Luis Manuel Aguana: Desplazar a la oposición oficial
Como ya intenté explicar en mi nota anterior, el problema de Venezuela es sumamente complejo y como tal resulta muy difícil de abarcar en un solo intento la explicación exhaustiva de todas sus piezas. Incluso, intenté explicarlo, al parecer sin buen éxito, en el prestigioso programa Políticamente Hablando que se transmite desde los Estados Unidos, conducido por la Dra. Carmen Cecilia Pérez por YouTube donde expresé una posibilidad entre otras para el desplazamiento opositor por parte de gente decente de la sociedad civil. Pero dependerá fundamentalmente de cómo enfoquemos el problema macro del desplazamiento opositor, entendiendo sus diferentes facetas.
Una de las piezas, quizás la más importante, de todo el rompecabezas es efectivamente la oposición oficial, para derivar de allí cuál debe ser el desenlace final de la tragedia de los venezolanos. La oposición oficial merecerá un capitulo completo de la Historia de Venezuela del próximo siglo, el siglo XXII, como la responsable de años de muerte y permanencia del régimen más oprobioso que ha pasado por la República desde su fundación.
Efectivamente, a esa conclusión he arribado después de muchos años denunciando el comportamiento de la oposición oficial. Al principio lo consideraba erróneo, si por ese término consideramos el de alguien que no tiene correspondencia entre lo que hace y lo que dice. Pero mi primera reacción dura y de indignación fue en relación al comportamiento de los precanditatos opositores frente al Censo del 2011 y su abierta sumisión al régimen de Hugo Chávez. Y desde ese mismo momento comencé a llamarlos colaboracionistas.
En el transcurso de los años mis notas estuvieron dirigidas –y en particular aquellas relacionadas con el tema electoral- a advertir situaciones técnicamente irregulares que por alguna razón en la oposición, y a los ojos de los ciudadanos, no estaban siendo atendidas. Al principio, y como suelo siempre hacer, creí en la buena fe (la buena se presume, la mala hay que probarla) de todos los técnicos y políticos involucrados en el proceso, y cada vez me fue siendo más difícil. Era imposible que no estuvieran al tanto de esas advertencias que indicaban a todas luces que siempre íbamos a un matadero electoral, repitiéndolo una vez más en cada nueva elección.
El 11 de octubre de 2011, un año completo previo a la elección Capriles-Chavez, decía en una nota:“Son necesarias pero no suficientes las denuncias realizadas por las ONGs técnicas como Súmate o ESDATA. Hace falta que las organizaciones políticas se empoderen del problema que se está planteando. Las elecciones las vamos a perder en el CNE si los partidos acreditados no toman cartas en este asunto seriamente. Si lo hacen e informan a los electores cuales son las acciones, más allá de lo que diga el CNE, que nos garanticen que nuestros votos se contarán, que habrá secreto en nuestro voto, que se contarán los votos de los electores del exterior y que no habrán más votos de los que el REP indica, luego de una auditoría respetable, entonces podremos ir confiados en que ganaremos este proceso. De lo contrario nos estarán llevando a un matadero del cual se lavarán las manos diciendo que el gobierno hizo trampa, sin tener manera de probarlo. Es ahora que tienen que meter las manos en esa candela, no después de sacado el ojo de Santa Lucia. Todavía no entendemos porque los representantes técnicos de los partidos acreditados ante el CNE no han dicho nada a la opinión pública acerca de las licitaciones necesarias para la adquisición de ese nuevo sistema electoral y que implicaciones habrían en la seguridad del secreto del voto y sus mecanismos de auditoría”. Esto fue un año antes del fracaso del 2012 y que se agravó en el 2013 con la muerte de Chávez y el fraude de Maduro en abril de ese año y la inacción lamentable e histórica de nuestro pusilánime candidato.
Y así como esa nota pueden revisar mi blog entero en esos años haciendo permanentemente ese tipo de denuncias que fueron siempre desestimadas por los partidos opositores, cuya estrategia nunca fue salir del régimen sino de convivir permanentemente con él. Para mí no es una situación nueva. Los partidos de la oposición oficial han actuado siempre para coexistir, no para expulsar al régimen del poder. Cualquiera podría discutirlo pero los resultados están más que a la vista.
Cualquier venezolano racional podría decirme ¿pero por qué eso? ¿Por qué la oposición podría aceptar convivir con el régimen pudiendo ser poder? Antes de la profundización del arrase de Venezuela que hemos presenciado en estos últimos 3 años, donde los niveles de destrucción han llegado a niveles inimaginables, era muy fácil convencer a un opositor desprevenido que la oposición estaba “trabajando” para salir del régimen. Basta ver las campañas electorales para la Asamblea Nacional en el 2015 donde un diputado por el Zulia prometió que de tener el control de la Asamblea Nacional hasta dolarizarían la economía. Y los venezolanos les creyeron.
Ha tenido que pasar lo que horriblemente está pasando, donde la población se encuentra encerrada por una pandemia, pasando hambre y sin servicios, sin gasolina porque acabaron hasta los cimientos con Pdvsa, con una moneda que no vale nada, que hasta las verduras las venden los informales en dólares (en eso sí se cumplió indirectamente la promesa del candidato zuliano) y con la negativa de la oposición oficial con Juan Guaidó a la cabeza, de enfrentar al régimen de inmediato, porque detentan el Gobierno Legítimo del país, reconocido así por todo el mundo, solicitando el uso institucional de la fuerza a la Comunidad Internacional, que solo ellos pueden pedir, para que los venezolanos comiencen a entender que con esa representación opositora legítima el régimen se quedará para siempre.
El golpe resulta brutal pero es así. Las razones, miles. Pero pueden comenzar por el cáncer de la corrupción política de antes de 1998 y de la cual el régimen no es más que su metástasis. La oposición oficial y el régimen son lo mismo con diferentes matices desde mucho antes de 2004. Vean esa asociación referida a profundidad por nuestro desaparecido amigo Eric Ekvall en el 2012 . A consecuencia de esta verdad como un templo arribé desde hace años a una primera conclusión, inicialmente por el lado técnico electoral: hasta que no salgamos de la oposición oficial no saldremos del régimen.
Y en base a esa primera y fundamental conclusión que ya comienzan a entender los venezolanos en su debida crudeza y profundidad debemos actuar. No se podían realizar estrategias dirigidas al desplazamiento del régimen sin tomar antes en cuenta que el enemigo está dentro. Si los venezolanos insisten en seguir eligiendo a los mismos que aun nos tienen metidos en el problema como nuestros representantes políticos ante el mundo, nunca saldremos de él. Y allí es donde se centra fundamentalmente este tema, en la representación legítima de la oposición. Hasta ahora es de los votos de donde les nace la legitimidad reconocida por el mundo a todos aquellos que una y otra vez han traicionado la voluntad de los venezolanos. Los diputados de la Asamblea Nacional, comenzando por Guaidó, sacaron su legitimidad de las elecciones del 6D-2015.
Ante la cercanía de una nueva elección parlamentaria, ¿qué vamos a hacer?
Después del reconocimiento que le diera el gobierno norteamericano a Juan Guaidó y la Asamblea Nacional legítima en el comunicado del Departamento de Estado del 29 de mayo e instar “a todas las partes a considerar el Marco para la Transición Democrática de Venezuela como una vía hacía una Venezuela pacífica, estable y próspera…”, no me queda la menor duda que los norteamericanos reconocerán el resultado de las próximas elecciones parlamentarias si esa oposición acuerda ir a ese proceso electoral con Nicolás Maduro Moros en el poder.
Ahora bien, visto que Juan Guaidó sería el obstáculo para eso porque el régimen se está aprestando para proscribir a Voluntad Popular (VP) y comenzar la cacería de sus dirigentes, el paso siguiente de esta pseudo oposición constituida después de eso en G3 (AD, PJ y UNT) sería negociar con el régimen para ir a esas elecciones. Ya Henry Ramos Allup estableció desde marzo esa política opositora. Con lo cual los venezolanos no nos debemos extrañar que ante semejante coincidencia de la oposición con el régimen, los norteamericanos digan amén porque eso es lo que ellos mismos plantearon de esa unión gobierno-oposición en su Marco para la Transición Democrática para Venezuela.
Ante eso los electores venezolanos solo podemos hacer dos cosas para impedir que esta oposición vendida vuelva a representarnos: a) Deslegitimar completamente esa elección al no acudir, como el 20 de Mayo de 2018 (repitiendo lo que hicimos el año 2005), con la diferencia de que los principales partidos si irían a esa elección; o b) intentar competir en esa elección con ciudadanos honorables de la sociedad civil para disputarle a los partidos esos puestos de representación política. Ambas cosas tienen sus ventajas y desventajas.
Si no vamos a votar en masa igualmente pasará como en el 2005: el parlamento quedará en manos las manos del régimen con algunos opositores de los partidos que concurrieron, agravando la situación de todos. La sociedad civil intentaría deslegitimar a ese parlamento pero sería igualmente reconocido por la Comunidad Internacional, alargando aun más el sufrimiento de los venezolanos. Si intentamos como sociedad civil competir con los partidos políticos, existiría una posibilidad lejana de que el voto opositor se desplace hacia esos candidatos habida cuenta de la desastrosa experiencia opositora de los últimos 5 años en el parlamento, pero este movimiento dividiría el voto opositor frente a los candidatos del régimen, habida cuenta que todavía hay muchos venezolanos que aun creen en los partidos políticos opositores a pesar de este desastre (aunque el calificativo mas apropiado no es ese). Ninguna de las dos opciones es fácil.
Lo ideal sería que la oposición oficial se alineara realmente con los objetivos de sacar al régimen de Miraflores y esto no es lo que ha pasado en 5 años, por más mayoría que se le diera el 6D-2015. Y estamos a punto de repetir la experiencia, sin decir todavía lo peor: las próximas elecciones parlamentarias se celebrarán con el régimen aún en Miraflores y un CNE tramposo negociado en la Asamblea Nacional por el régimen con los opositores disidentes, con Luis Parra a la cabeza. Todo esto lo tenemos a la vuelta de la esquina. Mi pregunta final para ustedes sería ¿y qué es lo menos malo? No soy yo quien debe responder a eso sino cada uno de ustedes, yo solo expongo el problema.
El problema central entonces es que los venezolanos logremos una representación opositora legítima que sea reconocida internacionalmente, y que pueda decidir con nuestros aliados cual es la naturaleza de la solución –violenta o pacífica- que se le debe aplicar al narco régimen terrorista de Nicolás Maduro Moros y los delincuentes que le acompañan. Hasta ahora no tenemos eso.
Y al no tenerlo, seguir hablando de 187#11, R2P, y TIAR es una verdadera pérdida de tiempo porque estas son las rutas alternativas de un gobierno interino que de verdad se encuentre en funciones. Y Juan Guaidó ni siquiera se ha propuesto conformar un gobierno para decidir ni eso ni nada, más allá de conformarse con ser Presidente del G4, por lo que nos encontramos en pañales para siquiera atisbar usa solución de las manos de este liderazgo opositor mediocre.
Es por eso que la primera estrategia de quienes nos duele Venezuela debe ser desplazar esa oposición oficial y relevarlos de su legitimidad internacional a como dé lugar, para entonces poder comenzar a dar los verdaderos pasos para enfrentar al régimen de la manera más apropiada, violenta o no, por lo que cualquier estrategia en esa dirección será completamente bienvenida…
Blog: http://ticsddhh.blogspot.com/
Email: [email protected]
Twitter:@laguana