El silencio del liderazgo nacional opositor
«Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio» Mario Benedetti
Vivimos una situación extraordinaria. Eso lo tenemos perfectamente claro. En ese difícil escenario, se vienen desencadenando una serie de eventos de corte estrictamente político, ante los cuales el liderazgo nacional de los partidos políticos democráticos, están obligados a fijar posición pública. La política del avestruz, no parece aconsejable en este momento histórico. Hay que dar la cara.
No parece lógico que organizaciones políticas democráticas que se hacen llamar partidos «grandes», guarden silencio ante esta delicada coyuntura política, habida cuenta de que, siempre, con ese argumento, cuando llega un proceso electoral, se sienten con el derecho y lo hacen valer de postular todos los candidatos a los cargos de elección popular, lanzan algunas migajas a los partidos «pequeños» y, luego que logran los cargos se alzan con el santo y la limosna. Es hora de demostrar la fortaleza de los «grandes» y, dar la batalla al menos, en la opinión pública. Es cuestión de dignidad.
Es importante destacar, que el liderazgo nacional de los partidos de oposición democrática y, los dirigentes que en nombre del pueblo y la unidad, ejercen cargos de elección popular, reciben financiamiento para las actividades de proselitismo político y, la lucha para el rescate de la libertad y la democracia en el país. Esos aportes nunca llega a las localidades. Todo está centralizado. Eso es público, notorio y comunicacional.
Los partidos políticos democráticos «grandes» los cuales se reservan todas las decisiones, los cargos de elección popular y el financiamiento, están obligados con la sociedad venezolana a darle conducción a la lucha democrática, fijar posición pública ante los delicados eventos en desarrollo, estar a la altura de los acontecimientos que se desarrollan con vertiginosa velocidad y bajar líneas políticas a los cuadros medios y locales. No es posible conducir el silencio.
Entendemos muy bien que, a los cuadros medios y locales, a los cuales no le consultan decisiones, mucho menos le bajan recursos y solo les exigen unidad en torno a lo que ellos deciden, trabajo y sacrificios para lograr la victoria «unitaria» de la oposición. Todo por la libertad de la patria, ahora, en medio de esta gigantesca crisis y delicados acontecimientos, no le dicten o sugieran alguna línea política. No hay conducción política. El silencio del liderazgo nacional opositor es ensordecedor. Ni señales de humo en la era de las comunicaciones. Triste y dolorosa realidad.
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