No hay intervención sin países dispuestos a ayudar

Opinión | julio 1, 2020 | 6:24 am.

Recuerdo con cariño las discusiones que tenía con mi hija periodista. A pesar de su juventud era de un criterio muy bien formado producto de una excelente formación universitaria y del manejo que tenía con sus estudiantes de la universidad. Era profesora de medios digitales.

Una discusión que sosteníamos con frecuencia era el tema de la objetividad del periodista y si era posible que alguien –no solo un periodista, cualquier persona- pudiera ser verdaderamente objetivo ante temas controversiales y presentar los casos al público sin un sesgo interesado.

No estoy hablando que fuese adrede sino de manera inconsciente. Ella indicaba que un buen periodista presentaba los hechos al público y hacía lo necesario para que este llegara a sus propias conclusiones. Yo insistía que esa pureza no podía existir en ningún ser humano y que siempre saldría a relucir lo que de verdad pensaba, su real interés, por más objetividad que pretendiera aplicar. Pero Dios se la llevó dejando la discusión abierta.

Cuando leí la invitación de Mingo en su cuenta de Twitter a la entrevista de la Dra. Blanca Rosa Mármol con el titular “¿Es «Naif» dirigir otra carta a la OEA clamando su ayuda para lograr una «Solución Humanitaria de Carácter Electoral?” me sonreí recordando la vieja discusión con mi hija María Cecilia.

Y tal como Mingo lo explicó en la entrevista, salté y le contesté, como si estuviera en plena discusión con mi hija, porque le hubiera dicho a ella: ¿Ves? Le hubiera dicho a mi hija: ya el periodista etiquetó la propuesta antes de oír la explicación de la invitada, que aunque lo haga como pregunta, el titular predispuso al oyente: ¡La propuesta es ingenua! ¡El score comienza 1 a 0 a favor de negarla antes de comenzar el partido!

Y no es que diga que Mingo hizo algo indebido a propósito, ¡no!. Al contrario. Considero que es uno de los mejores periodistas de Venezuela. Lo que digo es que, volviendo a mi punto de la vieja discusión con mi hija periodista, hay algo que está sesgando cualquier debate en Venezuela en relación con la solución que hay que lograr para esta crisis.

Y es que llegamos a un punto donde todos decidimos desde muy adentro la solución que hay que aplicar, sin ver para ningún otro lado. Pareciera que todos nos polarizamos a favor o en contra de la intervención militar, y cualquier cosa que diga “electoral” ni lo miramos porque es colaboracionista. Y me estoy temiendo que si ya un periodista equilibrado de la talla de Mingo ya tomó un bando a favor de una solución, las cosas estarán muy difíciles para explicar este tema.

La Dra. Mármol hizo una extraordinaria exposición en la entrevista, y Mingo hizo el papel que mi hija me indicó que hacen los buenos periodistas. Hizo las preguntas necesarias para que la gente llegara a su propia conclusión. Y eso me encantó porque desde mi perspectiva Mingo le dio la razón… ¡Pero yo todavía tengo mi punto! Debe estar riéndose de mí…

Ahora bien, hay dos cosas que quisiera añadir.

La primera es la que tituló Mingo: ¿Es “Naif” la propuesta que realizamos? Algunos tal vez digan que la pregunta finalmente no quedó completamente contestada a satisfacción de quienes quieren una solución inmediata. Esto es, a los partidarios de una intervención militar. Y desde la óptica de la respuesta de la Dra. Mármol, indicando que este paso debe darse antes para dejar fuera de toda discusión cualquier solución pacífica y constitucional, y proceder a las armas, debo indicar que creo que esa es parte de la respuesta.

Si la OEA nos hace trompetillas, haciendo caso omiso, y ni siquiera discute el tema, significa, como lo indicó la Dra. Mármol, que los Cancilleres –y en consecuencia sus gobiernos- no estarían ni siquiera dispuestos a darnos esa ayuda electoral de mediación, lo que nos pone a los venezolanos a resolver por nosotros mismos este problema por las malas. Y eso es muy peligroso para la región –y para ellos-, aumentando significativamente el riesgo que ya de por si representa Venezuela. Eso lo deberían comprender los diplomáticos y sus gobiernos.

A partir de ese momento los países de la OEA habrían dado indirectamente la luz verde para que nosotros intentemos lo que sea, desde la solución de los contras nicaragüenses hasta una rebelión interna, con el consiguiente agravamiento de la vida de los venezolanos. La propuesta, en ese sentido, no es “ingenua”.

Tiene más bien un fundamento político y diplomático muy profundo porque daría fin a la discusión subjetiva, fijando dónde terminan las propuestas pacíficas y constitucionales. Este sería el punto final. Porque, comó indico la Dra. Mármol, el continente no tendría manera de excusarse para servirnos de árbitros de una propuesta como esa. Y si lo hace entonces damos por terminada cualquier discusión pacífica para Venezuela porque esa sería la comprobación final de esa gestión. Y no se equivoquen, se requiere esa formalidad antes de llegar a las armas.

La segunda es que insistir en una intervención militar sin que alguien trabaje con los países que pueden hacerla posible hace muy cuesta arriba esa solución.

Hasta donde conocemos nadie fuera del Gobierno Interino estaría en la capacidad para trabajar en eso, y hemos visto que los factores políticos de la oposición oficial, con Guaidó a la cabeza, se han negado consistentemente a gestionar una ayuda militar para resolver el problema en Venezuela. En el caso de que la OEA nos niegue esa cooperación para arbitrar el problema de Venezuela, ¿cómo haríamos los ciudadanos de a pie para hacer cambiar la posición de los países signatarios del TIAR, si nuestro liderazgo opositor se niega a concretar esa ayuda? No es una pregunta retórica para resolver aquí, pero les dejo esto: nadie que no esté investido de la legitimidad reconocida de Guaidó se le considerará beligerante para resolver eso en ningún país del mundo. Y a partir de diciembre, por la vía que llevan las cosas, honestamente no creo que exista Guaidó políticamente… Y eso es gravísimo.

Esto nos deja en una situación que predice un país con un futuro de anarquía y violencia, desatada por quienes desesperadamente tratarán de enfrentar al régimen, en un caos de violencia interminable. No califico eso.Simplemente sería nuestro futuro previsible al no haber ayuda militar de fuera, ni suficiente fuerza interna para desplazar a quienes nos desgobiernan.

No es suficiente con decir que hace falta una intervención militar si no se contesta cómo se podría llevar a cabo esa intervención sin el apoyo de quienes reconocen el Gobierno Interino. Si tienen esa respuesta, por favor no esperen más y procedan de una vez, no necesitan tomarnos en cuenta. Y yo sería el primero en reconocer que tenían la razón. ¡Qué más quisiera que eso ocurriera mañana y todo se terminara!

Pero lo lamentable es que los que claman por esa intervención militar usen como excusa una propuesta pacífica de un alcance como el descrito para distorsionarla, culpabilizándola desde ya de la posible paralización de esa intervención, que de por sí no se ha movido desde mucho antes, porque los países amigos no desean hacerla, y así se lo han hecho saber al Gobierno Interino.

Creo que si no existiera la propuesta llevada a la OEA, igual habría que inventarla porque hasta este momento no se perciben para la situación de Venezuela estadios intermedios antes de llegar a un enfrentamiento final armado, como ocurre en toda situación de conflicto. Ojala que eso no sea tampoco lo suficientemente ingenuo de mi parte…

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