta trampa, y prefieren señalar la institución establecida en el Articulo 70 de la Constitución como un “cartucho quemado” para cancelar definitivamente que el pueblo se pueda expresar de nuevo y cuantas veces lo crea necesario.
Quiero repetir de nuevo: el 16 de julio de 2017 se le consultó al pueblo venezolano para rechazar el llamado a una Constituyente inconstitucional del régimen y ordenar la designación de nuevos poderes públicos. Si eso no se hizo, no es el mecanismo el culpable sino quienes tomaron la decisión de no cumplir con el mandato popular. Tenían con qué hacerlo aunque griten que no podían. ¿Es que acaso podían el 23 de enero de 2019 designando Presidente Encargado a Juan Guaidó? Pudieron hacerlo igualmente el 16 de Julio de 2017, dos años antes pero con el respaldo popular. ¡Imagínense donde estuviéramos ahora si lo hubieran hecho!
Ahora bien, ante una nueva propuesta del Gobierno Encargado de “Convocar al país a expresar su verdadera voluntad a través de un mecanismo nacional e internacional de participación masiva ciudadana”, los perros se le echaron encima a la propuesta de convocar a los venezolanos, aun sin todavía anunciar oficialmente la ruta de la Consulta Popular.
En mi nota anterior advertí que aun desconfiando de quienes en el pasado hicieron fracasar la Consulta del 16J-2017 porque todavía están allí, era necesario que la ciudadanía participara activamente –de principio a fin- y que en que en esta oportunidad la Sociedad Civil actuara en todo el proceso de toma de decisiones para asegurar que se cumpliera el mandato popular. Este aseguramiento pasa por meter en el proceso a la Comunidad Internacional y a todos los sectores que en Venezuela si creen que se puede hacer algo en el país.
Si los venezolanos caen en el engaño de que “ya hicimos una consulta” estaremos castrando nosotros mismos el poder de la Soberanía Popular, que está establecido en la Constitución. Si los venezolanos no hacemos valer el resultado de esa consulta, mejor será que el último que se vaya apague la luz y baje la santamaría de Venezuela. El 17 de julio de 2017 no hubo ni una sola reunión de la oposición para ver como se hacía con el mandato rotundo que el pueblo le había dado a la Asamblea Nacional. ¡No sabían qué hacer con eso! O mejor dicho,
si sabían y lo vimos con la traición de esa Directiva de la AN que todos conocemos. En esta ocasión más le vale al Gobierno Encargado pensar en eso cuando se le consulte al pueblo venezolano.
Muchos han indicado el fracaso de año y medio del Gobierno Encargado para lograr apoyos para esa nueva ruta anunciada. Es verdad. Ha sido rotundo. El mantra del 23 de Enero de 2019 no se ha cumplido. Pero Juan Guaido sigue siendo la única institución reconocida en todo el mundo y el único vehículo disponible que podemos utilizar ahora para desplazar al régimen de Nicolás Maduro Moros. Su fracaso no puede ser la excusa para hundir la única balsa que flota después del naufragio sin que nadie haya presentado otra.
Y no me digan que pedirle a la Comunidad Internacional que se organice para intervenir a Venezuela es una opción. Como van las cosas, cuando eso ocurra todos los que están pidiendo eso habrán muerto de viejos. No es malo que lo sigan pidiendo, pero será como aquellos que aspiran que aparezca la lluvia en el medio del desierto. ¡En lugar de denostar la ruta móntense en ella para evitar que fracase! ¡Decidamos entre todos las preguntas, las condiciones y el mecanismo de cobro! Porque la ruta va a fracasar si no estamos todos allí para evitarlo. Y Juan Guaidó y su Gobierno Encargado deberán a su vez abrir las puertas de una participación genuina, abierta y venezolanista de quienes somos los verdaderos sufrientes de la desgracia socialista, dejando de lado el sectarismo y la mezquindad política para que eso no pase, convirtiendo un posible “cartucho quemado” en una bala de plata…
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