El gran rompecabezas de Venezuela
El problema de Venezuela es sumamente complejo. A veces cuando refiero que se debe mover alguna pieza de este complejo ajedrez en un sentido particular, algún observador piense que se está cometiendo un error o ese movimiento luce contradictorio con lo que se ha propuesto hasta ahora. Pues no es así. El ajedrez que se está desarrollando en Venezuela no es de fácil desarrollo a simple vista porque intervienen un sinnúmero de variables cuya resultante día a día nos muestra perdedores o ganadores de esta lucha que sostenemos contra un régimen que no nos podremos quitar de encima si nos equivocamos en algún movimiento. Un movimiento equivocado puede retrasar en años resolver nuestra tragedia.
¿Qué hacemos los analistas? Intentar visualizar, como en el ajedrez, muchos movimientos futuros –nuestros y del contrario- para escoger la mejor jugada, incluso sugiriendo alguna que luzca contradictoria con la anterior. Es por eso que no se puede ver este ajedrez jugada por jugada sino en el contexto amplio de las estrategias que se deben aplicar para ganar finalmente el juego. De allí que sea necesario explicar, no una jugada en si sino la estrategia sugerida completa. A este punto dejó de ser importante si se revela o no esa estrategia porque el contrario –el régimen- ha revelado cuál es la suya desde hace tiempo (entre otras cosas porque nos la esta aplicando), y quienes no han dicho cual es la nuestra –es decir, la opositora-, es lamentablemente porque no tienen ninguna, y ponen en práctica jugadas que son como palos de ciego, dando como resultado que el enemigo se afiance cada vez más su posición, eternizándose en el poder.
Expliquemos entonces de qué se trata para que ustedes puedan entender un poco más de lo que estoy hablando.
Miremos el problema que tenemos como un gran rompecabezas de muchas piezas desordenadas que debemos poner en su sitio para poder ver el dibujo que ellas contienen en su conjunto, y que no se nos ha mostrado, a diferencia de los rompecabezas ordinarios. Cada pieza tiene parte del dibujo y como usted no sabe cuál es el dibujo completo, puede pasar años tratando de armar eso. Y nosotros somos parte importante de este juego, por lo que si no se nos dice que papel vamos a jugar, entonces estaremos dando vueltas en círculos por años, opinando de una manera contradictoria con la estrategia general.
Luego de muchos golpes, idas y venidas, fracasos y frustraciones, los venezolanos hemos llegado a la siguiente lamentable conclusión objetiva, compartida por todos los opositores de Venezuela, incluyendo a la oposición oficial: solos no podemos. Esta no es una simple frase. Esa conclusión costado cientos de muertos en las calles y en las mazmorras del régimen. Pero a esa proposición compartida pudimos haber llegado mucho antes si la tozudez de quienes dirigen el sainete de la oposición oficial no hubieran insistido en un camino que no podían sostener hasta que la muerte y el éxodo de la familia venezolana fueron evidentes.
Dicho esto, el objetivo se transforma en hacer efectiva la ayuda de quienes tienen la fuerza necesaria fuera de nuestro país para alcanzar el desplazamiento del poder de Nicolás Maduro Moros y su régimen delincuente narco terrorista. Y es allí donde reside nuestro grave problema hoy, porque cada venezolano tiene su propia interpretación de esa frase.
Juan Guaidó y la coalición G4-MUD, esta última con Ramos Allup a la cabeza, han insistido que no quieren una intervención militar en Venezuela, entendiendo ese “solos no podemos” de una manera diferente que el resto de los venezolanos que creemos que este régimen solo responde a la fuerza. Piensan que la ayuda internacional debe manifestarse de otra manera, esto es, con amenazas, sanciones a los personeros del régimen y sus testaferros, decisiones de la justicia norteamericana en contra de ellos, etc., sin ningún movimiento que implique violencia armada. La Comunidad Internacional, con Estados Unidos y los principales de la OEA a la cabeza, han indicado que no están a favor de una intervención humanitaria armada (porque todas las intervenciones humanitarias lo son).
El descubrimiento de la famosa Operación Gedeón pareció indicar un cambio en esa posición de Guaidó/G4-MUD pero pronto nos dimos cuenta que había sido otra chapuza semejante a la del 30 de abril de 2019, con un General corrupto y doble agente del chavismo militante a la cabeza, y en la que fueron víctimas muchísimos venezolanos realmente comprometidos con la libertad.
La realidad es que Venezuela no tiene al frente a nadie que haga efectiva la proposición “solos no podemos” de la única manera que el régimen entiende: por la fuerza. Y la materialice en una amenaza lo suficientemente creíble para provocar cambios sustantivos en la cada vez más comprometida realidad venezolana. Ante el arrase de nuestro país por los socialistas, los venezolanos tenemos el derecho de legítima defensa, haciendo nuestra la consigna de Derrocar es constitucional.
Ahora bien. Hay solo dos maneras en que se produzca una intervención de carácter humanitario en Venezuela: a) que la Comunidad Internacional lo haga por su cuenta como se hizo en Bosnia o Haití debido a las tragedias de esos países y el contexto internacional de esas épocas, o b) el Gobierno Legítimo, que en este momento preside Juan Guaidó, asuma esa tarea, organizando un gobierno en el exilio, haciendo uso de los recursos y el reconocimiento que ahora posee. Analicemos ambas.
En el primer caso, para que la Comunidad Internacional decida venir con los cascos azules, o se movilice una coalición internacional armada a motu proprio por algunos países a Venezuela, debe mediar una decisión del Consejo de Seguridad de la ONU. Y si eso se diera es porque aquí ocurrió una la tragedia peor de la de Haití o Bosnia en sus momentos (en mi modesta opinión ya estamos pisando ese terreno), o el Covid-19 ha acabado con la mitad de la población con miras a contaminar a nuestros vecinos, o seamos una amenaza comprobada para la seguridad nacional los norteamericanos. En todo caso eso no dependería de nadie en la oposición, y partiría del hecho de no hacer nada esperando que la situación del país se agrave hasta ese punto. Y eso constituiría una irresponsabilidad sin límites de la oposición oficial (ya de hecho califican).
Quiero hacer un aparte especial en relación al Covid-19. Creo que esta pandemia es importante pero cualquier cosa que podamos hacer en realidad en contra de ella solo podrá hacerse en libertad. La verdadera pandemia de los venezolanos es el régimen no resuelto de Nicolás Maduro Moros, que de continuar, causará mucho más muertes que el Covid-19, como ha sido hasta ahora en nuestro país si no lo resolvemos primero.
En el segundo caso, el gobierno interino no está haciendo absolutamente nada para asumir la responsabilidad que le diéramos los venezolanos el 23 de enero de 2019 para concretar el famoso “cese de la usurpación”.
Y en el hipotético caso de que lo hicieran, designando un gabinete de crisis, con diplomacia de nivel y Alto Mando Militar incluidos, les tocaría convencer a los países que lo respaldan, de acompañarlo a una incursión armada, con venezolanos al frente, para la liberación del país. Tendrían que llegar a acuerdos políticos y militares con las naciones que quieran acompañarnos y generar una masa crítica de hombres y mujeres para proceder a recuperar el país. Tendría que lograr que alguno de nuestros vecinos le cediera en préstamo parte de su territorio para comenzar a recuperar el nuestro a fuerza de sangre y fuego. Esa es la lucha que estaría planteada aquí.
Visto todo lo anterior, aquellos que piden que se apruebe el 187#11 Constitucional en la Asamblea Nacional y con eso vendrán mágicamente las fuerzas externas a liberarnos, vayan bajándose de esa nube. Ese sería efectivamente un movimiento de todo el ajedrez pero pasa porque Guaidó y la oposición oficial asuman que deben conducir un proceso de liberación con todas sus consecuencias. En ese marco valdría lo que se haya adelantado internacionalmente con cosas como el TIAR o el R2P, pero que no servirían de nada si los gobiernos de esos países no ven que nosotros no damos el primer paso para liberar nuestro territorio.
Entonces es en ese contexto que viene a colación el uso de cualquier cosa que nos ayude a conseguir apoyos para nuestra causa, una oposición que se embraguete desde afuera y demuestre que está organizada, pero sobre todo dispuesta a pelear, y no que peleen por ella, en una estrategia consolidada opositora diplomática y militar capaz de desplazar del poder a Nicolás Maduro Moros.
Es eso y no otra cosa lo que construiría la amenaza creíble de la que una vez hablamos. Si el régimen ve que tienes un ejército capaz de bajarlo del poder con altísimas probabilidades de éxito, es entonces cuando vienen las negociaciones. Es aquí donde pueden haber dos posibles cursos de acción: 1) que no negocies nada y se vaya directo a la expulsión del régimen con un conflicto abierto, donde intervendría todo el mundo; o 2) el régimen acepte que se convoque la Soberanía Popular para generar un Gobierno de Transición porque en este punto ya no existe la legitimidad de nadie para acceder al poder en Venezuela mas allá de la fuerza. Y es a ese punto donde tendríamos llegar. Esa ha sido la propuesta de ANCO para la expulsión del régimen en el caso que la Comunidad Internacional hubiera comprado la idea de sanciones versus Consulta Popular.
Volviendo al principio, si este es el juego completo o la figura completa del rompecabezas, ¿cómo podremos llegar al final con alguna probabilidad de éxito si quienes deben jugarlo por nuestra parte, ya están “doblando las patas” por un sinfín de razones conocidas? Entonces deberíamos pensar en un paso previo de recuperar para los venezolanos la representación opositora legitima que le de a ese “gobierno en el exilio” el respaldo necesario de los venezolanos para entenderse con la Comunidad Internacional y llegar hasta el final. Fue por ello que me permití sugerir una jugada que implicara la participación de la sociedad civil de calificación demostrada en esas elecciones parlamentarias para desbancar este liderazgo “bate quebrado” desprestigiado después de 5 largos años de oprobio parlamentario. Pueden haber otras jugadas que no pasen por disputarles con las elecciones del régimen, el liderazgo legitimo a los ojos del mundo a la oposición oficial, pero serán de mayor dificultad para endosar legitimidad inmediata, y sean cuales sean necesariamente las tenemos que preparar ahora.
Este viernes 29 de mayo, el Departamento de Estado norteamericano anuncio su respaldo a Guaidó después de la decisión del TSJ del régimen de sacarlo de su cargo y donde “insta a todas las partes a considerar el Marco para la Transición Democrática de Venezuela como una vía hacía una Venezuela pacífica, estable y próspera.”.
A mi modesto entender los Estados Unidos no aterrizan con el problema de Venezuela y siguen insistiendo en su Marco para la Transición Democrática que el régimen rechazó de plano, y van a terminar aceptando como legitimo el resultado de esas elecciones parlamentarias si la oposición oficial concurre a ellas, como en efecto están negociando con el régimen.
¿Por qué no hacerlo si AD, PJ y UNT lo aceptan, así VP sea proscrito? Si eso ocurre, ¿cómo queda la posición de Guaidó allí después de esas elecciones? ¿Seguirá siendo Presidente Encargado? ¿Se seguirá sosteniendo esa defensa norteamericana a la Asamblea Nacional legítima cuando su plazo vence efectivamente en diciembre? ¿O todo será ilegitimo para los norteamericanos después de esas elecciones, salvo el gobiernito de Guaido? ¡No nos podemos quedar con eso para siempre!
Lo cierto es que el tiempo corre y no vemos en esa oposición oficial que ayer obtuvo un nuevo respaldo de los Estados Unidos, nada que nos sirva para que el régimen se vaya. Miren bien el juego ahora desde arriba. Apenas está comenzando a dibujarse la figura del rompecabezas. Dependerá de nosotros poner las piezas en su lugar.
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